Democracia y Tradición Republicana
Daniel Mansuy, en columna de El Mercurio (27-6-2021) señala que “Nuestro proceso constituyente se encuentra en medio de esta voluntad hegémonica del PC. Si nada es más relevante que cuidar los equilibrios y evitar los conflictos innecesarios, la intención del PC es exactamente contraria : el partido ve acá una oportunidad histórica, y no querrá desaprovecharla”.
Agrega : “Su interés no reside en el éxito de un proceso al que nunca ha adherido, sino en agudizar al máximo las contradicciones, atribuirse el monopolio de la crisis social y esperar que el río revuelto los favorezca. Nada de eso es muy compatible ni con la democracia ni con nuestra tradición republicana, pero qué va : esa no ha sido nunca su preocupación”.
Sin perjuicio que a comienzos de los 80 el PC haya optado por la llamada Política de Rebelión Popular de Masas, una estrategia a contrapelo de la política desde su fundación y el abandono en los hechos de la política de frente amplio anti-facista, proclamada inmediatamente después del golpe. Luego se demostraría que la Rebelión Popular no conduciría a la derrota y el fin de la dictadura.
Sin embargo, los dichos de Mansuy y su conclusión final no se compadecen para nada con otros diversos acontecimientos históricos. En efecto, Mansuy parece olvidar que, Ley Maldita mediante, el PC fue declarado proscrito en 1948 sin que hubiera de parte de ellos ninguna conducta política que pudiera calificarse de anti-democrática. Ley que habría de derogarse solo diez años después, en 1958.
De igual modo es abusivo, a lo menos, atribuir al PC la búsqueda de “conflictos innecesarios”, en circunstancias que en “nuestra tradición republicana” tenemos, entre otras alteraciones al orden democrático, la amenaza cuartelera del General Roberto Viaux y, en especial, el asesinato del General René Schneider, perpetrado por terroristas de derecha. Ambos hechos ocurren antes de la asunción del Presidente Salvador Allende.
Ni qué decir de la “incompatibilidad” con la democracia y “nuestra tradición republicana” la instalación de la dictadura con el golpe de estado de 1973 y su secuela de 17 años de violaciones a los derechos de la gente; las proscripciones de los partidos de la Unidad Popular, el “receso” forzado de otros partidos democráticos; las persecuciones a las organizaciones sindicales; los asesinatos, encarcelamientos, detenciones y desapariciones, relegaciones y exilio de dirigentes de los partidos de izquierda, en especial comunistas y socialistas; el asesinato del General Carlos Prats y de Orlando Letelier.
Afirmar que la actual política del PC no es compatible con la democracia y la tradición es una falsedad. Otra cosa es que desde el punto de vista de avanzar sostenidamente en la democratización de nuestra sociedad, y sin riesgo de regresiones refractarias, se requiera una amplia unidad de todos los sectores democráticos y populares, de centro y de izquierda.
Política que el actual PC está eludiendo con fraseologia próxima a posiciones ultra-izquierdistas, como eso de “anti neoliberales sin medias tintas” y que, en su tiempo, proclamaron el “avanzar sin transar”.
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