
EL HIMNO NACIONAL
Un decreto del año de 1990, regularizó una situación ambigua relativa a la interpretación de nuestro himno nacional, el cual dio por finalizada una polémica que, en los tiempos de la dictadura se había desatado, cuando los parciales de ese régimen cantaban la tercera estrofa de la Canción Nacional, interrumpiendo la tradición de cantar solo la quinta y el coro. El bajón cuando cantaban los pinochetistas era evidente.
Históricamente, tener un himno nacional propio, fue una preocupación desde los orígenes de nuestra vida independiente. El gobierno de O’Higgins se preocupó de remediar la situación, cuando en 1819 solicita al escritor argentino Bernardo Vera y Pintado que hiciera una canción para Chile, cuya letra recibió la música del compositor chileno Manuel Robles y el cual fue estrenado oficialmente el 20 de agosto de 1820, cumpleaños número 42 del libertador O’Higgins.
Pocos años después, la música de Robles fue cambiada por la del compositor Ramón Carnicer, haciendo su estreno en 1828, manteniendo la letra de Vera por casi veinte años más. En 1844, el gobierno de España reconoce la independencia chilena y solicita formalmente que la letra del himno sea modificada, debido a que algunas de sus estrofas resultaban ofensivas para los hispanos, como esa que decía: “el cadalso y la antigua cadena/ nos presenta al soberbio español/ arrancadle el puñal al tirano/ quebrantadle su cuello feroz”.
El gobierno chileno del presidente Bulnes, valoró las consideraciones y por medio de su ministro Vial, encargó al joven poeta nacional Eusebio Lillo Robles, para que escribiera una letra más adecuada. El inspirado vate, presentó un bien logrado trabajo poético que se componía de seis estrofas de ocho versos cada una y las cuales fueron aprobadas por don Andrés Bello López, como las más apropiadas para nuestro himno.
En esas condiciones, fue estrenado en 1847, con letra de Lillo, coro de Vera y música de Carnicer. De interés resulta destacar que en la confección de nuestro canto nacional, está presente un argentino, un español y un chileno, todo un símbolo de integración trinacional.
Las otras cinco estrofas que no se cantan comúnmente, son un lírico resumen de nuestro amor a Chile y una bella descripción de nuestro territorio, como lo señala la segunda parte de la segunda estrofa: “que tus libres tranquilos coronen/ a las artes, la industria y la paz/ y de triunfos cantares entonen/ que amedrenten al déspota audaz”. O como lo indica la segunda parte de la cuarta estrofa: “con su sangre el altivo araucano/ nos legó por herencia el valor/ y no tiemble la espada en la mano/ defendiendo de Chile el honor”.
El texto oficial de nuestro himno nacional, se conserva como un valioso documento en el museo histórico nacional y será deber de cada uno de nosotros, cantar con respeto y cariño esta canción como una manera de exteriorizar, ese vínculo que nos une a esta tierra, símbolo nacional, como la bandera y el escudo, que nos recuerda donde hemos nacido y en donde desarrollamos nuestra vida.
Qué bonito, que bueno e interesante.
Esto debería difundirse y enseñar mucho, mucho mas.
Que buena clase de educación cívica, de esto no se habla en los colegios…
Muy buena Ilustración del tema, nunca se explica lo suficiente.
Gracias.