LAS VERDADES SOBRE EL HIDRÓGENO VERDE
Debemos volver sobre este espinudo tema del famoso y algo falaz Hidrógeno Verde (H2V), el que se está presentando al público como la panacea para el futuro de Chile [1] [2].
¿Por qué verde, es que hay de otros colores? Así es, a pesar de que el hidrógeno como elemento químico es un gas incoloro, por su origen se le asigna varios colores para indicar cuan limpio es, vamos a ver:
- El hidrógeno negro o marrón, resulta de la gasificación del carbono, utiliza combustibles fósiles no renovables y libera CO2 a la atmósfera.
- El hidrógeno gris, que se obtiene al hacer pasar el gas natural por vapor de agua, con la técnica de la reformación de metano.
- El hidrógeno azul, utiliza gas natural como materia prima.
- El hidrógeno verde, utiliza energías renovables para su obtención a partir del agua.
Últimamente el número de noticias sobre el hidrógeno se ha disparado de forma casi exponencial. Todos los días aparece una nueva publicación sobre un nuevo proyecto de electrolizador para obtener hidrógeno, otros proyectos para su almacenamiento, seminarios de difusión y propaganda, nuevos objetivos de producción o colaboración entre empresas e instituciones -incluso entre estados-, para la implementación y el desarrollo y de tecnologías relacionadas con el hidrógeno.
Chile también se ha ‘contagiado’ con la fiebre del H2V, muchos hablan de él -incluyendo a políticos, científicos, universidades y medios de comunicación-, sin saber a ciencia cierta de qué se trata. A raíz de esto están proliferando proyectos de generación eléctrica con energías renovables no convencionales (ERNC), que de “no convencionales” ya no les está quedando nada: esto es eólica, fotovoltaica e hidráulica. La mayoría de ellos tramados sin (o con precarios) estudios de impacto ambiental y a espaldas de la opinión de las comunidades que van a ser fuertemente afectadas por los impactos negativos.
Nos centraremos en la energía eólica, con los cada vez más aborrecidos y poco amistosos “parques eólicos”, que en la Región del Biobío -entre otras- están proliferando de modo alarmante, tanto en la Provincia de Biobío como en Arauco, con miras a la producción de H2V.
Desde el principio de los tiempos de las ERNC, hacia los años ’70, el entusiasmo por la energía eólica fue aumentando a medida que los costos de fabricación de las turbinas por kilowatt (kW) de potencia unitaria disminuían. Asimismo la potencia de cada máquina, y su tamaño, aumentaban desde unos 250 a 500 kW, las primeras hasta los 5.000 kW en las actuales.
Veamos que ha sucedido en Alemania, país pionero, junto a Dinamarca, de la energía eólica. Alemania con sus aproximadamente 30.000 turbinas eólicas era el paraíso de la energía eólica hasta que los alemanes empezaron a odiar los molinos de viento [3].Salvo China y Estados Unidos, dos países mucho más grandes en territorio y población, no hay ningún otro país en el mundo con tantas turbinas.
La dichosa y en un comienzo simpática energía eólica ha sido fomentada y apoyada por los que viven lejos de los parques eólicos pero odiada por los que deben convivir con ellos, hasta llegar a una crisis pública. En Baviera, por ejemplo, se exige hoy que «la distancia entre una turbina eólica y la vivienda más cercana debe ser 10 veces la altura del mástil», es decir, si la altura de la torre desde el suelo hasta el eje del rotor es de 120 [m], la distancia debe ser por lo menos 1.200 [m]. Esto para no afectar a las viviendas cercanas y a sus moradores con la contaminación acústica, las sombras intermitentes provocadas por la interceptación por las aspas y con el afeamiento del paisaje. (En Chile, las torres se levantan tan cercanas como una distancia de 200 [m] de una casa).
También son afectadas las aves que mueren por el impacto de las aspas, y las abejas bajan su producción de miel por efecto del ruido y la generación de ondas de radiofrecuencia. Estos son los argumentos ecológicos. De hecho, hay una palabra alemana, Verspargelung, que resume el asunto a la perfección: contaminación con espárragos gigantes.
