«No podemos resolver la crisis climática sin cambiar nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos.»

Naomi Klein.

Actualmente nos leen en: Francia, Italia, España, Canadá, E.E.U.U., Argentina, Brasil, Colombia, Perú, México, Ecuador, Uruguay, Bolivia y Chile.

La Cordillera de Nahuelbuta y su Cuenca Hidrográfica – Afectación por una posible ruta por el piedemonte.

Carlos Bonifetti Dietert

Ingeniero C. Mecánico UdeC. Ambientalista.
Una cuenca hidrográfica, es una depresión en el terreno, rodeada por terrenos más altos, en la cual converge el agua proveniente de precipitaciones (o deshielo). Así el agua, que cae en las cuencas hidrográficas desemboca en un mar, río, laguna, humedal, océano u otro cuerpo de agua.

En pocas palabras, las cuencas hidrográficas constituyen un sistema natural de drenaje del agua y un conjunto de cuencas hidrográficas que desembocan en un mismo lugar se denomina vertiente hidrográfica.[1]

La cordillera de Nahuelbuta (mapudungun: nawelfütra, «gran jaguar»)​ es un tramo de la cordillera de la Costa, que se extiende entre los ríos Biobío e Imperial (ver figura) Sirve como frontera natural entre las regiones del Biobío y de La Araucanía. En las partes más altas de la cordillera se encuentra el Parque Nacional Nahuelbuta donde predominan bosques de araucaria, los únicos que existen fuera de los Andes. La cordillera contiene las elevaciones más altas de la cordillera de la Costa al sur de la Región del Biobío. Su elevación causa el desvío, al norte o al sur, de los ríos que bajan de los Andes como es el caso del río Malleco; mientras que por su interior corren y confluyen los cauces de los ríos que forman la cuenca del río Imperial.[2]

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Vamos a analizar solo una primera parte de la cordillera de Nahuelbuta: la que corre desde el río Biobío, en su extremo norte, hasta las estribaciones de la ciudad de Coronel a unos 20 km hacia el sur, con una mirada a sus dos sub cuencas hidrográficas: la primera, constituidas por las lagunas Chica y Grande insertas en la comuna de San Pedro de La Paz, que desagüa al río Biobío a través del Humedal Los Batros, y que se extiende por unos 2.300 m entre los faldeos y el río; la segunda, constituida por los faldeos de la serranía -entre los dos límites extremos mencionados-, por las cuales bajan pequeños arroyos y esteros originados desde manantes o vertientes de quebradas de las numerosas micro cuencas repartidas en toda su extensión, los que alimentan las lagunas Junquiillar, La Posada, Estero La Mora y Quiñenco, hasta llegar al Humedal Boca Maule y descargar al océano Pacifico.

Veamos como se comportaba el agua en su recorrido por las cuencas y sub cuencas antes de que aparecieran las plantaciones forestales de pinos y eucaliptos en el cordón montañoso.

Los bosques originarios, tanto de especies esclerófilas como caducifolias, tenían sotobosque -que es el bosque nuevo que subyace entreverado con el bosque maduro y lo va regenerando al sustituir las especies que mueren naturalmente- y ambos, el bosque adulto y el sotobosque, con las hojas caídas junto a los troncos de árboles caídos en descomposición por insectos y otros organismos xilófagos, bacterias y otros, van formando el suelo orgánico de espesores variables, el que era capaz de absorber y acumular enormes cantidades de agua de lluvia que se depositaba sobre él suavemente, sin provocar erosión, gracias al efecto amortiguador del follaje de los árboles, ¡maravillosa manifestación de la sabiduría de la naturaleza!, y digo “era capaz” porque eso ya no sucede así desde hace muchas décadas [3].

Esa agua así acumulada en grandes volumenes en el suelo esponjoso y fértil, escurría suavemente por las pendientes hasta los esteros y penetraba al subsuelo para recargar napas subterráneas y acuíferos y luego reaparecer en la superficie por las vertientes. De este modo seguía, y aún sigue -aunque de otros modos-descendiendo hasta llegar al piedemonte y más allá, hasta al ancho llano arenoso de interfase con el mar. En el piedemonte están los humedales y lagunas, otrora plenos de agua pura y vida por todos conocidas, que ahora están en proceso de sequía.

Pero, ¿qué ha sucedido con el correr de los años y las décadas, y de modo acelerado a partir de los años de la década de 1970, 50 años atrás? Pues algo muy lamentable: en primer lugar esos bosques originarios tan importantes y benéficos, fueron desapareciendo paulatinamente por la intervención de empresas forestales que fueron comprando extensos predios con diversos tipos de estrategias y argucias, expulsando a campesinos y mapuche, para talarlos o incendiarlos -tildándolos de contener solo “especies de escazo valor comercial”- para luego reemplazarlos por especies foráneas “comerciales”: pino radiata y eucaliptus globulus y nitens, usados en producción de madera elaborada y celulosa para exportación.

Así, poco a poco e inexorablemente, se continuó perdiendo ese rico suelo-embalse natural,que en las otrora zonas trigueras a lo largo de la cordillera de la Costa, ya se había perdido por la erosión originada con el arado en laderas. De este modo la fauna y la flora quedaron sin ese suelo y su función embalsadora de agua, hasta el día de hoy, en que ya no queda nada o casi nada de aquello, sino solo el regolito, es decir el suelo arcilloso y casi sin vida de color rojizo que vemos en todos los cerros, en el que se depositaba el suelo orgánico. Y con esa pérdida de suelo nos fuimos quedando sin el agua que hoy lloramos por no tener, echándole la culpa ¡al cambio climático! No es así, queridos lectores, el cambio climático no apareció de la noche a la mañana como un sino o como un castigo de los dioses, lo fuimos creando nosotros, los seres pensantes a través de los siglos y con la explosión demográfica, los Homo sapiens, también conocidos como “monos de la sabana” [2].

