«No podemos resolver la crisis climática sin cambiar nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos.»

Naomi Klein.

Actualmente nos leen en: Francia, Italia, España, Canadá, E.E.U.U., Argentina, Brasil, Colombia, Perú, México, Ecuador, Uruguay, Bolivia y Chile.

EL DRUIDA (Parte 1)

Gladys Semillán Villanueva

Embajadora por la Paz de las Naciones Unidas por la Letras UNILETRAS. Ave viajera de Semillas para la Juventud Primer Premio Internacional de Dibujo, otorgado por U.F.P. Argentina.

Desde Castelar, Argentina

Apuntes en una agenda.

Los posibles paseos que realizaría en este viaje.
Una carta de presentación para un antropólogo amigo de mi tío.
Además de otras cosas que componían mi equipaje, mucha ansiedad.
Todo revisado ya no sé cuántas veces.
Me acomodé en el asiento del avión con una sensación de libertad desconocida.

Iba sola.
Bueno, eso creía, pues me acompañaban sin saberlo preguntas, proyectos y descubrimientos que ignoraba pero que iban a suceder.
Siempre me parecía que era la primera vez, mi primer vuelo.
Pero había una soltura agradable, como eso de pedir con la comida mi copa de vino blanco bien frío para degustarlo pensando en el blanco con el que brindaría con mis amigos, aquel producido en la Ruta Sacra, allá arriba en las lomadas del Río Miño que se abraza con Portugal.

Si, en Galicia, la que se apodera del viajante, silenciosa apasionante y que no da posibilidades de rebelarse.

Uno de mis proyectos era pintar esos lugares con historias y presencias misteriosas, senderos marcados por cruceros, esos maravillosos monumentos de piedra que muestran una poderosa cruz esculpida en piedra de un fabuloso color gris ambarino, de una cara de Jesús crucificado y de la otra, La Virgen acompañando a su hijo.

Había colocado en el fondo de la valija una carpeta con papel especial casi de su tamaño, pocas hojas tan solo para comenzar pues en Compostela ya era clienta de una papelería dónde conseguía unas hojas con una textura exquisita permitiendo que el material luciera mucho más pues el color se deslizaba por ella logrando efectos ideales.

Y amanecí en mi hotel.
¡Ah! me expreso como si fuera mío y de alguna manera lo es, su dueña es muy amiga y en él me siento como en casa.

Lo primero fue entregar la carta de presentación para un joven antropólogo amigo de mi familia que guiara a mis tíos en ciertos paseos poco conocidos de los que luego disfruté ampliamente.
Andrés…justo en el momento que iba a dejar la misiva entraba él portando unas carpetas y rollos.
Cuando me presenté tuvo una expresión muy cariñosa recordando a la familia.
Le pedí que la leyera y que después se comunicara conmigo.
Acto seguido me encaminé hacia la Catedral, siempre era mi visita obligada.
Ese día lo dediqué a visitar lugares queridos, sin apuro, deleitándome con cada paso, con cada piedra que pisaba tratando de reconocer la huella dejada.

Entré en la alameda, me senté en ese banco desde el que se puede divisar la Catedral en su total majestad.
Obtuve algunas fotos, y un poco más tarde busqué ese bodegón frente a la alameda dónde se come un delicioso jamón acompañado de crujiente pan.
Dentro corre un regueiriño de agua bien fría canalizado con maderas como un bebedero de ganado y en el que colocan las botellas de vino a refrescar para acompañar los pinchos.

Terminé la tarde visitando a mi amiga y sin darnos cuenta nos encontró la noche.
Miré curiosa el cielo y si…comprobé una vez más que, como en mis pagos argentinos, ciertas estrellas no se ven ni titilan jugando con la imaginación.
¿Dónde estaba mi Cruz del Sur?

El nuevo día me trajo una sorpresa.
Tendría un encuentro inesperado y sobresaliente.
Andrés me llevaría a conocer a un druida antes que saliera a buscar sus plantas medicinales.

(Continuará)

Recuerda que puedes seguirnos en facebook:

Déjanos tu comentario:

Su dirección de correo electrónico no será publicado.

*

Sé el primero en comentar

sertikex-servicios-informáticos www.serviciosinformaticos.cl