«El mayor problema ecológico es la ilusión de que estamos separados de la naturaleza.»

Alan Watts.

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De insectos y exclusión

Andrés Cruz Carrasco

Abogado. Doctor en Derecho (Universidad de Salamanca). Magister en Filosofía moral (Universidad de Concepción). Magister en Ciencias Políticas, Seguridad y defensa (ANEPE). Máster en Política Criminal (Universidad de Salamanca).

“Al despertar Gregorio Samsa una mañana de sueño intranquilo, se encontró en la cama convertido en un monstruoso insecto”. Seco y preciso, así Kafka parte con su relato en “La Metamorfosis”. Es la dura experiencia de quien debe padecer el calvario de la soledad y la exclusión por ser diferente. Ante los otros, devino en un insecto. Un despreciable escarabajo, quien de manera paulatina es condenado al ostracismo por su familia. Se transforma en un problema, es un estorbo que hay que ocultar y lo mejor que pueden hacer es encerrarlo, esperando que desaparezca. Al principio no lo declaran, pero luego sus deseos se hacen evidentes. Tratan de llevar a cabo su rutina conviviendo con lo que consideran un monstruo, quien a medida que es poseído por su nueva naturaleza de bicho, se va alejando de los que alguna vez sintieron algo por él. El amor va cediendo al odio y la atracción va desvaneciéndose, dejándole espacio al asco. Se pierde toda posibilidad de comunicación. Gregorio ha perdido la posibilidad de expresarse en el lenguaje que antes era común para todos. Nadie lo entiende y en su entorno todos se refieren a él como si no estuviese presente. Ante su nueva condición, el padre no lo acepta, lo agrede, lo repele y es el primero que quiere expulsarlo. De la aceptación y la ayuda que recibe de su hermana Gretel, se va pasando a la repugnancia y a la conducta pérfida de quien antes era la esperanza, hasta que llega a decir: “No quiero ante esta bestia pronunciar el nombre de mi hermano y por eso solamente digo: tenemos que intentar quitárnoslo de encima”. Al que alguna vez fue su sustento, quien sufrió y luchó por ellos, comienzan a tratarlo como lo que ellos ven que es: un insecto. Lo abandonan a su suerte en su habitación, lo despojan de todo, le arrebatan todo lo que podría significar reconocerlo como un ser humano. En cambio, Samsa se va haciendo más empático a medida que más sufre por su condición y trata de comprender. No odia ni resiente y sabe que su apariencia repulsiva puede ocasionar espanto, por eso se esconde cada vez que puede, hasta entregarse a la muerte por su familia. Aún cuando trata de salir del caparazón no puede. Es esa criatura, que según George Bataille: “Se inclina profundamente ante una autoridad que le niega, aunque su manera de inclinarse sea más violenta que una afirmación; se inclina amando, muriendo y oponiendo el silencio del amor y la muerte a lo que no podría hacerle ceder, porque esa nada que a pesar del amor y la muerte no podría ceder, es soberanamente lo que él, Kafka, es”. Es decir, alguien que intenta ser aceptado y amado por lo que es, sin tener que ocultarse ante los que quiere.

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