«Somos naturaleza. Poner al dinero como bien supremo nos conduce a la catástrofe»

José Luis Sampedro

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NUEVA CONSTITUCION PARA EL NUEVO CHILE.

Miguel Ángel San Martín

Periodista. Especial para La Ventana Ciudadana, desde Madrid, España.

El lunes se produce el momento histórico en que la Convención Constitucional cierra su trabajo y entrega al Presidente de la República el texto de la nueva Constitución para Chile. El documento ha sido aprobado artículo por artículo por los Constituyentes, recibiendo cada uno contundente mayoría dentro de quienes tuvieron el honor y la responsabilidad de cumplir con el clamor de nuestro pueblo.

          Es importante destacar esto de las mayorías en el proceso de aprobación interna, puesto que en la Convención Constitucional participaron representantes de muchas tendencias, ideologías, credos y estatus social. Por lo tanto, las aprobaciones significan consensos transversales que auguran la validación del documento en el plebiscito del 4 de septiembre próximo.

          Siempre lo dijimos, desde el primer instante, de que lo más importante es el producto que se iba a conseguir en la experiencia inédita de hacer una Constitución bajo las preferencias democráticas demostradas por los ciudadanos.   En primer lugar, en el plebiscito en que se decidió que queríamos  una nueva Constitución que sustituyera la de 1980. La inmensa mayoría votó que si. Luego, ante la necesidad de elegir a quienes integraran la Convención Constitucional destinada a la redacción de la Carta Magna, también los ciudadanos expresaron democráticamente su decisión, masiva y contundente.

          Ha sido una experiencia única en el mundo que un país decidiera hacer su Constitución  mediante un proceso democrático de tanta envergadura participativa, contando además con una paridad de género entre los elegidos.  Y, como un importante elemento a considerar, también se estableció la obligatoriedad de que en la citada Convención estuvieran presentes,  con todos los derechos, representantes de pueblos originarios.

          Como decimos, el lunes se hará entrega del producto de esta histórica decisión. Ahorta, considero una obligación que todos los ciudadanos leamos el documento final, lo estudiemos y analicemos en profundidad, porque será la Carta Magna que nos regirá durante muchos años. Y esa es una responsabilidad ciudadana a la cual debemos responder.

          Estamos en presencia de un momento trascendental para el futuro de nuestro país. Necesitamos un nuevo marco jurídico que nos cobije en las relaciones sociales del nuevo Chile.  Y debemos tomarnos muy en serio la tarea que la Patria nos propone. Por lo tanto, debemos acudir informadamente a las urnas el 4 de septiembre, porque tal expresión máxima de la democracia nos demuestra que todos somos iguales, que nuestro voto es tomado en cuenta y que participamos con responsabilidad.

          Debemos leer la nueva Constitución y no dejarnos influir por mentiras, por manipulaciones interesadas que han intentado desde el primer momento desprestigiar a los Convencionales Constituyentes, con el único objetivo de deslegitimar al documento final. No podemos negar que en el interior de la Convención hubo elementos que se extralimitaron en la farándula, en la sinrazón. Pero fue un grupúsculo muy minoritario, sin escrúpulos, cuya actuación no tuvo injerencia en la tarea encomendada.

          En definitiva, lo importante es tener una nueva Constitución de acuerdo con lo que decidimos masiva y democráticamente. Que ha sido elaborada por quienes elegimos también masiva y democráticamente. La Carta Magna, que ahora debemos aprobar igualmente en forma masiva, es un documento moderno que responde a las inquietudes y necesidades de la gran mayoría ciudadana, es muy transversal y recoge aportes provenientes de la legislación de diversos países de mayor entidad, convirtiéndose en la puerta de entrada de un nuevo sistema de convivencia social. Sin desigualdades, sin injusticias, sin corrupciones, con equidad de género y de oportunidades. O sea, un nuevo sistema de convivencia para un nuevo Chile. Puede que tengamos alguna duda razonable, pero es el nuevo techo para nuestra casa común. Además, durante la marcha de la Historia, podremos ir acondicionándolo a las nuevas realidades que se vayan enfrentando. 

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