
Riesgos socio naturales en un país de desarrollo medio
Hace un año me trasladé de la ciudad de Concepción Chile a Chillán, ambas con una historia común de terremotos, en el caso de Concepción/Talcahuano/Tome (Dichato) cercana a la costa y con experiencias de tsunami. Chillán, en cambio, en la proximidad volcánica.
En la materia, la institucionalidad país como la conciencia comunitaria denota prevención y saber popular frente a las amenazas descritas. De hecho, en la historia del siglo XX y XXI, el impacto de desastres en muerte ha disminuido notablemente junto a construcciones técnicamente más potente o antisísmicas.
La institucionalidad nacional destaca en todo esto, en particular, en materia de reconstrucción de mediano y largo plazo, como el caso de la construcción de palafitos fortalecidos en las caletas costeras de estos territorios post terremoto y tsunami del 2010, considerando la relación vivencial de hogar y trabajo propias de la pesca artesanal y su vida comunitaria ligada al mar.
Para el caso del área volcánica es frecuente el monitoreo por organismos especializados del Estado, las alarmas preventivas y cierres de perímetros frentes a la posibilidad de una erupción. Por cierto, al respecto, nada está definido dado el carácter irruptivo de la naturaleza y la complejidad de la vida moderna y el crecimiento poblacional, que conlleva a sectores de la población con menores recursos a zonas de mayor riesgo, por el carácter de la amenaza y su mayor grado de vulnerabilidad físico social y psicológico.
En este marco, un desafío país es mejorar la redistribución del ingreso, que permita a los más desventajado mejorar sus condiciones de vida y grado de vulnerabilidad asociada.
Lo anterior como visión retrospectiva, hoy en Chillán, ciudad ubicada en el centro de nuestro largo país y a cien kilómetros de la costa y otros tantos, pero menos, de la cordillera y su majestuosidad invernal, mi mirada se centra en acontecimientos socio naturales de reciente data que se hacen frecuente y frente a los cuales la prevención, así como la experiencia institucional y técnica está más desmarcada, a pesar de la existencia de recursos materiales y humanos potenciales.
Se trata de un número cada vez más mayor de trombas marinas y su llegada a través de vientos laterales al valle o los valles de los territorios antes dichos.
Las voladuras de techos y rupturas de vidrios como de materiales livianos de las construcciones habitacionales, comerciales y de servicios de las ciudades de Talcahuano, Concepción, Los Angeles (cercana Chillán y en situación geográfica semejante a esta última) representan un cúmulo de riesgos específicos, que dado su carácter focalizado y de impacto proporcionalmente menor no constituyen un riesgo asimilado en comparación al indicado en el párrafo antecedente. Sin embargo, de riesgo gravitante en sectores sociales de menores recursos o de recursos medios y en general en la población de las ciudades en las horas de vida laboral.
Aquí hay un déficit de respuesta de los distintos actores sociales e institucionales.
En Chile, una cuestión preocupante es la falta de vida comunitaria hoy centrada en la vida individual, lo que evita una consciencia comunitaria en la materia y genera una desidia institucional. Es fundamental, frente al riesgo de los desastres socio naturales la generación de un espíritu de cuerpo social. En ello la comunidad barrial y local es clave.
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