DE TRAIDORES Y ENVIDIOSOS
DE TRAIDORES Y ENVIDIOSOS
Traidores han habido y seguirán habiendo siempre. La hipocresía y el oportunismo son la esencia de los individuos que para sobrevivir justifican cualquier conducta que les sea útil para adaptarse a los cambios. Algunos son capaces de renunciar a sus convicciones religiosas o políticos por conveniencia. Se les dice los sobrevivientes, los que olvidan fácilmente o bien simulan haber olvidado, por asimilarse a los nuevos tiempos. No sienten compromiso con nada ni con nadie y se sirven de discursos construidos sobre falsas premisas como que las decisiones se adoptan “por el bien de la institución” o de cualquier otro fin mayor del que se dicen formar parte.
El traidor es envidioso de quien amenaza su posición con trabajo, más allá de las influencias a las que ha debido recurrir y todos los favores que adeuda para mantener su estatus. Es así que cuando tiene la oportunidad le generará un daño con impunidad al que constituye una amenaza, para hacerlo a un lado. Esto es lo que lo hace más desgraciado, ya que debe recurrir a siniestras confabulaciones para lograr sus objetivos. Al no ser capaz de asumir las responsabilidades derivadas de sus propias acciones, ante sus posibles consecuencias, suele aducir que a quienes traiciona son traidores, por cuanto se han negado a ocultar, cerrar los ojos y no develar sus vicios y corruptelas.
El traidor se valdrá de la mentira y de la amabilidad para no levantar sospechas e impedir la reacción de su víctima, a quien utilizará por el tiempo que sea necesario, explotando su confianza, y peor para éste último si es ingenuo. Para Dante, es tal la perfidia y repelencia de los traidores, que los condena al círculo inferior del infierno. Para Nietzsche el traidor es el hombre del resentimiento que “no es ni recto ni ingenuo ni honesto y franco consigo mismo. Su alma mira de soslayo; su espíritu ama los escondites, los senderos secretos y las puertas traseras; todo lo oculto le apetece como su mundo, su seguridad, su solaz”. Puede llegar a ser considerado como astuto, porque es a través de esta baja estatura moral que alcanza sus objetivos. Es la mala conciencia y el miedo a perder lo que tiene o no satisfacer sus ambiciosos deseos lo que lo hace peligroso, porque enfrenta todo desafío con desesperación, al ser inepto, superficial y fatuo. Por ello debe subsistir de este modo, valiéndose de la mala memoria del resto para seguir haciendo sus zancadillas mientras pueda, ya que al ser descubierto de manera inoportuna, ya sus vicios han producido sus consecuencias y se ha beneficiado de sus deslealtades, gestando una corte de discípulos, dispuestos todos a seguir sus pasos.
Bien Andres.
Es verdad que la traición se viste de amabilidad para esconder el propósito de vender al otro a fin de obtener ganancias. La traición es un tributo a la debilidad del que traiciona
saludos
Rodrigo Pulgar
Don Andrés, sus artículos siempre interesantes.
Si, el tema mas grave es que la sociedad hoy, esta «plagada» de estos especímenes…Sobran!
Agregar además a los individualistas y exhibicionistas