Los Derechos Humanos No Son Suficientes (I)
También debemos abrazar la pelea contra la inigualdad económica.
En el año 1981, la autora Zdena Tominová, en una larga visita al Oeste de su país de origen, Checoeslovaquia, viajó a la ciudad de Dublin, Irlanda, a dictar una conferencia. Ella, como crítica contra el régimen político de su país comunista, fué la portavoz del Cartel 77, una de las primeras organizaciones disidentes que transformó a los derechos humanos en una reunión de partidarios internacionales.
Sin embargo, Zdena sorprendió a su audiencia. Ella explicó que, creciendo como beneficiaria de las leyes del estado comunista, se sintió agradecida por los ideales que tuvo en su juventud y las políticas de materiales de igualdad. Ella recordó los niveles de clases de que fué testigo cuando era una niña, y dijo: «De repente, yo no era una persona sin privilegios y podía hacer cualquier cosa». Esto fue realmente sorprendente, viniendo de una mujer que había visto la opresión de las reformas de Praga Spring en el año 1968, y que le habían puesto la cabeza contra el pavimento por ser miembro del Cartel 77.
Pero aún cuando los oficiales del gobierno le exhortaron que dejara el país para que evitara que la llevaran a una prisión, Tominová permaneció verdadera al socialismo de su generación. «Yo pienso que, si este mundo tiene un futuro, es con una sociedad socialista», le señaló a su audiencia, «la cual comprendo que significa una sociedad donde nadie tiene prioridades sobre los demás, solamente porque viene de una familia rica». Y este socialismo no fué sólo un ideal local : «El mundo de la justicia social para toda la gente tiene que llegar». Zdena dejó bien claro que el socialismo no debería ser usado como un pretexto para la privación de los derechos humanos. Pero de la misma forma, para su país y el resto del mundo, el surgimiento de un marco de derechos humanos no debería servir como una excusa para abandonar la pelea contra la desigualdad.
Hoy, el discurso de Zdena Tominová parece irónico : Porque sus ideales sobre los derechos humanos se han transformado en un sentido común, pero los socialistas no están de acuerdo. Las estadísticas muestran que los textos utilizan en su generalidad la palabra «socialismo» con mucho más frecuencia que las palabras «derechos humanos», hasta finales del Siglo XX. Los términos relatívamente populares cambiaron alrededor del final de la Guerra Fría en 1989. Como la noción de los derechos humanos se esparció, la gente lo encontró más fácil identificarlo con extranjeros al otro lado de la frontera. Todavía al mismo tiempo, la liberación de los mercados, la dependencia del libre comercio, y la misión de gobernar para institucionalizar ambos, crearon vastos abismos de inigualdad. Los derechos humanos se transformaron en nuestro más alto idioma moral aún cuando los ricos agarraron mucho más poder y riqueza.
Han pasado algunos 40 años, y deberíamos revaluar como el movimiento de los derechos humanos, cuando fueron afirmados por primera vez en Europa a finales del Siglo XVIII, fué para justificar las revoluciones y construir el estado soberano de las naciones. Los derechos estaban negociando el significado y las prerogativas ciudadanas, y operaron dentro de las fronteras. Esto mantuvo através de los años 1940’s, cuando mucha gente alrededor del mundo estaban peleando por una ciudadanía fuera del imperio. Las Naciones Unidas pasaron una Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, que calzó completamente con los derechos económicos y sociales, pero solamente para aquellos con una ciudadanía.
Treinta años más tarde, los derechos humanos se transformaron en la orden de las organizaciones luchadoras globalmente, como es el caso de Amnistía Internacional, que no sólo se enfocó en los derechos económicos y sociales, pero en una sobrevivencia humana. Así también, los organismos defensores renunciaron al uso de la violencia para poder obtener una justicia, y en vez de eso se apeló a las leyes internacionales con una estrategia de nombrar y avergonzar a los violadores de esos derechos. El problema es que esta transformación en la política de los derechos, ocurrió al mismo tiempo que se estaba hundiendo el bienestar estatal, en las mismas naciones cuyos ciudadanos encontraron y financiaron los movimientos de los derechos humanos. El fermento de los reclamos de los derechos humanos ayudaron a liberar el Este Europeo y América Latina de las dictaduras, pero no pudo parar a sus países de abrazar el fundamentalismo mercantil y la inigualdad económica. Surgió una nueva mentalidad cosmopolitana, pero las formas locales de una democracia social entró en una gran crísis.
Desde los tiempos de Karl Marx, algunos de los izquierdistas han dicho que ambas ideas, ya sea la de los derechos individuales o el movimiento conterporario de los derechos humanos, o ambos, trabajan en el servicio del capitalismo. Aunque los derechos humanos no trajeron la edad del neoliberalismo, aunque comparta un individualismo moral y amenudo la misma sospecha de proyectos colectivos, como el nacionalismo y el socialismo. Tampoco no fué el trabajo de los activistas de los derechos humanos luchar para inventar una nueva clase de preocupación global para salvar el movimiento de izquierda de sus errores y fracasos. No hay una razón para pensar que unos derechos humanos que estigmatizan abusos «superficiales» no debieran existir con una política más «estructural».
Además, el movimiento de los derechos humanos ha traído un escrutinio, no solo de declarar la violencia alrededor del mundo, sino de demostrar los profundos fracasos de cómo se trata a los ciudadanos con la igualdad, sin importar su género masculino o femenino, la raza, la religión, o la orientación sexual. Los activistas también han comenzado a darle una prioridad de carácter económico y los derechos sociales, en los lugares de empleos, en la vivienda, incluso en la alimentación. Y de hecho, por todos sus pecados, leyes neoliberales han ayudado a cumplir algunos de los sueños más grandes de los que abogan por los derechos humanos : El mercado de China, por ejemplo, ha sacado más humanos de la pobreza que ninguna otra fuerza en la historia. Pero sin reflexionar sobre por qué los movimientos de los derechos humanos han podido seguir existiendo tan cómodamente con los regímenes neoliberales, no hay forma de dirigir la política hacia una nueva agenda que sea justa en la economía.
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