El Sistema de Capacitación en Chile y las demandas por su reforma
Chile cuenta con un sistema de capacitación que tiene larga data, aunque los orígenes no están muy definidos, la creación del SENCE tiene ya más de 40 años. En todo este tiempo, el sistema ha estado sometido a muchas revisiones, críticas y demandas.
Si bien la capacitación tiene el objetivo de otorgar posibilidades a los trabajadores para perfeccionarse en un oficio y actualizarse de acuerdo a los avances tecnológicos que se vienen dando en el mundo del trabajo, lo cierto es que desde hace algún tiempo el sistema también aborda otro tipo de desafíos, como por ejemplo el dotar de capacidades a personas cesantes, mujeres y jóvenes para que accedan al trabajo en mejores condiciones, toda vez que un vasto número de ellos no han tenido la posibilidad de formarse en algún oficio o profesión con reconocimiento oficial. Es así como en más de 40 años de existencia del SENCE, este organismo ha venido diversificando sus políticas y programas, incrementando su presupuesto y aumentando significativamente su dotación de personal. En paralelo ha existido también un aumento significativo de los prestadores del servicio de capacitación, los OTECs (Organismos Técnicos de Capacitación) y también un incremento en los organismos intermedios, los OTICs. Para el caso de los OTECs hay algunos hitos importantes, como la reforma que obligó al giro único y a la obtención de la norma de calidad NCH 2728. Se esperaba que estas nuevas exigencias tuvieran como efecto la existencia de un menor número de OTEC, especializadas y consolidadas como prestadores sólidos de un servicio necesario para una realidad laboral en constante cambio, sin embargo eso no ocurrió; hasta fines del 2016 existían más de 3000 Otec en el país y muchas con muy poca o nula actividad, las críticas a su desempeño no han cesado, especialmente por la precariedad con que algunas operan; este año se hizo una nueva exigencia, la que consiste en que todas la OTEC deben estar certificadas bajo la nueva norma de calidad 2728, que en su versión 2015 ha planteado nuevos parámetros para la certificación; hasta la fecha tenemos claro que no más de 900 organismos se han recertificado, por lo que suponemos el número final de este año no podría pasar a más de 1000. Esta cifra en rigor cambiaría un poco las cosas, pues las Otec realmente activas, según el anuario de SENCE 2016 no serían más de 1700. Pero por otra parte han existido críticas y observaciones al propio órgano rector del sistema que es el SENCE, organismo que opera con una excesiva centralización y no siempre ha mostrado eficiencia en su gestión. Desde la publicación del estudio conocido como “Informe Larrañaga”, en 2013, se instaló la idea de hacer una reforma significativa al sistema, incluyendo la revisión de la Franquicia tributaria (franquicia que permite hoy a las empresas descontar de sus impuestos hasta el 1% del valor de la planilla anual de remuneraciones), también se ha puesto en entredicho la labor de los órganos intermedios, los OTIC, órganos que administran la franquicia de las empresas que adhieren a su estructura, las críticas a estos órganos es que no han contribuido a mejorar la eficacia y calidad de la capacitación y además el contar con sus propias OTEC, produciéndose así una integración vertical y afectar una sana competencia.
No debe dejar de considerarse que hay un proyecto de ley en el parlamento, que fue ingresado al finalizar la anterior administración de gobierno, dicho proyecto recoge en su mayoría las recomendaciones que hace el Informe Larrañaga, por lo que el mayor énfasis estaría en destinar recursos al programa conocido como “Formación para el Trabajo” que ejecutan los OTEC inscritos en el llamado registro especial (constituido por corporaciones y fundaciones sin fines de lucro). Lo que conocemos como Franquicia Tributaria sería drásticamente reducido y el rol tanto de OTEC y OTIC cambiaría significativamente. No está demás señalar que el mencionado informe ha merecido muchos reparos por parte de los actores, tanto las OTIC como OTEC, pues se hacen allí aseveraciones que no se ajustan a la realidad, como por ejemplo que la capacitación vía franquicia tributaria no ha dado resultado en términos de “movilidad laboral”; este supuesto no es del todo cierto y merece un análisis mayor, en ciertas ocasiones un curso de corta duración ha permitido a los trabajadores conservar su empleo, en la medida que han aprendido a desempeñarse bajo nuevas exigencias. Por otra parte la crítica a aquellos cursos con énfasis en las llamadas “competencias blandas”, parecen muy injustas, en especial en un mundo donde el trabajo se considera una función social, no solo económica sino también de realización personal.
Ante el escenario de probables cambios al sistema, vale la pena abrir un debate sobre el futuro que debe tener la capacitación en Chile, y las preguntas que podrían orientarnos son:
- ¿Cuáles deben ser las prioridades del sistema de capacitación a futuro en Chile?
- ¿Cuál debe ser el rol en este sistema de los diferentes actores?: Trabajadores, órganos intermedios (Otic), prestadores del servicio (Otec), órganos públicos (SENCE y otros).
- ¿Cómo debería administrarse la capacitación para los trabajadores del sistema público?
- ¿Qué objetivos le pediríamos al sistema de capacitación en el mediano y largo plazo?
- ¿Qué nivel de centralización-descentralización debería tener el sistema?
- ¿Cómo se puede avanzar en transparentar más el funcionamiento del sistema (priorización de recursos, licitaciones, asignaciones de recursos, selección de proveedores)
- ¿Cuál debería ser el rol del sistema ante los diferentes sectores de la sociedad?: Trabajadores activos, cesantes, personas que ingresan por primera vez al trabajo, personas sin calificación laboral, pequeños y medianos empresarios, etc.
Al parecer el sistema merece ser reformado, lo deseable es que se haga en base a un debate que garantice cierta objetividad, desde las OTEC, especialmente las de menor tamaño hace mucho nos queda la sensación de que se nos transfiere la responsabilidad por los errores del sistema, en circunstancias que como todo sistema quien pone las condiciones es quien lo administra y dirige, en este caso el Estado a través del SENCE, y no siempre ha estado a la altura de los desafíos que debe enfrentar, cualquier cambio que se haga al sistema debería perfeccionar la labor de su órgano gestor, y profundizar no sólo en mayor eficiencia, sino también en transparencia en todos sus procesos. Por otra parte para mejorar la sana competencia debe exigirse a los órganos intermedios una mayor transparencia y el término de la integración vertical con los proveedores u OTEC relacionadas.
Finalmente es importante hacer incapié en que las OTEC en su mayoría, no por ser pequeñas o microempresas dan un mal servicio (esta es una afirmación contenida en el “Informe Larrañaga”), es más, precisamente los proveedores pequeños son más adaptables a los desafíos y son los que llegan a las comunas más apartadas.
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