«No podemos resolver la crisis climática sin cambiar nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos.»

Naomi Klein.

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Café ‘Años Luz’

Puede ser una serendipia pero también lo encuentra quién lo busca. Un subterráneo penquista que desde hace 13 años ofrece el atractivo no marchitable de objetos que eran parte de hogares de clase media en los ´50 y ´60.  Piezas cotidianas, sin artificios ni suntuosidad, un goce de la memoria mientras se comparte un café.

Y, de súbito, el transeúnte ve una pizarra con palabras (cambucha, cacaraco, Pecos Bill, entre ellas) que  percibe como signo de algo novedoso,  y avista una fachada más intrigante todavía,  y ve la escalerilla que guía a un subterráneo y allí está ‘Café Años Luz’.

Sorpresa y agrado son las impresiones más frecuentes en la atmósfera con aroma a chocolate caliente y de capuchino junto a trozos de torta amor.

Las mesas están dispuestas entre muebles con revistas de pintura y otras disciplinas; de libros, antiguos  la mayoría; diversidad de objetos, también de épocas pasadas, de diferentes materiales y usos; fotografías de los años 30 y mucho más.

Música de los ´40 a los ´60: Nat King Cole, Paul Anka o piezas como Barrilito de Cerveza.  A la par con la bonhomía de Antonio Astete, el creador de este café-tienda-museo. Su sencilla afabilidad la comparten las personas que trabajan con él: “vemos bajar la escalera a una persona y nuestra meta es que tenga una experiencia agradable, se vaya con la sensación que disfrutó una buen rato y se lleve un buen recuerdo”, confidencia Antonio.

‘Años Luz’ envuelve de modo inevitable. Tal experiencia espera al que camine por Diagonal Pedro Aguirre Cerda y se detenga en el 1231A. Está ahí, poquito después de cruzar el Pasaje Cochrane, al ir del Barrio Universitario al centro de Concepción, Chile.

Hay que indicar ciudad y país porque viajeros extranjeros, con bagaje de periplos internacionales, han sido atraídos por ‘Años Luz’. Un barcelonés, por ejemplo, pasó por allí hace unos años, felicitó a Antonio calificando de encantador y sorprendente el espacio. En 2017, regresó. Esta vez con hijo y nieto: “He vuelto para mostrarle a ellos que aquí hay un lugar desusado y único”, expresó.

Antonio comparte que en una ocasión un santiaguino manifestó que era un lugar entrañable donde “más que ofrecer sabores, ofrece emociones” y esa es la definición de mi café, sostiene este aficionado a coleccionar y recuperar o transformar antigüedades.

Por ahí nació el nombre. La gran afición de Antonio es hacer lámparas a partir del rescate de objetos antiguos, entonces eligió Años por la carga de historia del artefacto y Luz por el efecto lumínico al concluir la obra.

Ferias persa y mercadillos

Vivió una etapa larga en Chillán y allí se arrancaba a ferias en esa ciudad y localidades rurales aledañas donde era fácil encontrar enlozados, juguetes y otros objetos de uso cotidiano en hogares de hace varias décadas. Más tarde abrió el café casi como una pequeña tienda de antigüedades. Pudo destinar más tiempo a buscar, coleccionar y rearmar y quedó sorprendido al ver que: “a partir de mirar un bolsón, una cafetera, un enlozado, una lámpara, surge una evocación rica y emotiva entre los que comparten un café”.

Los libros son punto aparte porque en los 13 años que los exhibe para la lectura jamás se ha perdido alguno y hay personas que marcan la hoja en que quedaron para retomar en la próxima visita. Está suscrito a revistas de pintura y, por supuesto, hay quienes van en cuanto llega el número nuevo.

El público es gente enfocada al ámbito de la academia, de la historia, del arte sin faltar, evidentemente, personas que sólo van de paso y admiten, con frialdad o no, la singularidad de ‘Años Luz’. Pero en torno a él ha habido grupos de estudiantes de Arte, de Arquitectura, de Periodismo que han desarrollado trabajados, y académicos de la Universidad de Concepción, especialmente, solicitan uno de los salones interiores para debatir con pequeños grupos de alumnos o pares. Grupos de amigos pueden hacer otro tanto.

Generosidad

Las reacciones de agrado, las emociones, las evocaciones que afloraban entre quienes entraban al café hicieron que Antonio quisiera provocarlas también entre quienes pasaban por la calle y surgió la terraza y puso tablitas con nombres de juegos de barrio; la tiñita, las naciones. Comprobó que la gente se detenía a leer e instaló la pizarra con un “dictado” de años ha con palabras que, según la edad del lector, despiertan recuerdos o interrogaciones. Va ampliando la tarea con aportes de los propios clientes que llegan con papeles en que anotaron términos que recordaron en familia. En la misma línea, un tiempo, mantuvo un luche en la vereda y guarda fotografías de cómo la gente saltaba de casilla a cielo con más o menos destreza. Una escena imborrable, dice, es la de una abuela jugando con su nieta.

Las joyas

Al comienzo Antonio vendía piezas, pero estaba desmantelando el café y ahora hay una selección de objetos que son parte del lugar. Como las más antiguas,  una Guía Telefónica  del año ´39, el del gran terremoto de la zona Concepción, Chillán, Cautín. Allí aparece el número y dirección de la casa de Enrique Molina, la misma que es ahora la Rectoría de la UdeC. Un teléfono del mismo año acompaña al documento.

También posee una máquina de escribir manual, con una disposición especial del teclado, que utilizaban los corresponsales de guerra en los ´50 aproximadamente. ¿Cómo llegó a Chile, quién la usó, qué escribió? Misterio. Lo más que ha llegado a averiguar Antonio es que de ese tipo de máquinas se fabricaron muy pocas y que en Estado Unidos hay un museo con las que se han recuperado.

