
¡MELANCOLÍA!
Ya es de noche un sábado más, el día ha sido hermoso escribí un par de correos,
fui al jardín, atendí a mis flores humedeciendo abundantemente la tierra y dejé que el aire fresco me diera en la cara.
Sin esa melancolía tan bien conocida que invadió sutilmente el cuerpo, mi alma y todos mis sentidos.
La música que siempre me compaña se me hizo dolorosa regresando recuerdos de otros días en que acaso era especialmente feliz.
Corría a la computadora a cualquier hora y al abrirla allí estaban sus palabras
endulzando mi vida.
No importaba la distancia, no importaba la hora ambos sabíamos que podíamos
comunicarnos por este medio sin tener en cuenta el reloj.
Nos contábamos casi todo, nos hacía mucho bien, iban y venían las noticias del
trabajo, los trajines cotidianos, los deseos de sentirnos cerca aunque más
no fuera de este modo.
Pero la vida tiene sus juegos y no estábamos al margen de nada, no seríamos lo diferente en el giro de la rueda.
Todo aquello que nos hizo soñar con jornadas distintas cargadas de ilusiones,
despertares a nuevas energías a descubrir emocionados posibilidades que creíamos muertas, comenzaban a encontrar un sendero inesperado.
No puedo dejar de sentir el repiqueteo de esas palabras…
¡No me sueltes de tu mano!
¡Has llegado en el momento justo a mi vida!
También había llegado en el momento justo a mi vida.
Sacudiendo todas mis fibras, iluminando desde una amistad que fue
transformado en amor todo lo que estaba dormido
Es en estas circunstancias que los recuerdos regresan, con fuerza me invaden y aunque intento desesperadamente olvidar allí están.
Tal vez reflotan con energía porque no deseo que se repita la historia.
Desde esta abrumadora angustia que me ha dejado lo que siento como un amor perdido reconozco me dio todas las armas para relacionarme de otra manera, para mirar a la gente desde otra perspectiva, de romper con absurdas posturas que a
nada me conducían.
Experimenté una estupenda sensación de libertad que desconocía, miré
directamente a los ojos, mis gestos fueron aún más calmos y seguros, las
palabras más precisas, el tono terminante pero cargado de ternura, amanecí distinta.
Me vieron de otra manera, era otra.
Descubrí inquieta que pronuncio tu nombre despacito como en un susurro, tal vez deseando un llamado, unas líneas diciendo…
¡No me sueltes de tu mano!
No te marchas estas en ese lugar que te dio mi vida, sé que aunque me supera no dejarás de permanecer, es una forma de sostenerme de recordarme que soy esta y tú colaboraste para que surgiera con la fuerza increíble de saborear la vida.
No sé nada de ti no sé si es mejor o peor solo sé que sigues en ese espacio
de mi tiempo en el que aprendí a amar.
Gladys Semillán Villanueva
Argentina
FUENTE DE IMAGEN
https://historia-arte.com/obras/melancolia-degas

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