Vamos ahora a por los otros causantes del desastre hídrico y ecológico generalizado: los entes encargados de confeccionar los llamados “planes reguladores urbanos” por intermedio de sus profesionales, vale decir, los no bien ponderados actuales ministerios de Vivienda y Urbanismo y de Obras Públicas, ni más ni menos. Estos entes del Estado, a partir del advenimiento del gobierno civico-militar encabezado por el general de Ejército Augusto Pinochet Ugarte, cambió todo; unos dicen que para bien, y otros que para mal. Que cada uno juzque a su manera.

En los años anteriores a 1973, el “director de la orquesta” era el Estado y, posteriormente, la batuta le fue arrebatada por don Mercado quien, con su “mano invisible”, la iba a mover de maravillas (nos dijeron don Milton y sus ‘Chicago pupils’) para el beneficio y bienestar de todos. Dentro del plan trazado por “economistas” -que saben nada de otras ciencias y disciplinas-, entre otras tropelías, deshauciaron a los profesionales probos y con conocimientos profundos en sus respectivas disciplinas: arquitectura, ingeniería, urbanismo, geología, hidrología, etcétera, y con ellos, a las instituciones que sabían leer y solfear los pentagramas y las partituras: el Ministerio de la Vivienda y Urbanismo (MINVU), creado en 1965, y sus cuatro corporaciones: de Mejoramiento Urbano (CORMU), de Obras Urbanas (COU), de Servicios Habitacionales (CORHABIT) y de la Vivienda (CORVI). Dichas corporaciones eran organismos descentralizados con patrimonio propio y  con atribuciones para actuar concertadamente y en conjunto con el sector municipal y privado en la prosecución de sus objetivos. Todas ellas fueron refundidas por decreto en los Servicios de Vivienda y Urbanización (SERVIU) durante el mencionado gobierno”[4].

Y con esto tenemos el cuadro completo, (salvo que se me haya quedado algo en el tintero). Las ciudades comenzaron a extenderse sin orden ni control en todo el país, hasta alcanzar tamaños desastrosos que las han llevado a un caos social, vial y urbanístico absolutamente imparable. ¡El tiro salió por la culata! Así llegamos al Gran Concepción y sus comunas aledañas de hoy, que todos tenemos bien claro como está pero nadie sabe para donde va y en qué terminará. Por nuestra parte, lo vemos con mucha claridad: Concepción ya es un gran nudo gordiano.

¿Cómo vemos el camino por delante? Creemos que muy nublado, con una espesa niebla, como lo comprobamos la semana recién pasada en los mal organizados talleres de “participación ciudadana” (PAC) para analizar la “imagen objetivo” del nuevo Plan Regulador Metropolitano de Concepción (PRMC), tanto en el de San Pedro de La Paz como en el de Coronel, para reemplazar al ya pasado de moda PRMC del año 2003.

Como puntada final a este relato de la caótica situación hídrico-vial-urbano-social generado por la violación de uno de los puntos principales de la Carta de Atenas: *Que se prohíba la alineación de las viviendas a lo largo de las vías de comunicación [5], nos presentan soluciones con más de lo mismo que ha provocado el caos descrito: más vías de interconexión, más extensiones urbanas, más rellenos sobre humedales, más, más y más de todo, con el oxímoron del “crecimiento sustentable”.

El “broche de oro” propuesto por el Estado subsidiario, para cumplir las órdenes impuestas por los mandamases de la elite (que no es necesario volver a mencionar), nos pretenden encajar una Ruta Pie de Monte con un trazado que pasaría por los 20 kilómetros de esos humedales y lagunas, que yacen a los pies de los montes, con “n” (siendo n = 3 o 4) rotondas para encaramarse a los cerros y seguir urbanizando casi todo lo que queda, entre Andalué y Coronel, como se ve por las vías ya marcadas y hasta con nombre, allí en los planos sobre los que trabajamos los asistentes a los talleres de participación ciudadana en curso.

Por enésima vez, reitero, (mejor digo reiteramos porque no estoy solo en esto, están varias organizaciones socioambientales en también en ello): la ruta correcta es la Ruta Costanera-Costera y ¡no la Ruta Pie de Monte!   

La Carta de Atenas (1931) ha solicitado en materia de habitación:

Que los barrios ocupen vivienda en lo sucesivo, en el espacio urbano, en los mejores emplazamientos, aprovechando la topografía, tomando en cuenta el clima, la luz solar y las áreas verdes que sean posibles.

Que la elección de las zonas de vivienda venga dictada por razones higiénicas.

Que se impongan densidades razonables, según las formas de vivienda impuestas por la naturaleza misma del terreno.

Que se prohíba la alineación de las viviendas a lo largo de las vías de comunicación.

Que se tomen en cuenta los recursos de la técnica moderna para levantar construcciones altas y que, construidas a gran distancia unas de otras, liberen el suelo en favor de grandes áreas verdes.

Fuente de figura de cabecera:

https://www.alltrails.com/es/ruta/chile/bio-bio/laguna-quinenco

Referencias:

[1]https://www.ecologiaverde.com/cuencas-hidrograficas-que-son-tipos-e-importancia-3334.html

[2]https://laventanaciudadana.cl/gaia-en-movimiento-el-ascenso-de-los-monos-de-la-sabana/

[3]https://laventanaciudadana.cl/que-ha-pasado-con-el-agua/

[4]https://www.eldinamo.cl/opinion/2018/08/03/recordando-a-la-corporacion-de-mejoramiento-urbano-cormu/

[5]https://es.wikipedia.org/wiki/Carta_de_Atenas

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