«El mayor problema ecológico es la ilusión de que estamos separados de la naturaleza.»

Alan Watts.

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Lanzando La Bomba.

Guilmo Barrio Salazar

Desde Georgia, E.U.A.

Como ustedes se habrán dado cuenta, solamente recibimos noticias negativas, porque realmente son las que generan mayores cantidades de dinero para los medios actuales. Por esa razón, hoy, me entusiasma presentarles algo que nos levanta el ánimo: la entrega del Premio Nobel de la Paz del 2017, a la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN, siglas en inglés), que es una coalición de grupos alrededor del mundo que ha jugado un rol decisivo en la adopción, durante el pasado mes de Julio, de un acuerdo para  obtener un tratado internacional prohibiendo la producción, la posesión, y el uso de municiones nucleares.  Mientras muchos activistas se han desanimado sobre los prospectos para fomentar el progreso sobre el tema relacionado con lo nuclear, ICAN volteó la ola, enfatizando el impacto humano de una guerra nuclear, lo que afectaría a cada país del planeta, ya sea que pertenezcan a las partes en conflicto, o no.

El Comité del Premio Nobel, con mucho pesar,  reconoció que el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares «no eliminará las armas nucleares», debido a que los estados con armamentos nucleares no han demostrado ningún interés en firmarlo.  Para las organizaciones y los gobiernos que comparten los objetivos de ICAN, esto significa mucho más trabajo por hacer  que se logre concretar el tratado, lo que sucederá cuando 50 naciones lo ratifiquen, y se convenza a los estados nuclearmente armados a formar parte de este convenio.  No se necesita decir que ésta no será una tarea fácil de realizar, cuando hoy se vive en  un ambiente políticamente  fraccionado.

Pero, que se firme el tratado no es el único objetivo de este esfuerzo: Igualmente vital es avanzar  hacia el  establecimiento de una regla legal internacional contra el uso de las armas nucleares, semejante a la existencia de las leyes contra las minas en los terrenos y campos abiertos, a mantener municiones amontonadas, y poseer armas químicas y biológicas. La presidenta del Comité del Premio Nobel, Berit Reiss-Andersen, ha dicho: «Las armas nucleares son aún más destructivas que todas esas otras municiones, pero no hemos logrado  todavía el objetivo similar de una prohibición legal internacional».

Proponer y establecer una ley contra el uso de armas nucleares nunca ha sido tan crítico.  Por décadas,  se ha invertido preparando  una destrucción y muertes inimaginables, en parte por tratados del control de armas que reducen el riesgo de un intercambio nuclear, y en parte debido a la falta de inclinación de los líderes a ser los primeros en ordenar tal golpe, desde el bombardeo atómico en Hiroshima y Nagasaki en 1945.  Este tabú nuclear fue especialmente evidente durante la crisis de los misiles en Cuba, en Octubre del año 1962.  Ronald Reagan, en sus años finales como presidente, y el líder soviético Mikhail Gorbachev, también reconocieron el horror de una guerra nuclear, y así fue como discutieron la eliminación de estas armas.

Hoy, cualquier falta de ganas de parte de los líderes mundiales importantes, para  usar o  intimidar con el uso de armas nucleares, parece haber desaparecido.  Uno tras otro, los líderes oficiales en Rusia, en la India, en Pakistán, en Corea del Norte, los Estados Unidos de Norteamérica, y OTAN,  han dado ciertos pasos o han hecho declaraciones indicando una gran inclinación a emplear tales armas.

Rusia, por ejemplo, parece haber violado el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio de 1987, el cual prohíbe el lanzamiento de misiles con un alcance de 500 a 5.000 kilómetros de distancia. Moscú también ha adoptado una doctrina estratégica que llama por el uso de armas nucleares en el evento de un asalto mayor de OTAN dentro de su territorio, lo cual es un movimiento que ha sido citado en el Occidente, como una justificación por el disparo de misiles nucleares desde aviones para intimidar a los rusos.  De la misma forma, oficiales militares de la India y de Pakistán han anunciado planes que contemplan el empleo  de armas nucleares como una  precaución en caso de cualquier encuentro mayor entre países.

Sin embargo, nada se compara con las declaraciones hechas por Kim Jong-un de Corea del Norte, y Donald J. Trump de los EE.UU. sugiriendo estar listos para emplear las armas nucleares en cualquier confrontación futura.  Los coreanos del norte han utilizado frecuentemente un lenguaje ofensivo, intimidando a Corea del Sur, diciendo que la pueden transformar en un «Mar de Fuego», si ataca a los del Norte, pero muchos oficiales estadounidenses y extranjeros estaban muy sorprendidos cuando en el mes de Agosto pasado Trump previno a Corea del Norte, diciendo: «Serán atacados con fuego y furia, francamente con un poder que este mundo nunca ha visto antes», haciendo referencia al uso de bombas nucleares.

