«La corrupción no se combate solo con buenas leyes, también con buenas escuelas y buenas universidades».

Nucio Ordine

 

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UN PRESIDENTE PARA EL OLVIDO

Maroto

Desde Canadá.

Las recientes declaraciones del presidente Piñera, cuestionando la veracidad de las reiteradas y graves  violaciones a los derechos humanos cometidas en los dos últimos meses de su gobierno, confirman lo que ya era un secreto a voces: Piñera y su gobierno no tienen un genuino compromiso con el respeto a los derechos humanos.

Durante esta administración se han producido las más graves violaciones a los derechos humanos desde el retorno de la democracia en Chile. Frente a ello, el gobierno ha demostrado una incapacidad absoluta para reaccionar de manera firme y oportuna, tomando las medidas necesarias para frenar estos abusos. Es más, bajo la mirada del presidente Piñera, estas violaciones continúan repitiéndose día tras día, sin que a la fecha se observe una verdadera voluntad por detenerlas, sancionar a los culpables y reparar el daño causado.

Evidenciando la ceguera y falta de empatía que ha caracterizado a este gobierno, la reacción del presidente y sus principales autoridades ha sido la de ofrecer cenas de desagravio a un ex Ministro del Interior y Seguridad Pública acusado constitucionalmente por su responsabilidad política en las violaciones antes mencionadas, culpar a misteriosas influencias internacionales por la actual crisis social y, ahora, cuestionar la veracidad de los cientos de vídeos que denuncian los abusos de las fuerzas del orden y seguridad.

Cuatro informes de diferentes organismos (Amnistía Internacional, Human Rights Watch, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos) han ya coincidido en lo que es a todas luces innegable: en Chile, en las últimas semanas, ha habido miles de detenidos y heridos, cientos de mutilados y abusados, y numerosas muertes en manos de agentes del estado.

Sin embargo, en una actitud vergonzosa, el presidente Piñera y su séquito continúan relativizando la gravedad de las violaciones denunciadas, llegando incluso a poner en duda su ocurrencia.

El presidente Piñera ha cruzado la difusa línea de la omisión para situarse derechamente en el ámbito de una manipulación de información que colinda con la mentira.

Manipula y raya en la mentira el presidente cuando, sin antecedentes fehacientes, afirma la existencia de una intervención extranjera en el estallido social chileno y establece irresponsablemente como ciertos, hechos claramente cuestionables; y también manipula y raya en la mentira el presidente cuando sin aportar ningún medio de prueba creíble insiste en cuestionar la veracidad de los graves abusos cometidos durante su gobierno.

Triste y dramática realidad. El negacionismo expresado por el presidente Piñera en una reciente entrevista concedida al periodista Oppenheimer, nos confirma que el gobierno actual se acerca a los derechos humanos desde la perspectiva del utilitarismo y la conveniencia electoral y no desde el compromiso que nace de una convicción.

Como señalara recientemente la analista política Marta Lagos, el presidente Piñera “está llegando al límite de lo soportable”. Su necedad y obcecación han superado lo aceptable y constituyen un verdadero agravio a nuestra memoria. Sus declaraciones avergüenzan a nuestro país.

Realmente, un presidente para el olvido.

Fuente de imagen: Robin Higgins en Pixabay.

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