
HABLEMOS DE ASAMBLEA CONSTITUYENTE
La situación que vive actualmente Chile no aguanta más. Y se deben tomar medidas profundas y urgentes. Un cambio radical en el sistema y una nueva Constitución, como marco para iniciar una andadura segura, en paz y con visión de un futuro más igualitario, más progresista, más decente.
Una de las primeras medidas que hay que tomar, aparte de las que deben adoptar ahora las autoridades, sin han sido capaces de oír el mensaje clamoroso de las grandes mayorías nacionales, es la de echar a andar un proceso de Asamblea Constituyente, donde la participación general sea abierta, efectiva y rápida.
¿Qué es una Asamblea Constituyente? Según el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), “Una Asamblea Constituyente es un órgano colegiado conformado por un grupo de ciudadanos electos por sufragio popular, para discutir y diseñar exclusivamente un nuevo texto y orden constitucional”
Pero los procesos constituyentes pueden discurrir por cauces diversos. Por ejemplo, el Parlamento puede elaborar y aprobar un nuevo texto, a través de la participación de todos los parlamentarios o por una comisión especialmente creada para su redacción.
También existe la vía de la Asamblea Constituyente, que estará integrada por los ciudadanos representativos de toda la población, elegidos mediante sufragio popular. El texto que ellos elaboren debería ser ratificado por toda la población, mediante Referendum. Es, sin duda, un proceso largo, pero avalado por la ciudadanía.
Finalmente, existe también la posibilidad de que se elija a una Comisión de Expertos o de Notables, elegidos por la sociedad, para que elabore un texto que debe ser igualmente ratificado por toda la población.
La Asamblea Constituyente parece ser la fórmula más adecuada para el momento actual que vive nuestro país. Los ciudadanos deben echar a andar ya los grupos de análisis y discusión. Al respecto, dice el PNUD: “mesas redondas de discusión de temas constitucionales, la realización de asambleas territoriales o foros nacionales para discutir el texto constitucional, consultas ciudadanas y también la elaboración de informes y/u observaciones por parte de diferentes organizaciones de la sociedad civil, movimientos políticos, e incluso instituciones gubernamentales respecto al contenido del nuevo texto constitucional que son enviadas a la asamblea constitucional, al comité de expertos o al congreso, cuando corresponda, para su consideración”.
Es lógico pensar, de acuerdo a la experiencia de los llamados “Cabildos”, que previamente a la constitución de las Mesas Redondas, es importante desarrollar clases o talleres de educación cívica para que los participantes tengan una base común de conocimiento de lo que es una Constitución.
Un dato interesante. En los últimos 70 años, en América Latina se han producido 28 cambios de Constitución. Casi la mitad de ellos, se ha han realizado a través de las Asambleas Constituyentes.
Aunque el desprestigio de la clase política es evidente, hay un movimiento muy acelerado en el Parlamento chileno para sacar adelante una reforma constitucional o, derechamente, elaborar una nueva Constitución. Los Presidentes de ambas cámaras, Jaime Quintana (Senado, PPD, junto a Felipe Harboe) e Iván Flores (Diputado, PDC, junto a Matías Walker), han acordado unificar dos proyectos similares que estaban desde el 2017, e iniciar un proceso constituyente en el legislativo con la mayor urgencia posible. Los propios parlamentarios decidirán si se sigue la vía asamblearia, la parlamentaria o si se convoca a un grupo de notables. Han tardado, pero parece que ahora escuchan las demandas ciudadanas.
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