
EL PeCe, en una situación embarazosa
Las réplicas del terremoto venezolano han llegado, inesperadamente, a nuestro país. Las elecciones de julio dieron un claro triunfo a Nicolás Maduro, cuando aún no terminaban de contarse casi un 25% de los votos. Sin actas públicamente visibles, prometidas para cuarenta y ocho horas más y no entregadas nunca, por culpa de un hackeo generado en remotos países, el proceso se cerró tal cual como había comenzado, con el aplauso de siete países caracterizados por tener gobiernos que no aceptan esa democracia liberal que se caracteriza por pleno respeto a los derechos humanos, independencia de los poderes del Estado, elecciones plurales, eventual alternancia en el poder.
El Partido Comunista chileno, que sin duda fue víctima principal de las atrocidades, muertes y torturas perpetradas por el gobierno militar con la ayuda de sus gozosos “cómplices pasivos”, ha cometido, ahora, uno de los más grandes errores de su existencia. Incapacitado para asumir una realidad que ya no es la de los tiempos de Lenin, sigue apegado a utopías ya superadas como la “dictadura del proletariado”, no reconoció en su momento los pecados develados del estalinismo en las experiencias de los “socialismos reales”, aplaudió las vergonzosas invasiones del ejército soviético a naciones reformistas y persiste en centrar su puntería en el “imperialismo norteamericano”.
Cuando los comunistas europeos tuvieron el coraje de romper filas y de buscar una nueva forma de cuestionar la cultura y la praxis neo – liberal, los compañeros chilenos continuaron empecinados en lo que fue un pasado que, a lo menos en el corto plazo, no es viable. En su cerrada aceptación del fraude del país caribeño, se han negado a reconocer lo que es, a todas luces, más que evidente.
Sus tensiones internas, expresando no solo un conflicto generacional sino político, se hacen visibles y su presidente, Lautaro Carmona, no ha hecho otra cosa que avivar el fuego.
En entrevista al diario La Tercera, y aludiendo implícitamente a sus aliados políticos, ha dicho que “al tildar de dictadura a Maduro, están blanqueando la dictadura de Pinochet “. El diputado del PPD Raúl Soto, al respecto comentó: “es un argumento absurdo e inverosímil, un intento burdo de justificar lo injustificable. Es evidente que ambos son dictadores y lo único coherente es reconocerlos cono tales y actuar en consecuencia”. El diputado PS Leonardo Soto precisó: “No hay dictaduras buenas y dictaduras malas. Ambos gobiernos, el de Maduro y el de Pinochet son dictatoriales”. En el mismo tono, se expresaron el PS Daniel Manoucheri y el PPD Jaime Araya.
El Centro Carter, aceptado por el gobierno de Maduro como veedor con el fin de lograr que visara la corrección de los comicios, se retiró de Venezuela señalando que estos no habían dado cumplimiento a los estándares mínimos de una sociedad democrática.
La situación ha cambiado. El Maduro que predecía “un baño de sangre” si es que triunfaba la oposición, ahora invita a los venezolanos emigrantes a retornar a su patria, pues en Chile, Perú y Ecuador, los “persiguen”, los “desprecian”, “les dicen cosas terribles, la xenofobia”. Pero, la paciencia tiene un límite. Lula da Silva, el presidente brasileño que mostraba comprensión, pasó a declarar que “Venezuela tiene un régimen muy desagradable…un gobierno con sesgo autoritario”.
Sin embargo, nuestro Pe Ce definitivamente se quedó en el pasado. Se niega a aceptar que en una democracia verdadera se gana y se pierde y que, por lo tanto, su actitud inefable de simpatía con las dictaduras de izquierda es algo que ya no tiene cabida y así lo han entendido las nuevas generaciones dentro del propio partido. ¿Puede alguien entender que la misma colectividad que lucha por la democracia y las libertades al interior de ciertos países – derechos, por lo demás, inalienables – justifique y defienda regímenes claramente totalitarios que persigen a todos quienes disienten y piensan distinto?
Carmona y su Comité Central tienen la oportunidad histórica de dar pronto vuelta a la página, asumiendo lo que hay que asumir – con todas las cargas negativas de un tiempo pasado que ya fue – y tomando el compromiso total con la democracia, sin apellidos ni excepciones, sin torpezas justificatorias dogmáticas que nadie comprende. El Partido se encuentra en “estado de congreso”, oportunidad única para que sus militantes participen en un ciclo de reflexión ineludible.
Déjanos tu comentario: