«En tiempos de deterioro intelectual y por sobre todo pérdida de valores, ética, moral y buenas costumbres en la sociedad, la cura, digo yo, está en que el ser humano, debe asumir un fuerte desarrollo espiritual y buscar comunión en una vida más colectiva, de la mano con valores como la solidaridad y humanismo y el respeto por la creación y el creador…»

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NO PODEMOS OLVIDAR

Miguel Ángel San Martín

Periodista. Especial para La Ventana Ciudadana, desde Madrid, España.

Yo no puedo olvidar el 11 de septiembre de 1973. Me cambió la vida. Me quiso destruir la vida, pero no lo consiguió. Seguramente en nuestros genes nos aparece esa resiliencia chillaneja que tanto nos distingue, esa capacidad de levantarse ante la tragedia, ante la contingencia negativa, y volver a alzar la vista ilusionada…y caminar.

Desde muy joven comencé a asumir responsabilidades profesionales importantes. Y, por consecuencia política, adquirida desde la cuna, asumí tareas mayores a la llegada del Gobierno Popular de Salvador Allende. Fui Director de los Servicios Informativos de la radio más grande físicamente de Chile. Y como Jefe de Prensa de Radio Corporación, formé parte de un Consejo Asesor de Comunicaciones del Presidente de la República, integrado por los directores de los medios afines. 

Cuando el 11 de septiembre de 1973 se alzaron en armas militares y civiles, cortando de raíz y masacrando el sueño mayoritario de un pueblo,  debí enfrentar también la persecución de la barbarie. Debí asilarme en una Embajada, salir a un exilio infamante y sufrir la angustia de no saber cómo reagrupar a mi familia para iniciar una vida nueva, distinta, diferente. 

Aún lloro cuando veo la fotografía en que aparecen mi esposa y mis tres hijos, con su pequeña inocencia, saliendo de Chile cargados con lo poco que teníamos. Recorrimos el mundo denunciando el drama, recibiendo solidaridad verdadera. Y nos animamos para transformar en victoria la tragedia que nos tocó padecer. 

Hoy nuestra vida es distinta, diferente. Hemos aprendido a vivir intensamente, a pesar de que nuestras familias se encuentren en países distintos y distantes. Pero, además, hemos aprendido de otras realidades, asumido nuevas iniciativas y las hemos ido aportando hacia nuestro Chile siempre presente. Nunca hemos dejado de mirar hacia nuestro sur amado. Y siempre hemos querido demostrar que somos gente de bien, que los chilenos somos gente de bien, estemos donde estemos.

Nos preocupa la imagen de Chile y tratamos cotidianamente en aportar lo mejor de nosotros. Ayudamos a nuestras familias y amigos que se quedaron en Chile y que viven momentos difíciles. Participamos activamente en la actualidad de nuestro país, aportando ideas, promoviendo acciones internacionales en beneficio de nuestra tierra. Y nunca nos olvidamos de quienes se quedaron en el camino, ni de quienes siguen desaparecidos. Nunca olvidamos a quienes nos dieron lecciones de vida consecuente.

Tampoco nos olvidamos de que los anhelos mayoritarios de un pueblo no pueden acallarse, ni pueden someterse. Seguimos aprendiendo a no cometer errores y a no soportar abusos, injusticias y tropelías. 

Por todo aquello, no podemos olvidar. Debemos seguir soñando y seguir buscando con inteligencia y en paz,  un mañana mejor. 

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