
Algunos problemas de la Academia
La Universidad es o debería ser por esencia un espacio privilegiado en el cual se desarrollen y promuevan con gran fuerza los valores de la libertad, pluralismo y la tolerancia, así como la crítica, entendida como aquella herramienta de análisis, no para destruir o caer en lo negativo, sino más bien para promover la discusión permanente y el aporte a la producción del conocimiento. Sin embargo, aquello muchas veces ha quedado en la simple teoría (papel) o en los deseos de algunos, ya que la Universidad, al igual que otras instituciones no está ajena o escapa a los problemas, vicisitudes, debilidades y las respectivas miserias e ignominias del ser humano. En otras palabras, el mundo de la academia experimenta al interior de sus pasillos, oficinas y aulas una serie de problemas que la han convertido en un espacio privilegiado para dar cuenta hasta qué punto pueden llegar, por ejemplo las ambiciones de poder y figuración de algunos de sus integrantes.
Ahí tenemos dos grandes problemas que aquejan y degradan profundamente el quehacer en las universidades, ya que los valores de la libertad, pluralismo y tolerancia, quedan supeditados o reducidos a los mandatos, designios y voluntad de quienes tienen en sus manos la responsabilidad de la conducción o toma de decisiones. Por un lado situamos, por ejemplo, aquello que podemos designar como la auto-referencia, aquellos aires de superioridad acompañados de determinada soberbia con la cual se busca dar cuenta de su condición académica, incluso personal. Al punto de considerarse más importantes que la propia institución o que sus acciones (proyectos o iniciativas) son impolutos, intocables y sobre todo irremplazables. Aquella variante, que podríamos denominar como ególatra de la actividad académica, viene a constituirse en uno de los grandes problemas que por estos días afectan el quehacer universitario, ya que las lógicas neoliberales han alimentado y promovido de tal manera la competitividad y el individualismo en el trabajo científico, que esa “egolatría académica”, esa eventual superioridad profesional, con ribetes intelectuales, se ha convertido en un patrón de conducta y de presión.
El otro gran problema es el tema del poder. Qué duda cabe que la Universidad es un gran campo de poder, de relaciones de poder, donde cada uno de sus integrantes pasa a convertirse en un dispositivo de ese poder, es decir, en un micro-poder que opera, actúa y se mueve en función de determinados anhelos como por ejemplo, el prestigio, la figuración, el sentirse irremplazable o bien tener las herramientas para tomar decisiones que afectan o repercuten en el resto. La versión o degeneración de aquello es el autoritarismo académico. Una forma de ejercer el poder que busca la concentración de este mediante diversos mecanismos que mezclan lo formal con lo informal; lo cual se disfraza bajo un ropaje democrático y participativo.
En consecuencia, los problemas de la academia no son solamente económicos, de financiamiento, son también ponerla a resguardo de las prácticas autoritarias y fatuas.
Fuente de figura:
https://akifrases.com/frase/118346
Muy bueno y descarnando el análisis de Danny Monsálvez. La Universidad de Concepción evidentemente ya no es la que fue hasta la década de los 60 hasta 1973, imbuida de los principios de sus fundadores. De ahí en delante se siente que “El Desarrollo Libre del Espíritu” dejó de ser tan libre. ¿Podrá recuperarse el real sentido del lema de la Universidad? Gran desafío.
Si, claro, es un tema que en general se evade, sin embargo debería estar en el «corazón» de los objetivos de cualquier Universidad que se precie…
Que buen artículo y cuanta verdad. Es lo que me tocó ver y vivir en la querida UdeC cuando estuve casi 20 años allí, entre 1992 y 2010, mas uno previo para crear el plan de la carrera de arquitectura, convocado por el rector A. Parra.
Hace un año publiqué en esta Ventana, cuando estaba por definirse la elección del nuevo rector, mi visión de los vicios de arrastre que habría que corregir en la U. Muy bueno y valiente tu articulo, Danny.