
Trilce: una revista entrañable Premio Alonso de Ercilla de la Academia Chilena de la Lengua
La Academia Chilena de la Lengua, presidida por su directora Adriana Valdés Budge, en sesión pública y solemne, transmitida virtualmente, hizo entrega, el pasado lunes 28 de septiembre, de los premios “Academia”; “Alejandro Silva de la Fuente”; “Alonso de Ercilla”; “Doctor Rodolfo Oroz” y “Oreste Plath”, correspondientes al presente año. Los galardonados son, respectivamente: el poeta Rafael Rubio por su libro “Viernes Santo”; el periodista Cristián Warnken; la revista Trilce que fundó Omar Lara; RLA, Revista de Lingüística Teórica y Aplicada, dirigida por la Dra. Anita Ferreira Cabrera, de la Facultad de Humanidades y Arte de la Universidad de Concepción; y el escritor e investigador magallánico, Mario Isidro Moreno.
Reescribo ahora unas palabras para la revista “Trilce” y el entrañable poeta Omar Lara, su fundador y director, cuando ya las fechas marcan más de 50 años como si nada. Y claro, uno siempre escribe e hilvana un texto que se va metamorfoseando “conforme pasan los años”, como la bella y nostálgica canción de la película “Casablanca”: hay que interpretarla las veces que sea necesario y en las circunstancias más propicias para que el lector “avive el seso y despierte” y “el alma del oyente quede temblando”. Entre Jorge Manrique y Vicente Huidobro tensamos un arco y la flecha se pierde en la memoria. No otra cosa busca la poesía: mover y conmover, trasladar sentidos y establecer correspondencias de este mundo con el otro. Para el poeta Omar Lara la poesía sirve para encontrarse: con uno mismo, con los otros, en un tiempo y un espacio. Y el encuentro, además de la coincidencia, entraña múltiples significados, especialmente el que apela al sentido del tacto, del roce, del choque que saca chispa y genera luz.
Las revistas literarias siempre han estado presentes en la órbita de los poetas, de algunos destacados poetas (destacados por su manejo de la lengua y la visión de mundo que ella plasma e irradia). Algunas apenas alcanzan un primer número y desaparecen; otras tienen mejor suerte y permanecen por la tenacidad de sus mentores que son visionarios, creativos, anfitriones y maestros: imaginan y piensan un sueño y lo realizan; buscan un nombre pleno y bautizan; convocan y reúnen acogedoramente; descubren y enseñan los prodigios de la poesía y la cultura. Es el caso de “Trilce”, revista de creación y reflexión poéticas, ya mítica no sólo en Chile y las regiones que la vieron nacer, crecer y proyectarse, sino en buena parte del mundo, particularmente en el ámbito hispanoamericano.
La revista “Trilce” tiene como profundo significado, el ser lo que Octavio Paz llama «la otra voz», una suerte de resistencia en todo el sentido de la palabra: resistencia al poder, particularmente a la nefasta economía de libre mercado con todas las consecuencias que ya conocemos. Desde este punto de vista, el necesario e imprescindible discurso marginal, ha podido tener un cauce de expresión libre y libertaria través de todos estos años. Toda una proeza para este tipo de publicaciones. La calidad indiscutible de los creadores que han participado en todos los números, son el mejor respaldo a esta loable iniciativa.
Todo esto es lo que ha reconocido la Academia Chilena de la Lengua con el Premio Alonso de Ercilla para esta importante y señera publicación. “Trilce”, bello vocablo que se debe, como sabemos, al libro fundacional del poeta peruano César Vallejo Mendoza: “Trilce”. ¿Neologismo de “triste” y “dulce”? ¿El nombre de una flor de Santiago de Chuco? No hay unanimidad al respecto. Lo cierto es que las páginas de esta imprescindible revista, traducen lo triste y lo dulce de la vida y se ha transformado en una flor poética: “Así es la vida, tal/ como es la vida”, escribe Vallejo.
Una revista como “Trilce” constituye el registro de dos ejes que dialogan y se nutren y que nunca he sentido como escindidos: creación y reflexión. Me gusta pensar en lo que afirma Unamuno en su “Credo poético”: “Piensa el sentimiento, siente el pensamiento”, pues veo en esta invitación imperativa, un acto de profundo sentido humano y un deseo de comunión. Crear y reflexionar, sentir y pensar. ¿Para qué, para quién? Aparece entonces aquí la idea de conservación, de memoria. Sabemos, con Borges, que el libro es “una extensión de la memoria y de la imaginación”.
La revista Trilce es un sello, una huella, una marca registrada de calidad humana y profesional y se la debemos a nuestro entrañable amigo poeta Omar Lara Mendoza, indiscutido animador de tantas iniciativas que han provocado otras tantas que han surgido al alero de ese otro vocablo, “lar” que, del mismo modo que “trilce”, despliega sus significados acogedoramente: “hogar”, “casa propia”, “cada uno de los dioses de la casa u hogar”, nos señala el diccionario de la Real Academia. Y por analogía, asociamos “lar” con “Lara”. El poeta que acoge y difunde, el poeta que enseña y hace camino al andar. Y “lar” es también Literatura Americana Reunida, la casa editorial del poeta.
Frente al perecedero discurso de la farándula y a la prensa sensacionalista, “Trilce” tiene mucho que decirnos. No en la inmediatez vertiginosa de la máquina de estos tiempos de distancias y emergencias, sino en la lentitud del mundo interior que siente, piensa, reflexiona, crea, difunde y entusiasma para ser mejores seres humanos.
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