
LA PLANIFICACION COMO SISTEMA
La verdad es que el cúmulo de errores que uno ve en el accionar de los entes de gobierno en mi área de interés es tal que no puedo entender porque se planifica mal, cuando se planifica. Mi área de interés profesional es la arquitectura y el urbanismo, como cosa principal, ya que soy arquitecto, y si bien en Chile no tenemos el titulo agregado de urbanista, sí he trabajado buena parte de mi vida en estudios de urbanismo y planificación urbana, también estuve en cargos públicos del área y en una larga docencia universitaria relacionada, en dos escuelas de arquitectura (y urbanismo) de sendas universidades locales (UBB y UdeC). Además recibí mi titulo en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la U. de Chile, y me hicieron clases de Urbanismo y Planificación allí y después en la PUC destacados profesores de nivel nacional e internacional (entre los últimos, Paulo Freire y John Friedmann, nada menos).
Y este cúmulo antedicho lo he visto en la sucesión de los gobiernos desde que soy ciudadano; gobiernos democráticos y también en el no democrático del 73 al 89. Sin ser para nada allegado a la DC, creo que Eduardo Frei Montalba pudo dar en esto la nota alta. Allende no alcanzó. Después como que todo fue en reversa. Los militares, Chicago boys mediante, abjuraron hasta del vocablo. La concertación quedó después engolosinada con el discurso neoliberal que abjura del Estado, discurso (o “relato” como dicen los políticos hoy), que redobla ahora sus fueros con Piñera & Cía.
No voy a numerar errores (siempre evitables), sino a plantear que, como antes dije, que aquí, cuando se planifica, muchas veces se planifica mal. Y digo cuando se hace porque a veces, simplemente, no se hace. De raro, en Chile, eso no tiene nada.
Planificar implica que hay que pensar y sistematizar lo que se quiere hacer. La RAE, que me gusta recurrir a ella por claridad y simplicidad conceptual, dice de Planificar: hacer el plan o proyecto para una acción. Simple, pero rotundamente conceptual en cada palabra usada. Y sobre Planificación: Plan general, metódicamente organizado y frecuentemente de gran amplitud, para obtener un objetivo determinado, tal como el desarrollo armónico de una ciudad, el desarrollo económico, la investigación científica, el funcionamiento de una industria, etc.
Creo que la causa es que en Chile, en el Estado y en los consecuentes gobiernos, no existe una sistematización para planificar las acciones, me refiero a mi ámbito profesional principalmente, aunque uno lo puede extrapolar al accionar general del Estado, con más notoriedad en el enfoque “minimalista del Estado” (el Estado subsidiario y, peor aun, centralista).
Si bien han existido entidades o ministerios preocupados de este tema (Odeplan, “segundos pisos” de Palacio) creo que no han sido capaces de armar sistemas que induzcan a todo el aparataje de gobierno y administración a practicar en serio la planificación de las acciones generales y específicas que han de llevar a cabo. Se ve en los resultados, a través de años y años, a través de los gobiernos nacionales y territoriales, en la administración del Estado. Y también en los estamentos o poderes del Estado, incluyo FF.AA. y las Policías. ¿Alguien ve coherencia y armonía en el accionar histórico general? Si todo se hiciera bien (pensamiento y acción) ¿estaríamos en los filos críticos en que nos movemos hoy (crecemos-decrecemos o nos desarrollamos-subdesarrollamos, instituciones básicas en insólitos conflictos?
Reseño solo algunos hechos emblemáticos, recientes y más antiguos, en diferentes ámbitos de pertinencia:
- a) En el ámbito general de gobierno-administración: la Ley de Pesca, las colusiones negativas (por llamarlas del modo eufemístico y menos vergonzoso) en las grandes instituciones públicas y privadas, planes de reconstrucción post periódicos grandes desastres lentos o erróneos, investigaciones de gobierno, judiciales y policiales que terminan como vemos que terminan….
- b) En el ámbito específico de grandes obras físicas: Transantiago, Pascua Lama, el tren al sur, Puente Cau-Cau, Puente Industrial en el BioBío y su continuación territorial, conjuntos habitacionales que se hacen 2 y 3 veces…
Para que seguir. Pareciera ser que fueron acciones fallidas que se hicieron, o se dejaron hacer, sin un pensamiento sólido previo, sin planificación: sin un sistema coherente, integrado y descentralizado que permitiera prever y actuar del modo más eficaz (o menos falible).
Es verdad que ahora, si bien se habla más de planificación, se practica poco de manera sistemática y seria. Y depende de quien hable, políticos, economistas, científicos, ingenieros o arquitectos cada uno la entiende a su manera. Pero si los políticos, que tienen la sartén por el mango cuando de gobernar se trata, no se entienden ni dentro de sus propias corrientes en materias políticas ¿podrán manejar la sartén para llegar a óptimos y brillantes fines para la sociedad toda? Con lo que vimos con la Nueva Mayoría en el último trance electoral, parece que no.
John Friedman es un prolífico autor norteamericano, gran teórico y también práctico en materia de planificación (planning) que ha escrito mucho sobre el tema; en una introducción de uno de sus libros se reseña: “Después de breves recuerdos personales de los orígenes de la teoría de la planificación, el autor plantea la pregunta de por qué, después de cinco décadas de teorización activa, sigue siendo imposible que las personas involucradas en escribir teoría de la planificación acuerden una definición formal de su tema. Se exploran cuatro respuestas posibles: el problema de definir la planificación como un objeto a teorizar; la imposibilidad de hablar de planificación desconectada de contextos institucionales y políticos reales; los diversos modos de hacer la teoría de la planificación y el dilema de elegir entre ellos; y la dificultad de incorporar relaciones de poder en el discurso de la planificación. El documento concluye con un breve comentario sobre tres temas que deberían ser centrales para la teorización: la producción del hábitat urbano, el surgimiento de la sociedad civil y la cuestión del poder.
Y lo que también sabemos, lo que sea que se pretenda planificar, es que hay que planificar de manera integrada o integral, considerando muchos enfoques y disciplinas en juego, intereses variados y materias entrelazadas. Pero si en el gobierno no hay un sistema de planificación (sistema: conjunto de elementos y partes que trabajan tras un objetivo común) es muy difícil que el accionar general de ese gobierno sea con coherencia, transversalidad, coordinación conceptual y logística al fin y al cabo.
Me ha motivado este artículo de opinión la critica situación que ya se vive a diario en nuestra área metropolitana penquista (o área pencopolitana como me gusta a mi llamarla) respecto a la movilidad de la población, me refiero al transporte civil, privado y público, y obviamente al transporte industrial entrelazado. Es una situación que va camino a ser caótica, y hasta hoy no vemos trazas de soluciones efectivas antes de que el caos llegue. Y es una materia de planificación seria, verdadera e integral, que toma tiempo y requiere máxima voluntad política. Y donde nuestra pencópolis puede ser pionera en “entrar” en soluciones, ya que el problema es común a varias otras metrópolis o conurbaciones nacionales.
Certero una vez más, el arquitecto Antonio Zelada, en su análisis. Un ejemplo dramático de lo que sucede cuando se abandona la planificación y todo se improvisa, es lo que está pasado con la arquitectura y el urbanismo en Concepción y las comunas aledañas: un crecimiento caótico. Todo esto, agravado por la negación de la participación ciudadana en el desarrollo de los planos reguladores.