«No podemos resolver la crisis climática sin cambiar nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos.»

Naomi Klein.

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Reconstrucción Socioemocional de Chile

Han sido días duros, de mucha incertidumbre, de inseguridad, de temor y esperanza. De rabia y necesidad de justicia. Es como si nos hubiesen zamarreado con violencia para sacarnos del lugar donde vivíamos y como vivíamos. Muchos de nosotros vivíamos haciendo uso de los distintos privilegios que la posición social nos da, y siendo casi insensibles al impacto de la falta de acceso a esos privilegios de aquellos y aquellas que viven en una posición social más deprimida.

Lo complejo es que muchos de esos privilegios para algunos, debiesen ser derechos de todos, asegurando justicia social; educación de calidad y con acceso universal, salud de calidad, oportuna y digna, sueldos justos, pensiones dignas, una justicia justa que no privilegie -en cuanto a sus penas judiciales- a los antisociales que se coluden con los precios de los pollos, del papel higiénico, quienes eluden impuestos en paraísos fiscales o quienes aceptan coimas para votar tal o cual ley a favor del financista, por sobre el que roba en un supermercado o almacén.

Las demandas son justas. Nadie puede negar la injusticia que hay en Chile. La inequidad de un país que ha crecido en nivel económico, pero cuyas ganancias se concentran en un pequeño porcentaje de habitantes, mientras el resto -cual esclavitud moderna-, carece de acceso, oportunidad y esperanza. Una infancia y niñez abandonada por el Estado con políticas ineficientes es la mejor apuesta a que el futuro no podrá ser mejor. No podemos creer en un Chile distinto si no pensamos en la inversión social y económica que debe hacerse en la primera infancia y en educación.

¿Cómo salimos de esto? ¿Hasta cuando durará este nivel de violencia?

Me imagino que estas preguntas rondan nuestras cabezas. Nos asusta y petrifica el exceso de violencia de Carabineros ahora y también el de las FFAA en el primer momento del estallido. Nos violentan los saqueos, los robos, los incendios, las peleas entre ciudadanos y vecinos. Nos violenta un gobierno esquivo y equívoco en sus acciones. Nos asusta, pero sabemos que ahora es cuando, y viene la esperanza, la que se trunca cuando nuevamente nos sentimos violentados, por el Estado, y por nuestros pares.

Pero, ¿Quién es el responsable de solucionarlo? Las respuestas apuntan al presidente, a Sebastián Piñera, como el que debe dar la respuesta y resolver al conflicto. Si vamos más allá pensaremos que deben sumarse a él ministros y diputados, encargados de las Fuerzas Armadas, de Carabineros, senadores, representantes de los diferentes partidos políticos. Otros incluirán a dirigentes de diversos movimientos sociales, sin embargo, yo no creo que los responsables sean sólo ellos. No creo que el resto de los chilenos, que ya despertamos, debamos quedarnos sólo gritando y marchando. Tenemos que construir un nuevo Chile, uno que tendrá la difícil misión de integrar los distintos puntos de vista, y las distintas apreciaciones, posturas políticas y clases sociales. La fractura hoy es grande. Los costos de la reconstrucción son y serán altos y con ello no me refiero solamente a la reconstrucción física, estructural de nuestro país, sino, a la reparación psicosocial.

El Chile que comienza hoy es el de una nueva transición, pues mucho de lo que hemos pedido como demanda social, solo veremos su efecto o resultado -incluyendo una nueva carta magna-, en un futuro a mediano y largo plazo, corriendo incluso el riesgo de que muchas generaciones (incluida a la que pertenezco) no sean testigo de los resultados; pero sí debemos ser el motor de los cambios, pues el trasfondo de todo tiene que ver con valores que hemos perdido, o en los cuáles no se nos ha educado, valores asociados a aspectos socioemocionales de los que tenemos que hacernos responsables todos.

