
¿Qué lugar ocupa la poesía en las librerías de Concepción?
Al plantearme esta pregunta tan cotidiana encontré respuesta en la mayoría de las librerías tradicionales de la ciudad, con esto me refiero a las que son parte de un conglomerado o cadena y que ponen en sus estanterías muchos libros frente a los cuales aplica la afirmación: “Un gran mar extenso pero con un milímetro de profundidad”. Ahora bien, no es que me considere un heterodoxo epocal, al más puro sentido de Imannuel Kant. Es solo que hago una revisión visual en cada una de las librerías que visito y siempre los libros de poesía se encuentran relegados al último rincón, llenos de polvo y escondidos, esto quizá nos permita entender por qué nos encontramos tan mal como sociedad.
El abandono de la reflexión y el diálogo son cuestiones evidentes en la era de la tecnología, en muchos sentidos la tecnología ha ido superando a lo real, ¿Pero podremos superar al libro?
La poesía emerge siempre con un significado metafísico, nos permite abrirnos a la puerta de lo real en cuanto real para ir desentrañando el misterio de la vida. Así lo he sentido cada vez que visito una librería, pero para llegar a eso he tenido que sumergirme en el rincón más oscuro en donde solo la luz del arte creador de la poesía ha podido soslayar el misterio de la ausencia de ilustración.
La poesía es en cierto sentido una aufklärung algo que en sentido Kantiano seria “salir de una minoría de edad” de este modo resuena el lema propio de la ilustración Sapere Aude Atrévete a usar tu propia razón, una razón autónoma, individual, independiente de toda quimera, dispuesta a la apertura real a lo real.
Pensar poéticamente me ha permitido ir observando detalladamente mi entorno, descubrir el sentido profundo que posee el amor y la verdad. Abrirme a una dinámica del pensamiento tal que estas mismas líneas son brevemente pensadas, pues provienen de una razón libre y sin parangón. Pensar es de algún modo alejarse del todo para poseer el todo, hacer poesía es salir al encuentro de lo que no puede ser encontrado, pues la misma búsqueda presupone un hallarse-en, misterioso, inequívoco, radical, profundo, metafísico y trascendental.
Los estantes que se encuentran alejados de todo esperan, buscan a otro que pueda entrar en relación, buscan a un misterioso ser que se les aproxime con elocuencia y sencillez para que pueda abrirse totalmente a la dinámica dialógica y relacional.
Tomar un libro de poesía es mirar por la ventana de la racionalidad critica, es respirar en la aurora, es develar, atrapar, contextualizar y demarcar como diría mi gran amigo poeta y académico penquista Tulio Mendoza Belio.
En sus propias palabras:
“Nadie va a hablar de belleza”, dice el Poeta*,
pero la trizadura viene de Dios
y Dios es belleza.
Pienso, entonces, en esas bocas
que se buscan”.
*Del poema ‘A unas muchachas que hacen eso en lo escuro’, del poeta Gonzalo Rojas.
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