
PÉRDIDA DE PRINCIPIOS Y VALORES EN NUESTRA SOCIEDAD
Toda sociedad se rige por principios y valores éticos, lo cual les permite un desarrollo armónico y una sana convivencia social. Así ha sido desde siempre, pero ello no significa que estos valores perduren idénticos con el paso de los años, pues van cambiando junto a la sociedad.
El siglo XX marcó una etapa importante en el desarrollo y progreso de la humanidad y, por cierto de nuestro país, con cambios revolucionarios, inventos que permitieron mayor confort y bienestar, así como otros que trajeron destrucción y muerte como las dos guerras mundiales y el invento de armas letales como la bomba atómica. En el plano político, tanto nacional como internacional, dictaduras y gobiernos nefastos. Pese a todo ello las sociedades fueron evolucionando a través de valores éticos y morales para crear un mundo mejor, donde sus integrantes vivieran en armonía y paz.
Sin perjuicio de lo señalado, pudimos observar atisbos de vulnerar no la convivencia social, sino aquellos valores y principios que inspiran y sustentan a nuestras instituciones públicas y privadas, no fue algo generalizado, sólo hechos aislados, que pese a la condena de la sociedad y de los tribunales, han continuado hasta el día de hoy. Todo esto afecta fuertemente a la comunidad nacional y preocupa, pese a la creación de organismos técnicos como el Consejo de la Transparencia y otros.
Los organismos del Estado tienen por misión dar cumplimiento a los objetivos que los textos legales establecieron para su constitución, señalando fundamentos y principios que deben cumplirse. Cuando ello no se realiza o se vulneran por quienes están obligados a hacerlo, estamos en presencia de hechos graves que son objeto de la sanción de la propia comunidad y hasta de los tribunales.
También nos encontramos con instituciones privadas o públicas del más variado carácter, en las cuales sus directivos o integrantes, no acatan sus directrices, incumplen sus obligaciones y, en virtud de ello, comprometen a sus organizaciones, pues muchas de sus actuaciones no son sólo afectan al objetivo social que ellas tienen, sino que son constitutivas de delitos y, por consiguiente, los vemos enfrentados no sólo al juzgamiento de los tribunales, sino de la sociedad a raíz de la difusión que de los hechos hacen los medios de comunicación.
Lamentablemente, estamos siendo testigos de hechos condenables, en los cuales autoridades políticas, religiosas, empresarios y numerosos otros sectores de la sociedad, se han olvidado de los principios éticos y morales de sus respectivas instituciones, para cometer ilícitos a fin de obtener beneficios económicos de manera irregular, o incurrir actos reñidos con la moral y las buenas costumbres.
Una benemérita institución, Bomberos de Chile, por más de 160 años ha prestado al país un servicio voluntario y abnegado para proteger la vida y bienes de los habitantes del país, de manera totalmente voluntaria y ha tenido como respuesta el reconocimiento y confianza total de la comunidad nacional de manera permanente. Este año logró nuevamente tal distinción después del combate sin descanso a los grandes incendios forestales que afectaron a la zona centro sur del país. Pero este limpio desempeño se vio afectado por la determinación de un Cuerpo de Bomberos de la región del Bío Bío, que vulneró no sólo una ley, sino uno de los principios fundacionales de la institución.
En efecto, desde la creación del primer Cuerpo de Bomberos de Chile, en Valparaíso, el 30 de junio de 1851, se señaló que su objetivo era la protección de la vida y bienes de los habitantes de sus respectivas comunidades frente a las emergencias de incendios u otros hechos de la naturaleza que las afectaran y que se atenderían de manera voluntaria por sus integrantes, sin retribución económica alguna, aún a riesgo de su propia vida. Este es un acto de amor a la humanidad que escasas instituciones en el mundo asumen con gran determinación, y que en nuestro país ya tiene 320 mártires caídos en el cumplimiento del deber libremente asumido.
El mencionado Cuerpo de Bomberos, contrariando la historia de acciones humanitarias de la institución, concurrió a atender un incendio a una industria. Su autoridad bomberil se permitió cobrar una elevada suma y pagar una parte ella a los voluntarios que allí acudieron, con lo cual enlodó una larga trayectoria de los Bomberos de Chile, al transgredir los principios de servir, en cualquier emergencia, en forma voluntaria y gratuita. Este hecho lamentable es un caso aislado, pero nos muestra cómo algunas personas de tan benemérita institución de servicio público voluntario, están apareciendo, al igual que otras entidades y servicios públicos, todo lo cual son síntomas evidentes de pérdida de principios y valores éticos.
Mucho se ha profundizado sobre los fundamentos filosóficos y sociológicos de la ética y de los valores, pero a la luz pública resalta que su transgresión es motivo de repudio y sanción, como precisamente está ocurriendo con dicho Cuerpo de Bomberos. Afortunadamente, voces de distintas procedencias y publicaciones de distintos medios, continúan dando su respaldo a los Bomberos que siguen laborando fundados en estos principios y valores.
Esperamos que esto sea un hecho aislado y no la contaminación que está afectando a otras instituciones del país.
Hace falta una política, que utilice todos los medios de comunicación, formales e informales para contrarrestar la corriente de disvalores que se muestran y que, quiérase o no, cautivan a mucha gente, que se admira y hasta respalda los actos de violencia, que incluso afectan a la autoridad. El acto de pintar con mensajes ilegibles o ensuciar paredes, son actos que no son propios de nuestra idiosincrasia, que lamentablemente, porque no hay una política global educativa en cuanto a respeto y cultivo de los altos valores que antaño fueron la característica de nuestros conciudadanos. Debemos enfocarnos a recuperar el sitial que siempre tuvo el cultivo de los principios y valores tanto sociales como patrios.
GRAN LECCIÓN DE ÉTICA Y MORAL.