«El mayor problema ecológico es la ilusión de que estamos separados de la naturaleza.»

Alan Watts.

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Yi Yi

Yi Yi, 2000, dir. Edward Yang

por Iván Ochoa Quezada

Recientemente, la BBC publicó una lista de las 100 mejores películas del siglo XXI, aunando el criterio de 177 expertos repartidos por todo el globo. De las diez primeras sólo me quedaba una por ver –una empresa más que gozosa y posible-, después de haberla soslayado por años aun sabiendo que es una joya de ese oscuro y subvalorado tesoro que es el cine asiático.

En Yi Yi confluyen muchos adjetivos contradictorios: es épica y mínima, simple y suntuosa. Da la impresión de relatar con desapego, y sin embargo su atención al detalle es sumamente compasiva y empática. Durante tres horas seguimos la historia de los miembros de una familia común y corriente, cuya única real diferencia con nosotros es vivir al otro lado del planeta. Partiendo desde un matrimonio que esconde dramas y dolores tras velos muy delgados, somos cómplices de encuentros con antiguos amores que remecen las fundaciones del presente, dificultades laborales, y enfermedades que, sin esperarlo, revelan los vacíos existenciales de quienes deben prestar cuidados.

Yang es un experto en pintar cuadros que en muchos otros contextos serían lánguidos e ininteresantes. Sabe que algunas de las claves para sostener cualquier historia, sea extraordinaria o de la más reveladora cotidianidad, son la honestidad y el humor. La película es una clase maestra sobre cómo relatar sin pretensiones, mas teniendo un sumo cuidado en ocupar todas las posibilidades que ofrece el lenguaje cinematográfico sin que los recursos llamen la atención a sí mismos. Siendo la historia una oda sincera a la vida diaria, a los dramas que cargamos sin darles mucho crédito cuando los vemos convertidos en historias, una aproximación efectista habría sido completamente disonante. Y sin embargo, la suntuosidad a la que aludía anteriormente se desprende de su escala y, curiosamente, su sobriedad: es una cinta sumamente sabia, elocuente, económica, y a ratos extraña – es capaz de mezclar una prosaica preparación de cena y la surreal imagen de un hombre jugando con palomas en el lobby de una oficina. Es por estos contrastes que se tiene la sensación de estar frente a una historia completa, y más que eso, un pequeño trozo de la vida misma.

Para visionar Yi Yi, recomiendo la edición en blu-ray/DVD de Criterion Collection, que además de gozar de excelente calidad de audio e imagen, trae una generosa colección de suplementos y documentales informativos.

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