
¡No tenemos políticos a la altura de la contingencia!
En una conversación con un economista, que por cierto es cercano al gobierno, tuve la oportunidad de compartir algunas reflexiones respecto a lo que está sucediendo en nuestro país. Para sorpresa de quienes estábamos en aquel lugar, una máxima se alzó de modo radical, a saber: ¡No tenemos políticos a la altura de la contingencia!
Lo anterior, aunque pueda sonar extremo, es la muestra mas evidente de una sociedad colapsada políticamente. Sin embargo, algunos propondrán una mirada más conservadora, señalando que “siempre hay algo que rescatar”, aun cuando sepamos que no existe una elite político- intelectual a la altura, vale decir, que no tenemos una clase política que sea capaz de proponer una praxis cotidiana. Por consiguiente, el fenómeno que estamos experimentando, tiene algo de natural y legítimo, en tanto emerge como la necesaria respuesta a una clase política que ha olvidado el examen y la reflexión cotidiana, y que sencillamente se ha situado en la dinámica de la intransigencia, que poco o nada puede aportar, cuando la mayoría de las instituciones se encuentran profundamente cuestionadas.
Es así como se ve difícil un “oasis de esperanza” en medio de este “oasis de Latinoamérica”, pues se entiende con claridad que la ciudadanía sabe leer muy bien la actitud pragmática de las autoridades de turno. Sin embargo, hay que reconocer que este problema es de larga data, y que de alguna forma solo estamos siendo testigos de cómo el “milagro latinoamericano” debe ser reinterpretado en los tiempos que corren.
Luego de una hecatombe de declaraciones sin sentido, donde se nos invitaba a comprar flores; aprovechando que su valor estaba a la baja. A que nos levantáramos más temprano para “ser ayudados” con una rebaja en el sistema de transporte, y que ir a un centro de salud público a las 5 Am permitiría tener una alta vida social. ¿Qué mas podemos esperar?
El peso mediático de aquellas desafortunadas declaraciones fue minando mucho más la confianza en este gobierno, que si bien es cierto fue elegido en un sistema democrático, no ha sabido escuchar, y no ha pretendido ceder un solo milímetro en sus solitarias aspiraciones.
Según Immanuel Kant (1724-1804): “El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca”. Esta afirmación, en cuyo margen encontramos la crítica, puede permitirnos entender en parte, las líneas generales de la crisis en curso. A veces no se trata tan solo de imponer, sino también de proponer.
Sin lugar a duda, la gran tarea política será la reconstrucción del presente y el futuro; sin embargo, se vuelve una tarea difícil cuando no podemos reconocer con claridad a lideres con capacidad de acción y reflexión, que tengan una conciencia libre para conducir los destinos de nuestro país. Según Michel Foucault (1926-1984): “La libertad es la condición ontológica de la ética; pero la ética es la forma reflexiva que adopta la libertad”.
Finalmente, recordemos otra afirmación Kantiana, a saber: “La conciencia es un instinto que nos lleva a juzgarnos a la luz de las leyes morales”. Ojalá este principio elemental de la Ética Kantiana pueda iluminar en parte los destinos de nuestro país, y permitirnos entender, además, que no existe progreso verdadero sin un actuar político eficaz.
Una inmensa verdad!!!
Que se vayan todos.