LA ETERNA PRIMAVERA DE HAVEL.
(Equipo La Ventana Ciudadana)
Ayer, 18 de diciembre, se cumplieron cinco años del fallecimiento de Václav Havel, en la localidad de Vicice, Hradec Králové, República Checa. Prácticamente desconocido para la gran mayoría del público de lengua hispana, este intelectual multifacético, a quien las circunstancias de la vida lo derivaron hacia la política, constituye un caso destacable por su profundidad intelectual, su honestidad, su consecuencia y su profundo compromiso con el humanismo.
Este hombre de una cultura amplísima – escritor, poeta, ensayista, dramaturgo, orador – quedará registrado en la historia de su patria como el último presidente de Checoeslovaquia (desde 1989 a 1992) y como el primer presidente de la República Checa (desde 1993 al 2003).
Nacido en la maravillosa ciudad de Praga en 1936, su extracción social burguesa fue un obstáculo para que pudiera acceder a la educación superior en un país dominado por los hoy llamados eufemísticamente “socialismos reales”, razón por la que optó por estudiar Arte Dramático por correspondencia. El título de algunas de sus obras, insinúa – en la medida de lo posible – las facetas de su pensamiento en tiempos en que estaba prohibido salirse de los marcos oficiales definidos por la nomenklatura reinante: “La fiesta” (1963); “El poder de los sin poder” y “El memorándum” (1965).
El prolongado experimento político, ahogado por burócratas vitalicios, por una economía paralizada pero sobre todo por la ausencia de las más elementales libertades, empezó a sufrir amenazantes resquebrajaduras. Sorpresivamente, el Presidente Alexander Dubjeck, en los albores del año 1968, asediado por el descontento popular, decidió implementar una serie de reformas políticas que fueron conocidas en su época y recordadas hoy como “la Primavera de Praga”., buscando descomprimir una compleja situación. Havel decididamente se sumó a esta lucha libertaria que muy pronto sería ahogada por la represión de los tanques soviéticos ya que la URSS no podía tolerar fisuras en el rígido sistema que regía a esta nación y a los países aliados.
Havel rechazó la intromisión soviética, como consecuencia de lo cual sus obras fueron prohibidas. Durante el decenio 1970-1980, fue censurado, encarcelado y permanentemente hostigado por su defensa de los derechos humanos. Durante ese período, fundó el movimiento “Carta 77” (1975) para exigir la adhesión de Checoslovaquia a los principios fundamentales proclamados por las Naciones Unidas en este campo. Por esta razón, algunos años más tarde, fue acusado de “sedición” y condenado a prisión, encarcelamiento que se prolongaría hasta 1984.
En 1989, el movimiento pacífico denominado “la Revolución de Terciopelo” puso fin al férreo monopolio político que hasta entonces mantenía el Partido Comunista. Nuevos vientos soplaban en el mundo. La sólida Unión Soviética había empezado a vivir la “perestroika”, un impensado proceso de tenue liberalización política. Su gobernante, Mijail Gorbachov, de visita en Checoslovaquia instó a los lideres locales a efectuar reformas que hicieron posible que, en ese año, Václav Havel fuese elegido Presidente de la República. Tras la división del país entre Eslovaquia y la República Checa, Havel fue electo en 1993 ahora como presidente de este último país, cargo en que permaneció hasta 2003 por voluntad de sus conciudadanos, época en la que renunció por motivos de salud. El 18 de diciembre de 2011 se extinguió su existencia.
En tiempos en que se reclama por “la carencia de relato” de los personajes, personajillos y movimientos que reiteradamente manifiestan estar disponibles para conducir los destinos de los países, Havel constituye un ejemplo destacable. Humanista y libertario, marcó siempre un sentido moral a la actividad política y mostró, sin debilidades, dobleces ni titubeos, su compromiso profundo con la equidad, la dignidad humana y la justicia social.
Textos suyos merecen ser rescatados y recordados en el tiempo presente.
“La esperanza no es la convicción de que las cosas saldrán bien, sino la certidumbre de que algo tiene sentido sin importar el resultado final”.
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“No permitamos que el deseo de servirnos a nosotros mismos, prospere de nuevo bajo la bella máscara del deseo de servir al bien común”.
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“El intelectual tiene, primero que pensar lo que dice; inmediatamente después decir lo que piensa; y, a continuación, vivir lo que dice y lo que piensa”.
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“La libertad y la democracia implican la participación y, por tanto, la responsabilidad de todos nosotros”.
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“No nos dejemos convencer de que es absurdo intentar cambiar “el orden establecido” y “las leyes objetivas”. Tratemos de construir una sociedad civil global. Insistamos en que la política no es una mera tecnología del poder ya que necesita tener siempre una dimensión moral”.
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“Un acto puramente moral que no tenga ninguna esperanza de un efecto político inmediato y visible, puede, gradual e indirectamente, con el tiempo, ir ganando en importancia política”.
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“Una democracia vacía de valores, reducida a una competencia entre partidos políticos que tienen soluciones “garantizadas” para todo, puede ser muy poco democrática”.
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Seguramente, el silencio prevalecerá una vez más en este recordatorio de su muerte. Ojalá unos pocos, llamados a ser semilla fértil capaz de romper la dureza de la tierra reseca, puedan preservar el pensamiento y los valores de Havel.
Agradezco sinceramente, que «el equipo» de la Ventana Ciudadana, nos haya dado a conocer a un significativo luchador, como lo fue VACLAV HAVEL, no sólo para la República Checa, sino que también para el resto del mundo, en esta época de corrupción política a nivel mundial.
Necesitamos sacar una conclusión realista de las enseñanzas dejadas por ese intelectual Havel, y pensar cómo debemos participar personalmente en el desarrollo de nuestros propios países, sin dejárselo exclusívamente a los políticos, que terminan por no representar nuestros propios deseos de adelanto nacional.