Ramón Riquelme Acevedo: la partida del poeta guardador de la palabra
Ha fallecido nuestro entrañable amigo, poeta y crítico literario, Ramón Riquelme Acevedo [1933-2018]. Recién habíamos terminado los detalles de la edición de lo que sería su próximo libro, “Verbo” [Ediciones Etcétera], obra que obtuviera una beca de creación literaria del Consejo Nacional del Libro y la Lectura. Un accidente doméstico absurdo le quitó la vida. Desde España, el poeta y artista visual Juan Carlos Mestre expresó: “Ramón era, es, lo será siempre un poeta literalmente irrepetible, hondo, civil, conmovedor y necesario, y una persona honrada y comprometida con lo más desafiante y luminoso de la dignidad humana. Abrazos a las amigas y amigos que lo quisieron y respetaron, y el mayor de los elogios para el hombre libre y luchador que fue. Descanse el amigo inolvidable en las tierras bellas de su querido Quinchamalí.”
Profundas y motivadoras palabras en la hora del dolor y la tristeza de la pérdida y que confirman lo importante que fue su presencia entre nosotros como ejemplo de esas cualidades tan escasas en esta sociedad que seguirá desmoronándose si no escuchamos lo que nos dice la poesía, esa “otra voz” que es “testimonio de los sentidos”, como señaló el premio Nobel mexicano Octavio Paz.
Esta nueva obra que publicaremos prontamente, está dividida en cinco partes: 1. Pórtico, 2. Verbo, 3. La estrella mayor, 4. Retrato de la memoria y 5. Del día a la noche. “Verbo” fue el título elegido por Ramón Riquelme. El nombre engloba las características fundamentales de la palabra. El Diccionario de la Lengua Española (ahora DLE) señala, entre otras acepciones, las siguientes: 1.m Sonido o sonidos que expresan una idea; 3. Segunda persona de la Santísima Trinidad y 4.m Gram. Clase de palabras que puede tener variación de persona, número, tiempo, modo y aspecto. Estas tres ideas están en la base misma de la lengua, materia prima con la cual trabaja el poeta: a) nivel fónico: “sonido más sentido”, según Paul Valéry; b) lo sacro-místico-religioso, en un sentido amplio: religar, volver a unir; las analogías, las correspondencias de Baudelaire y c) la palabra como canto de acción, la vinculación vida-poesía (Rimbaud-Gonzalo Rojas-Eduardo Anguita).
La interesante, sugerente e iluminadora entrevista que el periodista Pacián Martínez Muñoz realizó al poeta Ramón Riquelme Acevedo (y que se incluye en la sección Anexos de este libro), da a conocer, ilustra y sitúa aspectos muy relevantes de la vida y obra del autor y de su pensamiento poético y político, todo lo cual dialoga íntimamente con su poesía. Se diría que, como el mismo poeta señala: “…, estoy de acuerdo en que en mi obra están presentes, entre otros temas, la crónica de vida, la realidad cotidiana, el amor, el erotismo, el compromiso político, la vejez, el paso del tiempo, la muerte, la solidaridad hacia los demás, e incluso el humor…” Y en relación a la dimensión ética de su poesía (“la moral del lenguaje”, según Roland Barthes), el poeta de Los castigos nos dice como testimonio de su propia experiencia: “También puedo afirmar fehacientemente, desde mi propia visión del oficio, que el arte en general debe encaminarse a establecer un orden moral y a elevar la naturaleza imperfecta del ser humano. Sin embargo, hoy en Chile, particularmente en la manera de novelar, se advierte una enorme decadencia valórica, lo que de alguna manera está en concordancia con la dispersión de las líneas éticas en las sociedades actuales.”
