
DE CRISIS Y DEMOCRACIA
Las múltiples investigaciones penales y las redes sociales saturadas de denuncias por actos de corrupción dan cuenta que el servicio público ha llegado a confundirse por muchos como un servicio para los intereses privados. Esta errática conducta moral se manifiesta en conjunto con la incapacidad técnica para abordar una serie de problemas de políticas públicas. La situación se recrudece si consideramos que la actividad política se asume como un monopolio de clase cuyos miembros parecen querer ejercerla, salvo raras excepciones, de por vida. El mito de la democracia representativa no es más que un orden representativo. Ante esto fulguran movimientos, en cuya génesis encontramos muchas veces a los mismos herederos de los que ejercen el poder, pero que no han querido renovarse. Hay quienes reclaman la horizontalidad de las decisiones, sin líderes sino que sólo con voceros que canalizan un discurso que se supone representa a los colectivos y bases, pero que terminan siendo igual o más excluyentes y totalitarios incluso que los partidos políticos tradicionales que tanto critican.
Los profesionales de la política proclaman ante este escenario que la democracia está en peligro, cuando en realidad son ellos y sus cargos vitalicios los que están en riesgo.
La crisis política contemporánea constituye un nuevo episodio del contraste entre democracia real y democracia aparente. Los ciudadanos intentan reapropiarse de sus derechos cívicos produciéndose una brecha entre quienes concentran el poder y quienes tienen que padecer las consecuencias de las decisiones adoptadas por quienes carecen de la formación y experiencia respecto de lo que ocurre diariamente a cualquier persona ajena a la elite. Sin embargo, esta ciudadanía ha demostrado ser incapaz de articular un proyecto global a largo plazo, denotando simplemente una indignación pasajera que a lo más se manifiesta en la más inútil de las reacciones contra un poder constituido e institucionalizado: la abstención, el miserable silencio de los apáticos o un furibundo mensaje anónimo en las redes sociales. No se quieren comprometer. Prefieren ser comentaristas o testigos, pero nunca actores.
Aún así, el combate por la democracia real no es en vano. El sufragio universal, según el filósofo Jacques Rancière: “resulta ser una concesión arrebatada a un tipo de gobierno originalmente construido por la elites de fortuna y más cultivadas contra la idea misma de democracia, teniendo como equivalente el gobierno de los mejores y la defensa del orden de la propiedad. Es una forma mixta, nacida de la oligarquía, forzada a desviarse por la lucha por la democracia y perpetuamente reconquistada por esta oligarquía que propone los candidatos y a veces ciertas decisiones a la elección del cuerpo electoral”.
Mas crisis que democracia…
Qué institución se libra de estar en CRISIS ?
En Chile al menos, la democracia que nos costó tanto sacrificio, fue hipotecada por los partidos de la Concertación.
La ciudadanía fue entregada en las manos del Neoliberalismo.
Hoy no tenemos participación real, no tenemos representación parlamentaria y el gobierno juega como quiere con los parlamentarios, ineptos casi todos corruptos y en su mayoría ignorantes.
Perdimos hasta la historia.
Sin historia real, sin rescatarla, no tendremos ni dignidad ni saldremos de la crisis de la democracia.