
COSTURERAS Y COCINERAS.
Estimados LectoresMis siguientes crónicas estarán orientadas a rememorar antiguos oficios femeninos que las mujeres del ayer hicieron para recibir los esquivos pesos y así ayudar a su familia en sus problemas económicos. Estos oficios perdidos en el tiempo nos hablan de mujeres trabajadoras, que lucharon por dignificarse ellas y ayudar a sus hijos en sus estudios, muchos de ellos profesionales agradecidos de esa buena madre. Mi saludo y reconocimiento a esas damas trabajadoras, entre las cuales está mi amada madre, modista en Chillán y Pinto.Fernando Arriagada Cortés.
Es lugar común escuchar a las mujeres que, parte de su llamada liberación, consiste en estudiar para obtener un título profesional, emplearse en su especialidad y así ayudar al sustento de su hogar. De paso señalan que “los tiempos han cambiado y ahora no es como antes, en donde se les relegaba a la casa y la crianza de los hijos”.
Al hacer una sencilla revisión de nuestro pasado inmediato, advertimos múltiples formas de cómo las mujeres de antaño, trabajaron para allegar algún dinero a su familia, mediante oficios tradicionales, como los que dan título a esta crónica y a los que podemos agregar otros como lavanderas, amasanderas, parteras, rezadoras, etc.
Las costureras fueron las antepasadas de las ya casi extinguidas modistas y su trabajo consistía en confeccionar ropa sencilla o reparar la usada, como poner botones o cierres, zurcir o hacer el doblez a los pantalones, dar vuelta cuellos de camisa y otras actividades, labores que eran todas pagadas y muy solicitadas, muchas veces trabajando desde su casa y dando cuenta de su quehacer con un sencillo aviso en la ventana de su domicilio. Otras también trabajaron fabricando ropa con telas rústicas y sencilla confección para trabajadores que se denominaba “pacotilla”.
Las cocineras, trabajo actualmente despreciado por muchas mujeres “modernas y profesionales”, pero que resulta importante como vital, consiste en preparar diversas comidas, especialmente tradicionales, que se aprendían viendo y ayudando a su madre u otra persona que fuera “buena para la cocina” o empleándose desde niña como ayudante de una “maestra”. Este trabajo superó la especialidad y dio surgimiento a las picadas en donde se comía bueno, bonito, barato y abundante. Este trabajo era pagado en dinero y comida. Muchos miran en menos este trabajo, pero basta sacar sencillas cuentas para advertir cuanto pueden ganar con un plato abundante, sabroso y “bien regado”, especialmente cuando la venta es buena y tiene cierta fama.
Al abandonar las mujeres esta profesión y otras parecidas, los hombres han ido asumiendo estos espacios laborales, profesionalizando su trabajo y egresando como modistos o cheff, muy solicitados en sus especialidades. Salir a comer a un buen local es una actividad social preferida por muchos para ocasiones especiales como cumpleaños, aniversarios, fiestas, etc.
Las costureras y cocineras, dos oficios tradicionales, son una clara demostración que muchas mujeres siempre buscaron interesantes maneras de trabajar dignamente y allegar el siempre importante dinero al presupuesto familiar, muchas veces para costear el estudio de sus hijos u otras necesidades personales o de su familia. Varios orgullosos profesionales actuales deberían de reconocer en estos dignos empleos, el dinero conseguido por su madre o abuela de manera honesta y esforzada. Sería una forma más de asumir nuestras tradiciones e identidad.
soy diseñadora y me gusta el costureo desde hace más de 10 años.Este relato me recuerda abuela y tías ancianas que hacían los vestidos de fiesta o de presentaciones, esmerándose y trasnochando para poder cumplir. Un hermoso oficio que se ha revitalizado de manos de nuevas generaciones una forma de expresión personal. gracias por volver a contarnos y valorizar este importante y tradicional oficio.
Qué buena reunión de historia,tradición,costumbres ,dignidad y cultura…
Felicitaciones al autor, esperaré con ansias sus otros artículos.