«No podemos resolver la crisis climática sin cambiar nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos.»

Naomi Klein.

Actualmente nos leen en: Francia, Italia, España, Canadá, E.E.U.U., Argentina, Brasil, Colombia, Perú, México, Ecuador, Uruguay, Bolivia y Chile.

Escribir, es… / Écrire, c’est…

(Español)

Escribir, es enfrentarse con gente que jamás vimos para decirles cosas que no conocen.

Escribir, es ir hacia él que no es como somos, para sorprenderle consagrándosele una imagen de nosotros, diferente de la que tenía antes de comenzar a leernos.

Escribir, es querer ser escuchado por OTROS, porque, diferentes como lo son, extranjeros que nos son, pueden vivir aquel sólo vivimos, exactamente oírlo (entenderlo), imaginarlo.

Escribir, es compartir diferencias, sentimientos diferentes, historias diferentes, odios diferentes, recuerdos diferentes que relacionan sin embargo los mismos acontecimientos.

Escribir, es enviarles una carta a los que no nos quieren. No escribimos para los que nos quieren. Sino por vanidad.

A los que no nos quieren, a los lejanos, a quienes no podemos hablar, escribimos metáforas extrañas, espejos para alondras, trampas y redes donde, lo esperamos, se dejarán agarrar.

Está entre las líneas de estas trampas escritas, entre las palabras, agazapadas, sobreentendidas, insinuadas, en que se encuentra lo que no sabemos decir o nos duele decir. Lo que consideramos imposible revelarles, pero que llena nuestras páginas. Imposible, impensable, porque no tiene existencia oficial y reconocida, no tiene materia, substancia. Porque es prohibido, sagrado, negado, secreto. Invisible e innominable.

Escribir es una utopía. Por definición, la ausencia de lugar, de espacio. Se trata de existir en un espacio que no estaba allí antes de que lo escribamos.

Nosotros, escritores, sólo sabemos escribir la UTOPÍA: lo que no está allí, lo que no está más allí, lo que no somos, o lo que no somos más, para gente que no son lo que son, o no son más lo que eran.

Sólo sabemos escribir la AUSENCIA.

La ausencia es una realidad paralela pero tal la ausencia del ser amado, ocupa todo el espacio. Sólo sabemos escribir la desaparición, no la del pasado y de sus tradiciones, sino la de los que desaparecieron aquí, en mi América Latina, de los que, allá en mi Francia liberal, fueron excluidos, desclasificados, rechazados.

Sólo la utopía de la escritura permite la reaparición de los ausentes, la presencia de la ausencia.

Engendra la creación de un espacio abierto donde los antagonismos no se suprimen mutuamente, sino, fundándose, descomponiéndose y reconstruyéndose, vía la ficción, se reconcilian.

Afirmamos que por la escritura que una nueva modernidad es posible, fundada sobre el lenguaje, porque todo mundo nuevo es ante todo una refundación y un reparto del lenguaje, no para reproducir lo que es, sino para inventarlo.

Escribir, es inventar el mundo. Escribir, es cambiar la vida cambiando las palabras que lo dicen, las imágenes que lo resumen. Escribir vuelve la vida múltiple, compleja y rica de posibles acontecimientos; porque incluyendo sin cesar el punto de vista del Otro. De los Otros.

No hay literatura sin lector. No hay escritor solo. Por encima de su hombro, se inclinan escritores, y también anónimos de quienes heredó palabras, miradas. No hay voces sin oídos. No hay historia, si no la cuentan mil veces mil narradores. Escribir crea universos donde la palabra alcanza una plenitud de los significados. Todas las verdades pueden entonces ser proferidas.

Porque no hay literatura sin palabra. No hay sociedad muda.

La literatura colma el silencio. Es polifónica. Porque primero está escrita, y entonces cada uno tiene que serle fiel. Siendo fiel a la palabra escrita, cada uno aprende a ser fiel a la palabra sola, y a los actos que siguen lo dicho. Fundamento de la democracia. Demos, kratos: el poder y la palabra del pueblo.

Escribir, es trabajar los signos y las formas, los símbolos y las imágenes, las leyes y las creencias que amurallan, limitan nuestra sociedad. Por la fuerza de lo imaginario, desplazamos sin cesar los límites y las paredes, las fronteras y las barreras. Este movimiento ayuda a la autonomía de cada individuo.

El niño renuncia a la dependencia, entra en lo imaginario social, sólo porque le prometimos un papel futuro. Cuando la sociedad no cumple sus promesas, el niño vuelto joven se vuelve salvaje. Todos los problemas de exclusión marcan la imposibilidad de atravesar la barrera social.

Hay pues que permitir el pasar de una cultura a otra, la apertura de las culturas las unas hacia los otros, sobrepasar los límites, las divisiones, en un espacio siempre en movimiento. Permitir que lo imaginario y la simbología de todos ellos (y sobre todo de aquellos que pusimos al margen de la Historia, al margen de la escena pública) sean reconocidos.

Sólo el sobrepasar de las normas sociales interiorizadas por cada uno en forma de prejuicios en una alquimia en obra en la creación artística permite el ejercicio de la libertad.

Se trata, pues, ante todo, de sobrepasar el imaginario capitalista, definido como una expansión infinita de la economía, de la producción, del consumo e inventar un ESPACIO ENTRE LAS LÍNEAS, en el vacío, en el margen, el hoyo, el hueco, un espacio donde se descomponen, y luego se construyen nuevas relaciones, nuevos lazos, políticos, artísticos y sociales, haciendo de cada ciudadano, el autor de su historia, y no sólo la víctima.

 

(Francés)

Écrire, c’est affronter des gens que nous n’avons jamais vus pour leur dire des choses qu’ils ne connaissent pas.

Écrire, c’est aller vers celui qui n’est pas comme nous pour le surprendre en lui donnant une image de nous, différente de celle qu’il avait avant de commencer à nous lire.

Écrire, c’est vouloir être entendu des AUTRES, parce que, jamais, différents comme ils le sont, étrangers qu’ils nous sont, ils ne peuvent vivre ce que nous vivons, tout juste l’entendre, l’imaginer.

Écrire, c’est partager des différences, des sentiments différents, des histoires différentes, des haines différentes, des souvenirs différents que relient pourtant de mêmes événements.

Écrire, c’est envoyer une lettre à ceux qui ne nous aiment pas. Nous n’écrivons pas pour ceux qui nous aiment. Ou alors par vanité.

A ceux qui ne nous aiment pas, aux lointains, impuissants que nous sommes à leur parler, nous écrivons d’étranges métaphores, miroirs aux alouettes, lacets et rets où, nous l’espérons, ils se laisseront prendre.

C’est entre les lignes de ces pièges écrits, entre les mots, tapis, sous-entendus, insinués, ellipsés, que se trouve ce que nous avons eu le plus de mal à leur dire. Ce que nous avons jugé impossible de leur révéler mais qui remplit les pages.

Impossible, impensable, parce que cela n’a pas d’existence officielle, reconnue, quantifiable, matérialisable. Parce que c’est interdit, tabou, nié, secret. Invisible et innommable.

Écrire est une utopie. Par définition, l’absence de lieu, d’espace. Il s’agit d’exister   dans un espace qui n’était pas là avant que nous ne l’écrivions.

Nous autres, écrivains, ne savons écrire que l’UTOPIE: ce qui n’est pas là, ce qui n’est plus là, ce que nous ne sommes pas, ou ce que nous ne sommes plus, à des gens qui ne sont pas ce qu’ils sont, ou ne sont plus ce qu’ils étaient.

Nous ne savons écrire que l’ABSENCE.

L’absence est une réalité parallèle mais telle l’absence de l’être aimé, elle prend toute la place. Nous ne savons écrire que la disparition, non pas celle du passé et de ses traditions, mais celle de ceux qui ont disparu là-bas, dans mon Amérique Latine, de ceux qui, ici dans ma France libérale, ont été exclus, déclassés, rejetés.

Elle engendre la création d’un espace ouvert où les antagonismes ne se détruisent pas mutuellement mais, en se fondant, en se dé-construisant et en se re-construisant, via la fiction, se réconcilient.

Nous affirmons que par l’écriture une nouvelle modernité est possible, fondée sur le langage, car tout nouveau monde est avant tout une refondation et un partage du langage, non pour reproduire ce qui est, mais pour l’inventer.

Écrire, c’est inventer le monde. Écrire, c’est changer la vie en changeant les mots qui la disent, les images qui la résument. Écrire rend la vie multiple, complexe, riche de possibles; parce qu’incluant sans cesse le point de vue de l’Autre. Des Autres. Il n’y a pas de littérature sans lecteur. Il n’y a pas d’écrivain seul. Par-dessus son épaule, se penchent non seulement d’autres écrivains mais tous ceux anonymes dont il a hérité les mots, les regards. Il n’y a pas de paroles sans écoute. Pas d’histoire si elle n’est racontée mille fois par mille conteurs différents.

Écrire crée des univers où la parole atteint à une plénitude des signifiés. Toutes les vérités peuvent être alors dites.

Car il n’y a pas de littérature sans parole. Il n’y a pas de société muette.

La littérature remplit le silence. Elle est polyphonique. Parce qu’elle est d’abord écrite, chacun lui est fidèle. En étant fidèle a la parole écrite, chacun apprend à être fidèle à la parole tout court et aux actes qui accompagnent cette parole. Fondement de la démocratie. Démos, kratos: le pouvoir et la parole du peuple.

Écrire, c’est travailler les signes et les formes, les symboles et les images, les lois et les croyances qui emmurent, limitent notre société. Par la force de l’imaginaire, nous déplaçons sans cesse les limites et les murs, les frontières et les barrières. Ce mouvement aide à l’autonomie de chaque individu.

L’enfant ne renonce à la dépendance, n’entre dans l’imaginaire social, que parce qu’on lui a promis un rôle futur. Lorsque la société ne tient pas ses promesses, l’enfant devenu jeune devient sauvage. Tous les problèmes d’exclusion marquent l’impossibilité de franchir la barrière sociale.

Il faut donc permettre le passage d’une culture à l’autre, l’ouverture des cultures les unes aux autres, franchir les limites, les divisions, dans un espace toujours en mouvement. Permettre que l’imaginaire et la symbolique de tous (et surtout de ceux qu’on a mis en marge de l’Histoire, de la scène publique) soient reconnus.

Seul le dépassement des normes sociales intériorisées par chacun sous forme de préjugés dans une alchimie en œuvre dans la création artistique permet l’exercice de la liberté.

Il s’agit donc avant tout, de dépasser l’imaginaire capitaliste, défini comme une expansion sans fin de l’économie, de la production, de la consommation et inventer de toutes pièces un ESPACE ENTRE LES LIGNES, dans le vide laissé, dans la marge, où se déconstruisent, puis se construisent de nouveaux rapports politiques, artistiques, sociaux, faisant de chacun l’auteur de sa vie, l’auteur de son histoire, et non pas la victime.

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3 Comentarios en Escribir, es… / Écrire, c’est…

  1. Una sola palabra: EXCELENTE.
    Ojalá La Ventana Ciudadana pueda seguir acogiendo colaboraciones de este nivel.
    Felicitaciones para el autor y para los editores.
    René

  2. Qué bueno Ricardo Montserrat, que buen aporte , que manera de obligarnos a pensar con esa sutileza suya.
    Gracias.

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