
La democracia en aprietos. ( II )
En la primera parte de este comentario (publicada el lunes 30 de octubre) comentamos la oscura realidad que vive el sistema democrático en diversos países de Asia, África y América del Norte. En verdad, desde un punto de vista general, solo Oceanía y Europa occidental presentan regímenes políticos que pueden encuadrarse dentro de los pautas de forma y de fondo que definen a una democracia, lo que no impide que se ponga la debida atención al peligro que involucra la emergencia de movimientos de ultraderecha.
En este rápido vistazo, destacan dos casos emblemáticos. Uno, de sobra conocido, es el de Cuba, nación en la que tras, la caída de la dictadura de Fulgencio Batista, tomó el poder el comandante Fidel Castro. Sus primeros años en el poder estuvieron marcados por una dura represión a eventuales opositores (sin derecho al debido proceso) justificada por las sistemáticas amenazas estadounidenses, lo que permitió consolidar una dictadura personalista sustentada por el Partido Comunista a través de los Comités de Defensa de la Revolución. El régimen, mantenido gracias a los subsidios de la Unión Soviética y luego de Venezuela, logró importantes avances sociales en educación y salud pero tras más de medio siglo en el poder dista mucho de constituir una democracia en forma con independencia de poderes y respeto a las libertades personales. Otro es el caso de Venezuela, país en el cual llegó al poder Hugo Chávez tras elecciones democráticas, después de una fallida intentona golpista contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Su victoria fue la respuesta ciudadana a la corrupción desatada bajo los gobiernos anteriores y le permitió permanecer en el poder promoviendo una “revolución bolivariana antiimperialista” financiada gracias a los extraordinarios ingresos generados por el petróleo. Tras la muerte de Chávez, le sucedió Nicolás Maduro quien debió soportar la violenta caída del precio del combustible, a lo que se sumó una pésima gestión económica que mantiene a la nación caribeña en una crisis incontrolable, con una inflación que superará el 700% anual y un desabastecimiento total en productos de primera necesidad. Derrotado en las últimas elecciones efectuadas conforme a procedimientos regulares, Maduro enfrenta un descontento generalizado, el cuestionamiento de sus políticas refundacionales destinadas a mantenerse en el poder aún contra la voluntad ciudadana lo que le ha provocado un fuerte aislamiento internacional, y su permanencia en el mando solo es posible por el apoyo militar y la carencia de unidad de las fuerzas opositoras.
Más allá de los casos reseñados, después de una ola importante de gobiernos de orientación izquierdista (Brasil, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Argentina….), el porvenir de la democracia en América del Sur es inquietante.
Dos elementos han caracterizado la política en estos casos: la corrupción y el personalismo. Salvo en el caso excepcional de Uruguay (cuyo presidente José Mujica fue antecedido por Tabaré Vásquez y sucedido por el mismo Vásquez, conforme a elecciones incuestionadas), en los demás casos los gobiernos o se han visto involucrados en gravísimos casos de corrupción o los mandatarios han pretendido su perpetuación en el poder autoconvencidos de que son figuras indispensables para el progreso nacional.
Las encuestas dadas a conocer recientemente por Latinbarómetro, nos muestran que en Latinoamérica el apoyo a la democracia ha descendido de un 61 % en 2010 a un 53% en 2017, siendo los casos extremos los de Uruguay, en que un 57% la aprecia favorablemente y Brasil en que el apoyo alcanza un miserable 13%.
Aunque en promedio un 19,7% estima que “la política” está capturada por el dinero, la percepción de que los gobiernos están controlados por “grupos poderosos” se eleva de un 67% en 2015 a un 75% en 2017.
Ad portas de comicios en que se elegirá Presidente de la República y la mayor parte del Parlamento, la situación de Chile muestra también graves problemas.
Las últimas normas propuestas por la Comisión Engels han permitido un relativo saneamiento de la actividad pero sigue siendo exageradamente fuerte la influencia del poder económico en la gestión pública. Más allá de los aportes en dinero que favorecen a ciertas y determinadas colectividades, el control generalizado de los más importantes medios de comunicación y de los centros “productores de encuestas de opinión” hacen posible una sistemática manipulación tendiente a crear “hechos políticos” favorables a los grandes grupos de interés económico-financieros. Se crea, de esta forma, un clima de “incivismo” en que se conduce a los ciudadanos a sufragar por nombres o rostros farandulescos o por sumarse a eslóganes vacuos carentes de todo contenido sustancial.
Resulta decepcionante constatar que ninguno de los postulantes a La Moneda haya entregado, hasta ahora, un mensaje sólido que exprese “un sueño y proyecto de país” que aborde el sentido de lo que queremos ser en el largo plazo. Navegamos entre la oferta reiterada del “crecimiento económico” (sin que se explicite qué tipo de crecimiento se propone o a quienes beneficiaría), las promesas de obras (escuelas, hospitales, puentes, viviendas) o la eventual creación patológica de nuevos ministerios y servicios públicos.
La salvaguardia de la democracia implica, por parte de los mandatarios ciudadanos, honestidad (personal, partidaria, institucional) y eficacia en la gestión. Pero, eso, por supuesto no basta. Solo una claridad conceptual de lo que se busca, motivará a los ciudadanos a ir más allá del “rito del sufragio” para avanzar en compromisos personales que impliquen asumir las responsabilidades que a cada uno le corresponden.
Muy buen articulo, tanto en su parte I como en su parte II.
Qué importante es esa mirada de largo plazo, el proyecto pais que se sueña , que se espera, y hacia el cual ir caminando.
Y cuán carentes estamos de él hoy día.
Los conglomerados más jovenes parecieran en su origen haber tenido alguna claridad sobre esta ausencia, pero al poco andar se han dejado llevar también por peleas y descalificaciones pequeñas. Aún asi hay esperanza en ellos , estàn menos permeados por el apego al poder.
Gracias !.