
ETAPAS Y ROLES DE LA UNIVERSIDAD EN AMÉRICA LATINA (PARTE II)
(La Parte I de este artículo se publicó en la edición del 17.07.2022)
3. Etapa de las “universidad acrítica”: el amordazamiento.
La ideologización dejó paso en muchos países de la región a quizás la etapa más difícil que debieron enfrentar las universidades: la etapa de la «Universidad acrítica”. Las numerosas dictaduras, producto de la ideología de seguridad nacional, en la mayoría de los países centroamericanos, y en especial en Brasil, Bolivia, Chile, Argentina y Uruguay aislaron, cercaron y jibarizaron a sus universidades reforzando exclusivamente su función profesionalizante, cercenando y reprimiendo sus movimientos estudiantiles, controlando férreamente a las organizaciones de docentes.
La llamada década perdida del desarrollo latinoamericano fue perdida para las universidades de la región como entes impulsores de cambio. Ello no significa en absoluto que sus académicos hayan compartido estas posiciones. Más aún, el acallamiento de la universidad como ente de impulso al cambio de paradigmas, en alguna medida fue neutralizado por lo que se decía en las cátedras. Pero ello significó que muchos académicos fueran amordazados y otros expulsados, pero un porcentaje significativo pudo sutilmente superar la censura y la autocensura.
Es posible que en cierta medida las universidades de México, Venezuela y Colombia escaparon de este sino. No obstante, esta realidad no fue uniforme, pues paralelamente al proceso de jibarización que en particular afectó con mucha fuerza a las ciencias humanas y sociales, se generaron procesos de reforzamiento en la formación tecnocrática que tendió a recuperar las tendencias profesionalizantes. El tecnocratismo se proyectó en todos los ámbitos universitarios envolviendo no sólo las carreras de ingeniería civiles, ingenierías agronómicas, médicas y paramédicas, sino las pedagógicas, las sociales y específicamente las económicas.
Las tecnologías para muchos fueron más importantes que los discursos epistemológicos y los planteamientos de ciencias básicas. No hubo complementaciones teórico-prácticas ni coherencias entre distintos niveles de abstracción de ciencias y disciplinas, sino que se sacrificó la teoría filosófica y científica por el método, la receta, la copia o la repetición de las técnicas exógenas. De esta forma se exacerbó la dependencia cultural y tecnológica y la ciencia a veces se convirtió en una pseudo-ciencia parcializada, inconexa e incoherente que sirvió de base para la introducción tecnológica.
Al respecto Amilkar Herrera señalaba sobre esa época: “Los centros científicos más o menos autónomos, particularmente las universidades, tienden a convertirse en centros de discusión donde se cuestionan los valores fundamentales del orden vigente. La reacción de las clases dominantes es bien conocida: supresión de la discusión libre, persecución ideológica, selección de científicos más por su ideología que por su capacidad intelectual, etc. El resultado es que la estructura científica, sometida a un régimen incompatible con la genuina creación intelectual, se degrada hasta ser incapaz de responder aún a las limitadas demandas del sistema”.
Con el término de los gobiernos dictatoriales y el advenimiento de la democracia finalizó la etapa de «Universidad acrítica», pero la permanencia, negociada o disfrazada, de ciertas estructuras de poder dentro de las universidades y los problemas de reducción de aportes estatales hicieron que en muchos países de la región el cambio fuera morigerado.
4. Etapa de las “universidades mercadistas”: retroceso, privatización y reducción pública.
La crisis económica de la región, manifestada a comienzos de los ochenta, donde aún persistía la etapa de la universidad acrítica, generó políticas de ajuste que han estado golpeando duramente a las universidades latinoamericanas, pero por sobre todo a las estatales. El problema fundamental radicaba en la forma que tomaron ciertas ideologías de economía neoliberal donde primó el sentido de privatización subvencionada, desnacionalización y transnacionalización.
Obviamente que la universidad estatal constituía una carga pesada para muchas economías de la región, lo que dejó paso al fomento de las universidades privadas algunas de las cuales se convirtieron en excelentes negocios para sus dueños. La universidad-empresa, la universidad-consultora, la universidad-negocio tomó fuerza arrinconando a la universidad gestora de paradigmas y fuente constante de planteamientos innovadores para el desarrollo de cada país.
El contexto del ajuste y la globalización unidos a las exigencias de reducción de gastos pesaron más que el cambio democrático y, a la larga, ha repercutido para que persistan las universidades profesionalizantes, consultoras, autofinanciadas. El proceso de democratización que se pensaba iba ser comandado desde las universidades en especial, las estatales, no fue impulsado por éstas, que se convierten en casi espectadoras de los cambios.
Las perspectivas ideologizantes que se estimó iban a primar, no irrumpieron en las universidades pues en ello influyó el término del socialismo real. Para algunas, en especial privadas, se introdujo la nefasta ideología de la “muerte de las ideologías”, transformando a muchas universidades en meras fábricas del producto demandado por los poderes dominantes.
Por último, no se puede dejar de mencionar la reducción de la investigación científica de las universidades de la región. El efecto de las disminuciones de presupuesto afectó en primer lugar a la investigación científica. Los escasos presupuestos respondieron a las demandas de la docencia y en una medida menor a las investigaciones netamente tecnológicas. Este hecho se tradujo en una mayor dependencia científico-tecnológica y en una carencia de las fuentes innovadoras de la docencia que se obtienen de la investigación científica.
5. La recuperación de los roles: la “Universidades Públicas”
No cabe duda que el desarrollo de las democracias, las contradicciones de la globalización, las turbulencias políticas internacionales y nacionales, los problemas sociales derivados de la falta de crecimiento, y la marginación de sectores importante de la población de la región, entre otros factores, plantean la necesidad de impulsar con urgencia nuevos paradigmas en torno al desarrollo.
Crearlo no es viable sin el rol de las universidades, en especial, las públicas. Se hace necesario reforzar fuertemente su rol de centros de discusión y propuestas de los cambios, mejoramiento y desarrollo de las sociedades nacionales. Ya a principios de los noventa se planteó claramente diferenciar “la universidad” en su sentido universal como centro del pensamiento de una nación, de las seudo universidades “negocios”, “consultoras”, fábricas de profesionales”. Además, cada día toma más fuerza la necesidad de reforzar la misión de la Universidad Pública para que asuma este demandado sentido universal.
Esta Universidad Pública, universal, crítica, innovadora y creativa, tendrá que seguir abriéndose paso en la maraña de diversas realidades universitarias y en un medio cada vez más complejo. Se necesita ingenio, tesón y sobre todo compromiso. En el centenario del Manifiesto Liminar de la Universidad de Córdoba, vale recordar el pensamiento que les dio fuerza a sus luchadores para exigir mejor educación y docencia: “Toda educación es una larga obra de amor a los que aprenden.”
NGV
2017
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