SOBREGIRO ECOLÓGICO
Terrible… estoy sobregirad@…….
Es frecuente (sucede hasta en las mejores familias) que el marido o la mujer ( o ambos) se sobregiren en el banco, lo que indica que están gastando más de lo que tienen. Felizmente, la entidad financiera tiene buen corazón y nos tiene autorizada una “línea de sobregiro”, la que nos permite superar el momento crítico aunque sea a costa de significativos intereses.
Pero ¿Puede el planeta Tierra sobregirarse?
Aunque parezca sorprendente, la respuesta es afirmativa. La Naturaleza, día a día, se va regenerando. Sin embargo, si el ser humano que la habita consume cada año más recursos que los que el planeta genera, está gastando su capital base y avanzando implacablemente hacia la pobreza que implica la destrucción del medio en que vivimos.
El pasado 8 de agosto, se lamentó (obvio que no puede celebrarse) el Día del Sobregiro de la Tierra, lo que, en términos muy simples, significa que los recursos generados por el ciclo natural de renovación, y que deberían bastarnos, a lo menos, para satisfacer nuestras demandas de todo el año 2016, los habíamos gastado a ese día. En 2015, nos duraron hasta el 13 de agosto, y este año nos duraron menos porque los terrícolas somos más y, desordenadamente, consumimos más generando mayores volúmenes de desechos. En la primera medición, efectuada en el 2000, los recursos alcanzaron hasta el 1 de octubre. Lamentablemente, nuestros canales de televisión (incluyendo la televisión pública y universitaria), no pudieron entregar esta información a sus televidentes dada la sobrecarga diaria de noticias acerca de asaltos y portonazos, de romances faranduleros y de los tacos que hacen sufrir a los capitalinos.
Para decirlo de otra manera, a partir de ese día, “la capacidad biológica de la tierra para regenerar recursos en forma renovable y absorber los desechos generados por el hombre (biocapacidad) ya no es suficiente para sostener las demandas de la población humana”.
Existe, a nivel planetario, un centro de investigación en esta materia, conocido como “Red Global de la Huella Ecológica” (Global Footprint Network, GFN) que hace los estudios correspondientes, y que está vinculada al Fondo Mundial para la Naturaleza, organización conocida por su sigla WWF y claramente identificable por la clásica figura de un panda.
Este trabajo se hace a través de lo que los científicos han denominado “la huella de carbono”, que corresponde a la totalidad de los “gases de efecto invernadero” (GEI), es decir es la medida del impacto que provocan las actividades del ser humano en el medio ambiente y que se mide en unidades de dióxido de carbono equivalente.
En este proceso de “mala conducta ambiental”, Chile no se ha quedado atrás. Si en 2015 pudimos resistir hasta el 28 de noviembre, el 2016 solo nos duraron los recursos hasta el 31 de octubre. Es útil tratar de graficar los datos a ver si con ello es posible que los homo sapiens contemporáneos tomen debida cuenta del problema. Si en 1970, los recursos generados fueron suficientes para abastecer a la población, en 2016 requeriríamos un planeta 60% más grande para alcanzar similar meta. Trágicos son los casos de Australia que requeriría recursos 5,4 veces mayores; Estados Unidos 4,8veces mayores, y Suiza y Corea del Sur 3,3 veces mayores.
Ricardo Bosshard, director para Chile de WWF, ha declarado: “Todo el mundo sabe y todo el mundo lo dice, pero ya ha llegado la hora de actuar en forma más concreta y decidida. Debemos revertir la tendencia de vivir más allá de los límites naturales de nuestro planeta y cambiar nuestra forma de consumir y relacionarnos con la naturaleza y sus recursos. La sociedad civil chilena ha demostrado que problemas como éstos efectivamente le preocupan, no por nada el medio ambiente fue uno de los temas más mencionados durante los encuentros del proceso constituyente. Por tanto, creemos que los tomadores de decisiones deben recoger con más velocidad y empatía estas legítimas demandas ciudadanas y generar los cambios necesarios”.
Este grave problema, al parecer jamás ha preocupado seriamente a los responsables de la “cosa pública”. La basura en calles y caminos; la mugre en ríos, esteros, canales y mar; la destrucción del bosque nativo y los incendios forestales; son testigos mudos de la indolencia de la ciudadanía y de las autoridades. Limitaciones o prohibiciones al uso de bolsas plásticas, resultan una burla si no hay un compromiso auténtico que eduque a la población y sancione a los infractores.
Mientras tanto, las personas que quieran asumir su pequeña cuota de responsabilidad, pueden empezar por tareas muy simples: cuidar el agua; evitar el consumo irresponsable de plásticos; economizar energía; separar y clasificar los residuos; caminar, usar bicicleta y transporte público.
Papá, mamá, abuelo, abuela ¿Por qué nosotros no lo hacemos?
Equipo <laventanaciudadana.cl>
Déjanos tu comentario: