«No podemos resolver la crisis climática sin cambiar nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos.»

Naomi Klein.

Actualmente nos leen en: Francia, Italia, España, Canadá, E.E.U.U., Argentina, Brasil, Colombia, Perú, México, Ecuador, Uruguay, Bolivia y Chile.

De formación y libertad.

En 1957, Gabriela Mistral escribía en la revista “Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura”, lo siguiente: “Ni el escritor, ni el artista, ni el sabio, ni el estudiante pueden cumplir su misión de ensanchar las fronteras del espíritu si sobre ellos pesa la amenaza de las fuerzas armadas, del estado gendarme que pretende dirigirlos. El trabajador intelectual no puede permanecer indiferente a la suerte de los pueblos, al derecho que tienen de expresar sus dudas y anhelos. América en su historia no representa sino la lucha pasada y presente de un mundo que busca en la libertad el triunfo del espíritu”. De allí que quienes han sido privilegiados con el acceso al conocimiento cabe la responsabilidad de ir más allá de la mera acción autómata de insertarse en una dinámica que propende la producción de bienes y servicios a cambio de una retribución y que pretende aletargar o adormecer las almas ciudadanas. Por eso la incumbencia que pesa sobre los hombros de aquellos que han podido educarse de manera continua para con la sociedad, para servir de caja de resonancia de las inquietudes populares. Como decía la poetisa: “Se sirve mejor al campesino, al obrero, a la mujer, al estudiante enseñándole a ser libre, porque se le respeta su dignidad”. Una dignidad que debe ir mucho más lejos que el sólo considerar a los seres humanos como un mero instrumento para la producción. Una dignidad mucho más profunda que someterlos a permanentes procesos de perfeccionamiento para mejorar lo que confeccionan, lo que hacen, pero no para que aprendan a sentirse y para que sean realmente libres para desenvolverse, para expresarse y para vivir como quieren y sienten. Esta dignidad que ha sido avasallada por cuanto es peligrosa, pretendiéndose el que nos mantengamos en la esfera de la servidumbre de aquellos que poseen los medios para imponerse y hacerse escuchar. Para que optemos siempre por lo que ellos proponen, haciéndonos creer que no existen otras alternativas viables. Impidiendo toda posibilidad de reacción, velando por uniformar las mentes en lugar de aceptar la disidencia y la diferencia.

Constituye un deber de las vanguardias intelectuales el desperezarse para remecer las conciencias, desentumecer las mentes somnolientas para abrir los espacios, haciendo a un lado esa actitud hedonista de quedarse en un alejado rincón observando como los acontecimientos transcurren, limitándose a generar una anónima e insignificante manifestación por algún medio virtual, en lugar de dar la cara, hacerse útil, colaborando para que todos pensemos, para no sólo rumiar nuestro analfabeto descontento.

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