TRES BROTES DE TÉ
Desde Castelar, Argentina
La noche suele aportar su milagro, como si de pronto nos trasladáramos a mundos desconocidos llevados por voces que han transitado otros paisajes, otras aldeas, convivido con otras gentes que hacen de su quehacer cotidiano un enriquecimiento espiritual compartiendo el Bien y la Paz como la gran meta de sus vidas.
Alguien explicó como presenció la cosecha del té, una especie muy particular al pie del Himalaya, en ese Tibet sorprendente, admirado pero también temido.
Su relato fue tan impactante que perdí todo interés en buscar el sueño.
Se refirió al lugar diciendo que al llegar la recibió un gran cartel que decía…
“EL QUE HABLA SIEMBRA, EL QUE ESCUCHA COSECHA”
ME IMPACTÓ
Pero mucho más cuando explicó la cosecha de un té especialmente sembrado y recogido en tres tiempos.
Los primeros brotes, ingenuos, preparando la calidad.
Los segundos, enriqueciendo la fuerza, sabor y color.
Los terceros manifestando su total predominio en todo lo anterior de forma suprema, color, densidad, textura, aroma, redondeando su total personalidad.
¡SENTI QUE ESTABA ANTE LA VIDA!
DESCUBRÍ SÍMBOLOS,… APRENDÍ.
De pronto ciertas figuras se hicieron visibles, se transfiguraron.
Esas semillas de té, amorosamente habían descansado en las manos que con cuidado abrieron los surcos para depositarlas.
Me supieron a PALABRAS SEMBRADAS.
El ver crecer los brotes era ESCUCHAR el diálogo de la TIERRA.
Su parlamento vital de esperanza, de logros de abatir flaquezas.
COSECHANDO
Los momentos de los brotes fueron ante mi estremecimiento casi los tiempos de la vida.
Los primeros, fragantes, suaves, el inicio, la niñez, la juventud, esa edad primera de asombros, el comenzar a descubrir.
La segunda etapa de brotes se asemejaba a la realización de caminos
emprendidos con anterioridad.
El amor, la vocación una profesión la familia, los hijos, que dejarán huella y un sentido.
El mundo de los afectos, dando, recibiendo, gestando, esparciendo.
Con un sabor más fuerte, concreto, un color estable, un paladar aromado y sereno.
Y por fin los últimos brotes, cargados de “vital experiencia”.
De sabiduría, en esa edad madura, como el color, definido, sostenido por las
jornadas que no se vivieron en vano.
La constancia el sacrificio que nos lleva a paladear el mejor sabor, ese que contiene todos los colores, los aromas las transparencias, la calidez profunda que otorga la paciencia, el Amor.
Esa sabiduría que solo llega con los años y nos hace diferentes no por “viejos” sino por ser protectores de un espacio que nos otorgó el universo.
Respetando lo creado y siendo colaboradores en la “magnífica obra”.
El Té, la Palabra, la Siembra, la Escucha, la Cosecha,…tomados de la mano en comunión sagrada con la Vida y La Esperanza.
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Fuente de figura: https://www.elespanol.com/cocinillas/recetas/bebidas/20170206/razones-empezar-dia-taza/1000766973296_30.html
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