En esta transición nuestra responsabilidad, la de cada uno de los que habita Chile, será crecer socioemocionalmente. Será aprender del respeto, de la tolerancia, del agradecimiento, de la humildad, la solidaridad, el amor y la empatía. Y suena cursi ¿verdad? Pues bueno, por haber visto aquello como cursi, banal, superficial es que pasó lo que nos pasó (o nos está pasando). Porque en estos casi 30 años de democracia post-dictadura, nos ganó el individualismo, la avaricia, el ego, y no supimos construirnos como un colectivo, no nos abrazamos para avanzar. Corrimos solos, queriendo cada cual llegar a su propia meta y su destino.

¿Quién es el responsable de la reconstrucción social de Chile? Todos y todas. Somos todos y cada uno de nosotros. Yo que escribo y tú que lees. ¿Qué cambio harás en ti para aportar a un Chile más justo socialmente, más equitativo? Todos tenemos que cambiar, y no solo ello, pues hay que ir más allá y contagiar al que no ha visto esta manera de pensar, de este nuevo paradigma social que busca la reconstrucción social de nuestro Chile pensado y ejecutado por cada uno. No es mera responsabilidad política, sin eximir a los responsables de dichas culpas que no pueden eludir ni judicial ni moralmente, sino también una responsabilidad colectiva.

No podemos permitir que las nuevas generaciones, las que están pasando aún por la primera infancia, crecer en esta injusticia que ha llevado a protestar por derechos sociales dando paso a los saqueos, incendios y destrucción, o no les podemos permitir conocer que la fuerza y violencia pueden ser mecanismos de control social, violando Derechos Humanos, o que en defensa ante situaciones de violencia puedo responder con más violencia para “vencer”. No podemos criar a la primera infancia pensando que lo más importantes es “ganar” o ser mejor que el otro por sobre lo valioso que es respetar, tolerar, valorar al otro. No podemos permitir que los niños de hoy crezcan pensando que es sano y normal que exista extrema riqueza y pobreza conviviendo en un país con una economía como la que tenemos. No podemos volver a normalizar en las nuevas generaciones la desigualdad, la violenta realidad de la salud y educación públicas. No podemos normalizar la falta de dignidad como característica social de Chile.

¿Y hoy? Hoy no podemos permitirnos el lujo de volver a separarnos por pensamientos políticos, por estar a favor o no del movimiento, pues porque el movimiento ya se instaló, ya está, y vuelve a ser nuestra responsabilidad el como continuará. Tenemos que mirar el futuro. A qué queremos llegar, y para ello construir desde hoy.

La reconstrucción social es colectiva. Comencemos hoy. Partamos hoy por nuestros propios cambios; practiquemos la empatía, entendamos la historia de los otros desde otro paradigma. Practiquemos el sentido de justicia social, el pensamiento colectivo, la tolerancia, el respeto. Controlemos la necesidad de querer tener la razón cambiándola por la necesidad de comprender el punto de vista del otro, y buscar aquello que en las diferencias nos hace converger.

Así como el gobierno tiene poco margen de acción, pues el camino al parecer es sólo uno: ceder a cambiar el modelo actual por uno más justo, nosotros también tenemos un estrecho margen; no podemos permitir que nos vuelva a suceder lo que nos pasó. Tenemos que cambiar socialmente y ese cambio, nace y termina en mí y en ti ¿Qué harás tú para hacer de este un país más digno para vivir?

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1 Comentario en Reconstrucción Socioemocional de Chile

  1. Empezar a pedir por los derechos de otros como si fueran los que a mi me faltan. “Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas/guardé silencio/ porque yo no era comunista./ Cuando encarcelaron a los socialdemócratas/ guardé silencio/ porque yo no era socialdemócrata./ Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas/ no protesté/ porque yo no era sindicalista. /Cuando vinieron a llevarse a los judíos/ no protesté/ porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme/ no había nadie más que pudiera protestar.”
    -Martin Niemöller-

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