En relación a los aspectos formales de esta escritura y a su inserción dentro de la tradición poética, me parecen ilustrativas las siguientes palabras del destacado poeta, investigador, Premio Fundación Pablo Neruda, Tomás Harris al comentar el libro Los castigos: “… el poema se estructura bajo la forma del fragmento, tanto en la ocupación de la página como en la ocupación del verso. Una escritura al borde del silencio que da cuenta que el texto breve es una presencia en tanto forma de decir, cuyo desarrollo, a partir fundamentalmente de Armando Uribe Arce, presenta una dialéctica de despliegue textual en nuestra historia poética.” En los poemas de Ramón Riquelme Acevedo siempre sucede algo, es decir, el brevísimo carácter narrativo que tienen sus textos, nos muestra en su unidad, en su cohesión y coherencia, en la continuidad de su desarrollo, en su necesaria recurrencia, el elemento sorpresa que gatilla la significación mayor de sus formas condensadas. Hay una suerte de espera para romper un encantamiento. Muchos de sus poemas exponen una comparación o simplemente el contacto entre dos realidades o asuntos cuya resolución es, precisamente, la significación mayor del texto.
En la contraportada de Los castigos, la recordada poeta Eliana Navarro escribe este significativo fragmento: “¿Qué magia existe en la poesía de Ramón Riquelme, que encadena al lector y lo deslumbra? Las palabras que usa son simples, el metro es corto, la estrofa breve, pero con esos elementos, él crea una atmósfera poética honda, penetrante, que nos traspasa con el fulgor de su verdad. El dolor está presente y su tono asordinado lo hace más lacerante, como si las heridas que se pretende considerar sin exageración, se volvieran más vivas en esa oscuridad del semisilencio. Su palabra siempre rigurosa, ajena a todo artificio, es sólo una puerta, un camino que nos conduce insensiblemente hacia la intensidad de su mundo interior, de sus dolorosas experiencias, de su amor por la humanidad sufriente, de su esperanza en Dios.”
El poeta Luis Contreras Jara lo recuerda así en una nota en las redes sociales: “Ramón era reflexivo y certero en sus juicios sobre la historia que vivíamos; soportó torturas con entereza a pesar de su fragilidad física, producto de una poliomielitis que lo invadió cuando niño. Cuando se publicó “Desde el Muro” en 1988, mi primer libro, escrito en la cárcel, Ramón fue el prologuista. Cultivamos una amistad fraterna y sincera todos los años sucesivos. Nos hará mucha falta este hermano, echaremos de menos sus conocimientos, sus comentarios; los clásicos “pelambres” que nos hacían reír; era un libro abierto y un lector voraz. Para el Día Internacional del Libro reciente, la filial Ñuble de la Sociedad de Escritores de Chile, rindió un homenaje a su obra caudalosa y respetable.
La poesía de Ramón Riquelme Acevedo se nos presenta como una toma de conciencia de la realidad que nos rodea, acosa y decepciona y, por otra parte y por lo mismo, se abre hacia la esperanza de un mundo mejor, porque las rosas vuelvan a ser lo que son. Esa es la misión del poeta, ese el centro neurálgico de esta escritura. Su inquietante brevedad y delgadez física, podría ser la metáfora de un puñal acerado que punza por abrirse paso en las esferas de nuestro intelecto y de nuestros sentimientos. Como todo lo que hallamos en ella es un sostenido canto humano, podemos decir, parafraseando a Terencio, el cómico latino, que nada de ella nos es ajeno. Por ello, Ramón Riquelme Acevedo, el poeta guardador de la palabra, el poeta del silencio luminoso, el amigo sincero que nos dio su mano franca, como diría José Martí, puede entregarnos un verbo hecho carne y alma en nosotros mismos. Porque escribió y vivió seguirá habitando en nuestros corazones.
Gran Homenaje, fina descripción de la obra de un poeta, el que sin lugar a dudas deberá estar entre los grandes de las letras Chilenas.
Gracias Maestro, sus artículos se extrañan.
Muy buen Homenaje a este gran artista de las letras y de la vida!!!
Gracias a usted por lectura atenta !!!