Eso explica bien por qué los alemanes están empezando a odiar a la energía eólica: años de instalaciones gigantescas poco cuidadosas con el medio y los habitantes locales han conseguido convertir a una de las poblaciones más pro-renovables de Europa en el caldo de cultivo idóneo de posiciones anti-eólicas.
Así las cosas, podemos decir sin temor a equivocarnos, que la energía eólica no está pasando por su mejor momento en Alemania. No se sabe aún qué hará el Gobierno de Alemania para dejar atrás su dependencia al carbón.
Y en Chile está comenzando a suceder algo similar a lo que pasa en Alemania: las comunidades rurales están comenzando a reclamar, cada día con más fuerza, por la invasión inconsulta de parques eólicos sobre campos agrícolas, que afectan además a napas de agua, en Los Ángeles, Nacimiento, y sobre humedales (Humedal Tubul-Raqui) en Arauco y en otros sectores.
Los costos de producir hidrógeno y su evolución esperada van de mal a peor a raíz de la crisis energética mundial por el agotamiento del petróleo y del gas y por el aumento del CO2 en la atmósfera, que ya está llegando a las 420 partes por millón (ppm).
Por otro lado, los costos de producción del hidrógeno verde están estrechamente ligados a los precios de la electricidad. En el largo plazo, para 2040, los tecnócratas europeos esperan que el costo de producción del hidrógeno verde se reduzca alrededor de un 65%, gracias a la competitividad de los precios de la generación fotovoltaica; es lo que dicen. También esperan que los costos de producción de hidrógeno gris y azul aumenten más de un 80% debido al encarecimiento de los precios del gas natural.
Pero estas son meras elucubraciones con demasiado optimismo acerca del futuro del hidrógeno como vector energético. El futuro y la evolución de los mercados de energía en Europa, en América y en Chile se tornan cada día más incierto.
A todo lo anterior debemos sumar las dificultades tecnológicas que tienen tanto el almacenamiento, como el transporte y el uso final del hidrógeno en la industria y en los vehículos [4].
Antes de que continúe proliferando un excesivo entusiasmo por este relativamente nuevo vector energético que mantiene muchas interrogantes, corresponde investigar a fondo todas las verdades y todos los ocultamientos que hay tras las bambalinas [5].
Referencias
[1]https://fch.cl/iniciativa/hidrogeno-verde/
[4]https://laventanaciudadana.cl/las-malas-ideas-son-fractales-otro-avance-del-hidrogeno/
Básicamente las pretensiones del presidente que salió era poder vender energía por medio del hidrógeno verde y convertir a Chile en un país productor de energía. Es por esto que probablemente muchos proyectos eólicos fueron llevados adelante y muchos estaban en carpeta. El hidrógeno verde parece una buena forma de guardar energía, cuando su herramienta de generación no es constante, por ejemplo la foto-voltaica, pero debe considerarse la perdida de energía de pasar de un proceso a otro; un concepto básico en la termodinámica y los residuos de toda estas energías alternativas.
¿Puede llamarse energía limpia o verde si la herramienta requiere procesos industriales para obtención de los elementos básicos para su construcción?, además de no existir un procedimiento adecuado de reciclaje o re-utilización. Necesita componentes plásticos, metálicos conductivos y estructurales y un sin fin de procesos. Todo esto sin contar el efecto de su instalación, como se menciona en el articulo.
Muchas gracias Carlos González por sus comentarios y complementos sobre el tema. La verdad es que debemos incidir para que el revuelo que se está generando desde el Estado, promoviendo tan livianamente la producción de H2V, se sosiegue para repensar todo antes de continuar. Y gracias tb por el
enlace, que agrego acá como una referencia más al artículo:
https://www.edf.org/blog/2022/03/07/hydrogen-climate-solution-leaks-must-be-tackled