
Reactivación económica sostenible
Es indudable que una vez pasado lo peor de la pandemia, se comienzan a vislumbrar acciones para salir de la crisis económica provocada por la parálisis en que nos ha tenido el COVID-19 todos estos meses.
Por ejemplo, hoy la región del Biobío quiere reactivarse a través del desarrollo de múltiples proyectos de infraestructura, que requieren trabajo y mano de obra calificada. Este último grupo se encuentra entre los más golpeados por los coletazos laborales de la pandemia.
En ese contexto el Servicio de Evaluación Ambiental está recibiendo un creciente número de proyectos de diverso tipo, y que requieren una evaluación más rápida de la habitual para acompañar nuestra recuperación. El sector privado anhela que dichos proyectos no sean detenidos por razones ambientales.
Por lo mismo, y cuando se ha planteado que la región pretende invertir miles de millones de pesos en obras, algunos sectores han insistido en que la recuperación sea con consideraciones sostenibles, es decir que tomen cuenta de aspectos sociales, económicos y ambientales durante el proceso.
¿Pero que significa esto en la práctica? En realidad este concepto adquiere diversas interpretaciones dependiendo de donde nos ubiquemos. Lo que es sostenible para una actividad determinada, no necesariamente significa que sea aceptable por una comunidad, que es el típico caso de los proyectos de energías limpias, que persiguen un fin muy noble, pero que indudablemente a nivel local generan impactos en las comunidades donde se instalan, como el ruido de las turbinas eólicas, la interrupción de los flujos de agua en las centrales hidroeléctricas.
Desde la perspectiva ambiental, naturalmente queremos que la recuperación económica sea pensando desde una mirada sustentable, pero en el corazón de la recuperación y no solamente en el discurso, esto significa poder revisar los proyectos de infraestructura que usualmente traen mucho cemento y acero, pero que no contemplan, las condiciones naturales, ni respetan importantes funciones de los ecosistemas como por ejemplo, su conectividad.
Es lo que ocurre con el proyecto de la ruta a Pie de Monte, que debería asegurar el funcionamiento de todo el sistema de humedales alimentado por los flujos hídricos de la cordillera de la costa, que permite que por ejemplo la comuna de Coronel pueda tener acceso al agua potable. Sin duda es difícil creer que, así como están, este tipo de iniciativas puedan ser sostenibles.
Hoy en día existe suficiente capacidad en la región y sus universidades para hacer un diseño sostenible de su infraestructura, transformándose en un ejemplo para el país en como una región con vocación productiva, puede incluir en su economía aspectos que transformar apunten al bienestar para sus habitantes, asegurando la conservación de ecosistemas que son relevantes para mantener los servicios ecológicos y además compatibilizar con la actividad productiva que se desarrolla.
El Concepción Metropolitano tiene el privilegio de contar con una serie de espacios naturales que debieran ser conectados por infraestructura verde, generando un verdadero paisaje de conservación que permita servir para el abastecimiento de agua y para limpiar el aire contaminado además de proteger a la biodiversidad local amenazada.
Es hora que esta región pueda mirar al futuro desde una perspectiva sustentable. Se debieran generar oportunidades para que este tipo de iniciativas puedan ser también financiadas con fondos de la actividad privada, que por cada peso que invierta el estado, otro peso pueda ser aportado por la actividad privada de la región para promover alternativas novedosas de desarrollo para esta región. Es el llamado que hacemos desde la Universidad.
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