
OPINIÓN
Nuestra Responsabilidad Social
Maroto, Canadá.
Me referiré hoy a lo que corrientemente se denomina las minorías sociales; esos grupos humanos de menor número, que comparten alguna identidad o creencia y que por no tener llegada o influencia en los grupos de poder se ven marginados o estigmatizados simplemente por ser diferentes. Me refiero a las minorías raciales y étnicas, religiosas, de orientación sexual y cultural.
En particular escribo hoy teniendo en mente a los pueblos originarios (léase indígenas) y a gays y lesbianas (léase cualquier orientación que no sea heterosexual). Y porque ellos en particular? Porque me ha tocado trabajar de cerca con comunidades indígenas en Chile, Canadá, USA y México y además presenciar las diferencias de trato que las comunidades gays y lesbianas tienen en estos países; me ha tocado ver su realidad y sentir su vulnerabilidad. Me ha tocado ver los momentos difíciles a los que estas minorías se enfrentan solo para poder vivir de acuerdo a sus costumbres ancestrales o asumiendo abiertamente su orientación sexual; he constatado los grandes desafíos que la sociedad les impone, como una suerte de precio que deben pagar o prueba que deben pasar para vivir en sintonía con su historia o su ser natural.
Y además porque hoy ambos grupos están presentes en la agenda Chilena. Los Mapuches por sus reclamaciones territoriales y los hechos de violencia a los que de manera injustamente generalizada se les asocia; y los gays y lesbianas por la lucha que organizaciones civiles dan permanentemente para obtener el reconocimiento de sus derechos.
Con tristeza veo como en la mayor parte de los países (y Chile no es una excepción) se mira a los pueblos originarios con menosprecio; se reniega de ellos, del lugar que ocupan en nuestro pasado y del que debieran tener en nuestro futuro. Se les desconocen sus derechos a través de la postergación permanente; se les hace responsable de sus padecimientos y del lugar social, económico y cultural en que hoy se encuentran. Se olvida que ellos estuvieron primero en esos territorios que reclaman como propios; que ellos fueron colonizados y convertidos en contra de su voluntad; se olvida que fueron diezmados por las enfermedades del mundo «civilizado» y casi exterminados por la necesidad de los colonos de vivir «pacíficamente» en lo que una vez fueron sus territorios. Se olvida que la sociedad, nuestra sociedad, tiene una deuda con ellos, lo que no equivale a un cheque en blanco, pero si a una gran responsabilidad en el respeto de sus derechos.
Con preocupación y a la vez algo de esperanza observo la discusión que nuestro Chile tiene sobre el lugar y los derechos de quienes tienen una orientación sexual distinta. Esperanza, porque desde la distancia observo un cambio; una mayor apertura de mente y de espíritu hacia quienes quieren vivir su sexualidad de manera abierta y sincera. Una mayor capacidad de aceptar que en la diversidad hay una oportunidad de crecer. Sin embargo, con preocupación porque veo que aún hay en nuestra sociedad aquellos que se sienten dueños de la verdad y quieren imponerla sobre todos nosotros. Aquellos que se sienten con el derecho de decidir que es bueno y que es malo; que es aceptable y que no lo es; que está permitido y que esta fuera del supuesto orden natural de las cosas. Aquellos auto-declarados custodios de la religión y la moral, que pretenden imponer más que dialogar.
Todavía nos queda un largo camino por recorrer; y quisiera invitarlos a recorrer este camino teniendo presente nuestra responsabilidad social y cuatro maneras sencillas de expresarla:
Dejemos de ser peyorativos y enseñémosles a nuestros hijos a no serlo. Los Mapuches nos son indios de mierda ni los gays maricas. Los Mapuches nos son flojos por naturaleza, ni los gays pervertidos, ni las lesbianas unas sueltas. Los mapuches no son violentistas ni terroristas, ni las comunidades gays y lesbianas un sinónimo de perdición. Nuestros pueblos originarios y las personas con una orientación sexual distinta son seres humanos como cualquiera de nosotros, con el derecho a vivir plenamente sus vidas y se merecen, como todos nosotros, un trato digno y respetuoso.
Eduquémonos y creemos conciencia. Aprendamos de nuestros pueblos originarios; de su cultura y cosmovisión; de su historia. Hagamos un esfuerzo por entender su frustración acumulada por siglos e informémonos acerca de sus luchas y reivindicaciones. Leamos acerca de la orientación sexual como tema y no como slogan panfletario y de como esta no es una opción sino que un regalo con el cual se nace. Desaprendamos aquellos prejuicios que por tantos años nuestra sociedad ha arrastrado y que marcan nuestra relación con los pueblos originarios y con personas de una orientación sexual distinta a la nuestra. Y transmitamos a nuestros hijos el valor de nuestras raíces, de nuestros antepasados y de todos los seres humanos.
Enorgullezcámonos de nuestros pueblos originarios porque son ellos realmente los que con esfuerzo y sabiduría transformaron Chile de Norte a Sur en una tierra próspera, haciéndolo su hogar. Los Diaguitas del Norte, los Mapuches del Sur y los Yaganes de la Patagonia son parte esencial de nuestra historia y depende de nosotros que también sean parte de nuestro futuro. Enorgullezcámonos de aquellos que deben luchar por tener los mismos derechos que nosotros hemos tenido sin esfuerzo. El derecho a vivir abiertamente y en congruencia con nuestro ser, sin esconderse; libremente en pareja, a casarse y formar una familia.
Y por sobre todo, pongámonos siempre en el lugar del otro antes de juzgar o de emitir una opinión. Y hagámoslo no porque sea “lo correcto” o porque para algunos sea un “deber Cristiano” sino porque es un deber humano. Preguntémonos siempre: y si yo fuera Mapuche? Y si mi mejor amigo fuera miembro de un pueblo originario? Y si mi hijo fuera gay o mi hermana fuera lesbiana? Los haría esto mejores o peores personas o ciudadanos de segunda categoría? Me gustaría acaso que a mi hijo gay le negaran el derecho a casarse o tener una familia? No me causaría un profundo dolor ver que no dejaran a mi hijo o hija, hermano o hermana SER solo por tener una orientación sexual distinta? O los maltrataran verbalmente solo por ser Mapuche?
Si hacemos diariamente el esfuerzo por educarnos, ser más respetuosos, estar informados, ser conscientes del valor de nuestra historia y de cada ser humano y vivir abiertos a ponernos en el lugar de nuestros hermanos, estaremos aportando nuestro grano de arena para construir un Chile mejor, más justo, solidario e igualitario.
Muy buen artículo, expresa de manera sencilla y cercana una realidad difícil. En Chile, se ha avanzado más en el último tiempo para las personas con orientación sexual distinta, hay mayor espacio, hay más reconocimiento, si bien aún queda mucho por caminar.
Para los pueblos originarios, los Mapuches, la realidad se ha vuelto muy dura, muchas veces injustamente catalogados y una sociedad que no empatiza ni los entiende. A mi modo de ver un Estado que tampoco ha dado pasos en este sentido a través del Gobierno de turno. El camino por hacer aquí es más largo aún .
Las recomendaciones si bien parecen sencillas, representan un desafío. Me llevan a pensar en la educación de los colegios, qué importante es que fueran parte de lo que se entrega en la educación desde la más tierna infancia. Alguien dijo que la guerra nace de nuestras mentes, y por ende hay que educar desde pequeños/as para La Paz, lo mismo pienso en relación a la No discriminación.
Para las y los adultas/os que somos hoy representan una decisión consciente y voluntaria, de nuestra voluntad, para actuar en ese sentido.