
De oportunismo y plebiscito
Nadie puede anticiparse a lo que ocurrirá en el futuro, siendo completamente desacertado ahora promover una nueva postergación del plebiscito constitucional. Es inoportuno, reviviendo la discordia en un contexto en el que resulta ser indispensable mantenerse cohesionados y evitar que nos distraigamos en asuntos que parecían, por el momento, bien encaminados.
Pareciera ser que otra vez los cálculos electorales y el sacar provecho por un par de semanas de buena racha “encuestocrática” ha logrado vencer la resistencia a esa tentación especuladora de obtener una ganancia del pequeño buen momento en medio de la falta de certezas, explotando el miedo, que viene a ser el mejor medio de los desesperados para sacarle alguna ventaja a la situaciones trágicas. Ni siquiera está claro si la suspensión del acto electoral respondería a motivos sanitarios, cuya emergencia se verá en su momento, o al crítico escenario económico que se proyecta, que parecería ser nuevamente el gran argumento para dejarlo todo igual.
Como si de eso dependiera una democracia, sólo de tasas de crecimientos y desempleo, cuando es todo lo contrario. Es la oportunidad para, entre todos, determinar los pilares esenciales que podrían servir para conferirle al Estado un rol más eficiente y significativo que le permita estar bien premunido de atribuciones y recursos que le hagan enfrentar futuros derroteros con más eficiencia. Esta pandemia no será la última, ni es la primera, gran circunstancia extraordinaria que deberemos superar.
Consagrar un Estado que sepa ponderar adecuadamente el ejercicio de sus atribuciones para no vulnerar las libertades, la iniciativa y los derechos esenciales de todos sus ciudadanos, sin privilegiar a pequeños grupos bien posicionados y con alta resonancia para influir en la adopción de decisiones políticas.
No es sólo por azar que el asunto ha sido puesto sobre la mesa, de manera innecesaria, simultáneamente por una encuesta, un ex ministro juzgado políticamente, un ministro del interior en ejercicio, medios de comunicación con editoriales marcadamente oficialistas y por el propio Presidente de la República. Detrás hay meros cálculos e intereses partidistas que, de paso, arrastrarán la elección de gobernadores regionales.
Como empecinándose a que la nueva normalidad sea volver todo atrás, incluso antes de Octubre, de modo que no se mueva nada, explotando el miedo a las pestes y a la pobreza, para mantenernos domesticados y temerosos. Así, lo normal no tendrá nada de nuevo. Mejor que todo siga igual de centralizado, que sigan gobernando los de siempre. Que nada cambie, ya les llegarán un par de migas al pueblo llano para que se siga alimentando.
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