Desde entonces, el entusiasmo nuclear ha proliferado en ambas partes.  En su discurso a la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 19 de Septiembre pasado, Trump fue muy enfático contra Kim Jong-un, cuando le previno que si los EE.UU. eran provocados,  «no tendremos ninguna otra opción que destruir totalmente a Corea del Norte».  Tres días más tarde, Kim respondió, describiendo a Trump como un «trastornado mental», indicando que Corea del Norte preparará «el nivel más alto de armas pesadas como una contramedida en la historia».  Después de eso, Corea del Norte ha aconsejado a Japón que será «hundido en el océano por una bomba nuclear» si continúa apoyando a los EE.UU., señalando que también ese país será reducido a «cenizas y obscuridad».

El paso para aumentar la aceptación de las armas nucleares será clarificado por la esperada decisión de Trump de «descertificar» el cumplimiento de Irán con el acuerdo nuclear del año 2015, formalmente conocido como la Unión Comprensiva del Plan de Acción (JCPOA, siglas en Inglés).  Bajo este plan, Irán acordó cambiar el programa enriquecido de uranio por 15 años, y tomar otros pasos dirigidos a la erradicación de su capacidad de producir materiales para la construcción de armas nucleares, todo eso bajo una inspección internacional, a modo de evitar la suspensión de un castigo económico impuesto por los EE.UU. y la Unión Europea.  A modo de descertificar el cumplimiento Iraní,  Trump reclamará que Teherán ha violado el «espíritu» del acuerdo, porque ha continuado construyendo misiles y ayudando a grupos insurgentes, tales como Hezbollah en el Líbano, y los Houthis en Yemén, actividades que no han sido prescritas por el acuerdo.

Bajo las leyes de los EE.UU., el Congreso tendrá la autoridad de imponer sanciones, un paso que constituiría el hecho de anular el acuerdo.  El Congreso también podría llamar a una renegociación del acuerdo, un paso que no llevaría a ninguna parte, debido a que los otros países firmantes de este acuerdo son Gran Bretaña, Francia, Alemania, Rusia, China, y la Unión Europea, quienes han expresado una satisfacción con la Unión Comprensiva del Plan de Acción, además de indicar que Irán ha cumplido con el acuerdo.

El peligro en todo esto es que los anti-Irán del congreso estadounidense, tanto republicanos como demócratas, eventualmente votarán para reimponer los castigos sobre Irán, impulsando a Teherán a abandonar JCPOA y, bajo presión de sus propias líneas de trabajo, continuar su enriquecimiento nuclear.  Esto puede dirigir las cosas en dos direcciones, ambas igualmente intimidantes: Irán podría eventualmente adquirir armas nucleares,  haciendo que otras naciones de esa área también lo hagan. O los EE.UU. e Israel, ya sea en forma independiente o en conjunto, atacarían las instalaciones iraníes militares y nucleares,  antes de que logren una capacidad completa de armamento, chisporroteando un gran incendio regional.

No hay dudas de que se ha entrado en una era de aceptación de grandes armas nucleares de parte de la mayoría de los líderes del mundo, y este es un momento de crisis, lo que podría hacer la diferencia entre una mentalidad de restricción, y una de forma impulsiva.  Como así lo ha declarado la presidente del Comité del Premio Nobel, Berit Reis-Andersen :»Estamos viviendo en un mundo donde el riesgo de utilizarse armas nucleares es más grande de lo que ha sido en mucho tiempo».  Todo esto hace que se repudie esta locura y se  refuerce el tabú contra su uso, que es mucho más urgente.

El Premio Nobel de la Paz de este año para la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares debe ser vista como un momento para celebrar un logro genuino en el camino hacia la paz mundial, como también un llamado para redoblar los ánimos y reforzar el tabú contra el uso de armas nucleares.  Dentro de otras cosas, esto significa apoyar a  ICAN en su forma de presionar por una ratificación del tratado mundial para prohibir las armas nucleares, además de presionar a los representantes estadounidenses, para eliminar la habilidad de Trump de lanzar el primer ataque nuclear sin la autorización del Congreso, una medida presentada por el senador Edwatd Markey y el representante Ted Lieu, y combatir la postura belicosa de Donald J. Trump contra Corea del Norte.

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