Esa viva curiosidad que despiertan las piezas antiguas impulsa a Antonio: su esposa le trajo, cuando recién abría el café, de El Mercadillo El Rastro (Madrid) una moto de juguete Lambretta. La miniatura de hojalata no tenía marcas de fábrica ya. La guardó en su casa. Y en uno de sus infaltables visitas sabatinas a la Feria de Antigüedades de Plaza Perú encontró, 10 años después que la pequeña Lambretta llegó de Madrid su gemela, idéntica, exacta, sólo que roja y la que trajeron de Europa es azul ¿cómo se mueven las cosas?, se pregunta.

De todo eso y mucho más se puede disfrutar en ‘Años Luz’, con sus instalaciones orientadas a compartir la amistad y el propósito del propietario, que no es el lucro sino que los resultados económicos solo le permitan financiarse. Afortunadamente está en una etapa de su vida para la que no requiere más, admite.

La carta hace honor al planteamiento de que el café sea el pretexto para disfrutar ‘Años Luz’ y en ella destaca el submarino, una barra de la chocolatería argentina que se sumerge en leche caliente y el tazón un chocolate servido en ese recipiente de una muy buena marca italiana.

Otros atractivos y planes hay y muy, pero muy interesantes. Antonio los contará con gusto a quienes deseen descubrir su rinconcito.

Fuente de figura: http://lahistoriademira.blogspot.com/

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20 Comentarios en Café ‘Años Luz’

  1. Gracias en nombre de uno de los editores de nuestra ventana ciudadana a Don Antonio, gracias al maravilloso trabajo de Lilian y a los lectores que han comentado este artículo.

  2. Ya, me convencieron!
    La crónica, los comentarios y las fotos…
    Cuando viaje a Concepción, por supuesto que iré a visitar a «AÑOS LUZ»

  3. Que buen trabajo , que buen relato para entusiasmarnos a visitar ese rincón de privilegio que nos ayudará a reencontrarnos con un pasado mucho mas romántico, limpio y saludable para nuestras mentes.
    Felicitaciones al dueño, a sus trabajadores y a la cronista.

  4. «años Luz»… Una gran y hermosa luz al pasado en un rincón fraterno que mira hacia el futuro, de… que ilumina relaciones sanas .
    Lo que tanto nos hace falta en el día de hoy.

  5. Rincón obligado para compartir un buen café con las amigas.
    Gran trabajo y lindo artículo querida Lilian

  6. Así es Soledad, un buen pequeño y gran ‘lugar’ en un Concepción con demasiados ‘no lugares’.

  7. nada que decir gran reportaje, hermosas fotos, lindos recuerdos y…a visitar esa maravilla.

  8. Estoy de acuerdo con cada uno de los comentarios.
    sólo agregar que este café, está a «años Luz» de muchos otros.

  9. Mucho mas que un café, un punto de encuentro un lugar de paz y recuerdos una joya, como las que tiene Don Antonio.
    Siempre amable, acogedor su simpatía se irradia a «Años Luz».
    Merecido reconocimiento a Don Antonio, a su Café y a su «museo de antigüedades»
    …Para disfrutar!

  10. Lo visitaré, en cuanto vaya a Concepción con mi familia.
    Bonita difusión, gran reportaje maravillosas las piezas de colección.
    Seguramente encontraremos ahí muchas mas sorpresas

  11. Hermoso café, mejor aún la iniciativa de La ventana Ciudadana de dar a conocer rincones de mi ciudad que hace tanto que no visito.
    Felicitaciones a la autora y hermosas fotografías que llenan de recuerdos.

  12. Qué lugar más inesperado y encantador. Con la grácil pluma de la autora del artículo, disfruté no sólo de emociones y recuerdos que evocaron mis años en esos lares, sino que también de cálidos aromas imaginarios de ese chocolate italiano y de ese café de amistad que uno siempre comparte para un momento memorable. Felicito a su dueño y… ¡¡¡ claro que iré a sumergirme sin prisa en esos recovecos en mi próximo viaje a la ciudad. ¡¡¡¡ Gracias por el artículo

  13. El cafe años luz es un pequeño gran lugar de encuentro con la identidad penquista, simplemente imperdible.

  14. Esta crónica es muy buena, grandes recuerdos nos evoca este café , cada una de las fotos, nos llena de recuerdos…
    Cuando vaya a Concepción tendré que conocerlo.

  15. Este café hay que visitarlo, es una joyita y nos acerca a la tradición cultural de un pasado muy hermoso.
    Tradiciones, cultura , buen café y una muy buena atención.
    Muy buena nota felicitaciones a la autora.

  16. Maravilloso artículo de Lilian Bizama.
    Qué hermoso lugar, digno de visitar, gozar y por sobre todo, recomendar.

  17. Hermoso reportaje. El café ‘Años Luz’ es encantador. Al entrar a él se siente una atmósfera de calidez y de respeto por el patrimonio de ‘las cosas’. Al recorrerlo, sobre todo a los que llevamos más de media docena de décadas a cuestas, nos provoca un sentimiento de nostalgia que nos retrotrae recuerdos de la infancia. Gracias Lilian por esta lectura y fotografías, y gracias Antonio por crear y mantener este bello rincón en la ciudad,

  18. Lindo articulo de Lilian, conozco las cosas de Antonio, mi tocayo. Es un gusto que uno no puede dejar de darse pasar por el café, compartir con quien uno vaya y con Antonio y el personal, uno los quiere desde que los conoce. Es de esperar que e mantenga por largo tiempo.

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