
Pelando la cebolla.
El escritor alemán Günther Grass, autor de la célebre novela “El tambor de hojalata”, en la etapa ya madura de su vida publicó su libro autobiográfico “Pelando la cebolla”. En el relato, el narrador va levantando cada una de las capas de su vida como si fueran las del reconocido bulbo dando a conocer aspectos personales que hasta entonces eran desconocidos por lectores, críticos y académicos.
Así, reconoce su temprana afiliación (a los 15 años) a las “Juventudes Hitlerianas” reconociéndolo expresamente: “Con el paso del tiempo empecé a darme cuenta, aunque todavía dubitativamente, de que desconocía o, dicho con mayor precisión no quería admitir, que yo había estado envuelto en un asunto criminal, cuya carga con los años no disminuía ni era posible enterrar en el olvido”.
En el fragor de la campaña presidencial chilena, las agresiones verbales, falsas e injuriosas, se han cruzado de lado a lado, no, por supuesto por parte de los postulantes que se preocupan con esmero de guardar los buenos modales sino de sus secuaces que a diario se extralimitan aprovechando el anonimato que les ofrecen las redes sociales.
El pasado jueves 14 de diciembre, el periodista Mauricio Weibel Barahona (el mismo que un par de años atrás dio a conocer el gigantesco fraude financiero del Ejército), dio a conocer en exclusiva, en facsímil, el documento que revela la afiliación de Michael Kast Schindele, padre del actual candidato José Antonio Kast Rist, al Partido Nacional Socialista Obrero Alemán en 1924.
El hecho noticioso en sí mismo no debería sorprender ya que parece indiscutible que en la Alemania nazi el régimen de Adolf Hitler logró captar la adhesión mayoritaria de una población que vivía las humillaciones y la pobreza causadas por las condiciones leoninas que le fueron impuestas por las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial. Exacerbar el espíritu nacionalista, ofrecer un nuevo Reich, identificar a un enemigo concreto como era el pueblo judío, eran todas condiciones propicias para cultivar un fanatismo que no reconoció límites de ninguna especie.
En las redes sociales, decenas de adherentes a José Antonio Kast han afirmado categóricamente que en la Alemania nazi las personas eran obligadas a afiliarse al partido. Demos por barato que así fue. También es posible que el miedo o el acomodamiento les hayan llevado a guardar silencio ante las atrocidades que ocurrían frente a sus ojos. Pero, después de “la caída” surge una pregunta inevitable que se la plantean Grass y muchos más: ¿Cómo es posible que no nos diéramos cuenta de lo que estaba sucediendo?
En la Alemania de hoy, los visitantes pueden ir a los campos de concentración y exterminio, que se conservan intactos, y sorprenderse al ver a centenares de escolares con sus profesores que los recorren en una lección en vivo que permite rememorar las atrocidades que ahí se cometieron. La historia se enfrenta para que se haga carne el “nunca más”.
Sin duda que no procede enjuiciar ese pasado remoto de Michael ya que no se dispone de los elementos de juicio indispensables. Improcedente es también enjuiciar a José Antonio ya que, por un principio básico de Derecho Penal, las responsabilidades son personales. Así de simple.
Pero, nos quedan muchos “peros” que aclarar.
El primer antecedente, es el relativo a los 72 detenidos desaparecidos en la localidad de Paine, cuya causa permanece sin cerrase y en la que aparecen como imputados por haber facilitados los medios (vehículos) para la comisión del delito, tanto el aludido Michael (fallecido durante el transcurso del juicio) como su hijo Christian (hermano de José Antonio).
Sin embargo, un viejo refrán popular aporta un punto de vista interesante sobre la materia: “Dime con quién andas y te diré quién eres”.
En la Corte del ahora candidato presidencial, aparecen el diputado electo Gonzalo de la Carrera, deudor de pensiones alimenticias y denunciado por malos tratos a su mujer y a sus hijos; Johannes Kaiser, también diputado electo, promotor del libre porte de armas, autor y financista de inserto en El Mercurio (11.09.2019) en celebración del golpe de Estado, justificador de las ejecuciones de Pisagua bajo la dictadura, calificador de las mujeres como “orates que no debieran tener derecho a voto”; Rojo Edwards, senador electo, quien calificó las luchas por los derechos de las mujeres como acciones “neomarxistas”; Gloria Naveillán quien calificó a Camilo Catrillanca como “maldito delincuente” y a la presidencia de Piñera como “un gobierno falto de pantalones, cobarde y maricón (sic)”. Si se sitúa lo dicho en el marco del planteamiento de un candidato que pretende tener la facultad permanente de privar de libertad sin control judicial a cualquier persona en recintos que no sean cárceles ni lugares destinados a prisión, que promete construir zanjas en la frontera para impedir el acceso de inmigrantes informales, que retirará al país de las Naciones Unidas, que estima injustas las condenas a Miguel Krassnoff (680 años de cárcel en decenas procesos diversos), parece quedar claro de qué se está hablando. Los ciudadanos, al ejercer sus derechos el próximo 19 de diciembre, tienen la obligación moral de sopesar debidamente todos estos antecedentes asumiendo sus personales responsabilidades. De nada servirá más tarde la queja llorosa diciendo: “Yo nunca me imaginé que esto podía ocurrir”..
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