SI DE FRAGANCIAS SE TRATA
Si de fragancias se trata, debe Ud. saber algo de francés para entender la gran mayoría de los términos empleados para aromatizarse. Claro está que también encontrará palabras en idioma inglés.
Veamos, para oler bien, puede Ud. elegir un eau de toilette (francés para “agua de colonia”), un eau de parfume – del francés “agua de perfume” literalmente -, denominado en castellano “loción” u optar por un parfume como alternativa, en castellano “perfume”, aromas, que para su durabilidad olfativa, requieren de menor o mayor cantidad de fijador en su elaboración.
Estas fragancias se ofrecen en el mercado con o sin” rociador” y para este dispositivo se emplea mayormente el término inglés spray. Para elegir una u otra fragancia, el vendedor o vendedora- experto o experta en perfumería – le ofrecerá probar los diversos aromas o testearlos , verbo derivado del sustantivo inglés test que significa “prueba” y, para este fin, se hace uso de un tester o “probador”, con el que Ud. podrá disfrutar de las delicias aromáticas que están a su disposición.
No olvide que los aromas predilectos de damas y varones ostentan dejos florales, frutales, almizcleros (del inglés musk , aroma que se extrae de la hormona sexual de la rata almizclera), o un olor que semeja a un tutti quanti de todos.
Distinguimos así una gran variedad de aromas que caracterizan los perfumes desde los más suaves y delicados olores hasta los más concentrados y fuertes como los perfumes dulces, cítricos, ácidos, silvestres, campestres, o los que sean de su agrado.
No debe olvidar tampoco que, dependiendo del perfumista, los precios de comercialización abarcan un rango que va desde lo razonable a lo imposible de comprar, aún cuando se trate de frascos muy pequeños, cuyo contenido llega a sólo 30 ml. Ya conoce Ud. seguramente el aforismo que
dice: “El perfume viene en frasco chico”, al que se añade – a modo de chanza –“y el veneno también”.
Ahora bien, si quiere adquirir un perfume propiamente dicho, deberá estar dispuesto o dispuesta a gastar una pequeña fortuna para perfumarse.
Es bien sabido que los perfumes nacieron y tuvieron su apogeo en la Francia de los Luises (XIV, XV y XVI). Un perfumista en la corte de un rey era todo un personaje, normal o paranoico, eso es discutible, ya que sus señores tampoco eran muy aficionados al baño diario y tapaban sus hedores con perfumes, por lo cual eran muy bien remunerados y considerados. Recordemos la famosa novela titulada El Perfume del escritor alemán Patrick Susskind que lleva por subtítulo Historia de un asesino ; fue un best seller, expresión inglesa para “éxito de ventas “, en su época de los años 80 e incluso se llevó al cine, con mucho éxito de taquilla por cierto, a pesar de lo grotesco, aberrante y desagradable de innumerables escenas del filme, pues trata de un hombre perturbado que busca encontrar el perfume ideal que subyugue a todo ser humano.
Pero toda persona –nos atreveríamos a afirmar que preferentemente las damas – no pueden estar sin un perfume al alcance de la mano y de su presupuesto, porque es chic (término francés para “elegante, distinguido, persona con clase”) andar perfumada o perfumado, para no caer en exclusiones de género, y no herir susceptibilidades de “diversidad”, y después de todo, es glamoroso oler bien a perfume caro. Podríamos equiparar el andar olorosa al “no sé qué” del “eterno femenino”, como diría Fausto a su fámulo en la obra del genio de la literatura universal Johann Wolfgang Goethe.
Aunque también hay personas alérgicas a los olores fuertes y pasosos de ciertos perfumes, y comienzan a estornudar a más no poder, les da un ataque de tos y rinitis, les corre la nariz como a los niños pequeños por largo rato y no soportan ni siquiera el dulce aroma de las flores. Claro que son los menos, pero los hay.
“En cuanto a gustos, no hay nada escrito”. Es por eso que regalar una colonia, loción o perfume es algo muy difícil y personal. Algunos perfumes cambian su aroma radicalmente al contacto con la piel. Mejor no regalar olores, pero si decide hacerlo, el tan socorrido “ticket de cambio” le solucionará cualquier problema, si su elección no ha sido la adecuada.
Todos disfrutamos con un buen aroma. ¿Pero se imaginan un perfume con un olor acre, picante, agrio o putrefacto? No sería nada de agradable; si no cree que haya personas que disfruten de esos olores, lea la novela antes mencionada. Quedémonos, por tanto, con los aromas tradicionales que ofrece la cosmetología. Pero, ¿y si un día varían los gustos y se pone de moda un aroma poco ortodoxo, estaría Ud. dispuesta o dispuesto a usarlo?
Ana María Pandolfi Burzio.
Creo que también podemos agregar, cómo hay personas , en las que me incluyo , que les gusta variar de perfume cada año , probar algo nuevo, si antes fue suave y floral, después podrá ser intenso y dulce , y así. O mejor, si es posible tener más de uno , e ir variando según el día , según el ánimo, etc. Esto , versus las personas que encuentran «su» perfume , » su»aroma , y lo siguen fielmente año tras año .
Gracias por su ágil y entretenido artículo .
Sí, coincido con Juanes este un artículo muy entretenido.
Entretenido, ameno, con visos de elegante profundidad.
Anita utiliza todo tipo de aristas para aportar al conocimiento, para educar… esa es su más notoria de las muchas áreas y disciplinas en donde destaca esta maravillosa mujer.