
Chile, capital Santiago
Esteban Lobos, analista económico.
Existe una tendencia permanente en la vida en sociedad, y especialmente en la educación, a compartimentar las áreas como si la existencia humana estuviese constituida por fragmentos independientes. Pero las cosas no son así. Es evidente, por ejemplo, que las decisiones (o indecisiones políticas) tienen consecuencias en el campo económico. Si ello se da en lo coyuntural, en el día a día, también se da en la línea gruesa que marca y define el camino que el país se propone recorrer al menos en los próximos decenios.
Hay algunos síntomas a los cuales se debe prestar la debida atención. Están en las páginas de los diarios pero no logran alcanzar la significación que por su naturaleza les corresponde.
Uno, es el proyecto de reforma constitucional que posibilitaría la elección popular de los Intendentes Regionales. Un tema que, a primera vista, se ve como de fácil solución, permanece enredado y, si es que en el corto plazo se lograra desenredar, no tendrá sino consecuencias simbólicas más que prácticas. No se trata simplemente de “elegir” sino de definir qué atribuciones se darán a la autoridad electa dentro de un país que sigue siendo unitario y cuyo centro de poder (Santiago ¿de Chile?) se niega a soltar las riendas, se niega a regionalizar los recursos, se niega a autonomizar las decisiones.
Otro, es el afán enfermizo por crear nuevas regiones pues los “señores políticos” insisten en creer que, por el solo hecho de transformar las provincias en regiones y a un grupo de comunas en nuevas provincias, va a cambiar la realidad concreta de la vida local. Generar nuevas burocracias, a un costo de miles de millones de pesos, solo satisface los apetitos de los círculos de poder a través de lo que no es más que la satisfacción de un chovinismo provinciano.
Despedazar el territorio en áreas carentes de fuerza para enfrentar el poder central, es el sueño dorado del centralismo.
Un tercer síntoma. La tradicional fábrica de confites Calaf, empresa familiar de Talca, con casi un siglo de tradición, cierra y 220 trabajadores quedan cesantes. Fue adquirida por la CCU (Luksic) y vendida luego solamente la marca a Carozzi. Pero, no hay de que preocuparse: sus productos no desparecerán sino que ahora serán elaborados… en Santiago.
Un cuarto punto. El 27 de mayo de 2014, en Combarbalá, la Presidenta anuncia que, en cumplimiento de la Nº 24 de las 56 medidas a cumplir para los primeros cien días de su Gobierno, se enviará al Congreso el proyecto de ley sobre “Programa de Gestión Territorial y Zonas Rezagadas”. Un ex ministro de Estado queda al frente del equipo de asesores y metodólogos, responsables de identificar los territorios rezagados y de definir el modelo y las estrategias de intervención. Las “zonas de rezago” (provincias de Arauco, Cauquenes y Ranco; el Valle del Itata, Limarí, Choapa….) serán beneficiados a través de la creación de un “Fondo de Convergencia” como mecanismo de financiamiento. Hoy, todos los alcaldes de la provincia de Arauco denuncian que nada de esto está funcionando en la práctica. La superación de la inequidad territorial (lo que implica creación de actividades económicas que garanticen fuentes laborales permanentes y con remuneraciones dignas), al parecer deberá seguir esperando.
Lo anteriormente expuesto, es solo el panorama de la última semana.
Un crecimiento macrocefálico, que concentra en la capital prácticamente al 50% de la población del país, que presiona para integrar a Valparaíso / Viña y a Rancagua como sus áreas satélites, que mantiene en su territorio la mayor parte de la actividad manufacturera del país, que tiene radicada la parte más importante del área de servicios, que reúne el poder de decisión político, económico, financiero, comunicacional, a través de la localización de autoridades, jefaturas y gerencias, es simplemente un crecimiento irracional, patológico, que compromete gravemente un desarrollo armónico indispensable.
Obviamente, la primera responsabilidad en esta materia corresponde a las autoridades políticas, tanto de Gobierno como parlamentarias. La sola supresión para los senadores del requisito de residencia en su región, ha implicado que un número elevado de ellos asuma formalmente la representación del territorio por el cual fueron electos pero que, en la práctica, carezcan de un compromiso real y efectivo con éste. Grotesco resulta observar como ya se ha iniciado el reparto del país por parte de personajes carentes de todo vínculo con las realidades, problemas y desafíos regionales.
La regionalización, con la consiguiente descentralización administrativa, es un imperativo ineludible. Adoptar medidas de fondo que promuevan el desarrollo equilibrado del territorio, implica atreverse a mirar de otra manera al país.
Es claro que las autoridades políticas, de todos los sectores, no han estado a la altura. Lo hecho hasta ahora no es sino un ejemplo de gatopardismo, medidas aparentes que hacen posible que todo siga igual.
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