
Del mundo del “O” al mundo del “Y”
En el nombre del Padre o del Hijo o del Espíritu Santo…
(¿Por qué suena tan mal?)
1. Desde la física cuántica
Desde la física clásica o newtoniana, surgió una pregunta sobre el electrón: ¿se comporta como partícula o como onda?, en un contexto en que existía una diferencia clara entre una onda y una partícula. Ésta -tiene una posición definida en el espacio y tiene masa, mientras que una onda se extiende en el espacio caracterizándose por tener una velocidad definida y una masa nula. En síntesis, la pregunta partía de un supuesto dicotómico[1]: un electrón podía comportarse como onda o comopartícula.
Sin embargo, las investigaciones de la física cuántica, mucho más contemporánea que la clásica, demostraron la existencia de una dualidad onda – partícula, que consiste en el hecho de que un electrón cuando intentamos observarlo como partícula se comporta como tal y cuando queremos observarlo como onda, se comporta como onda. A estas alturas, son muchos los experimentos que han demostrado esta doble naturaleza del electrón, que, en realidad, parece indicar que el electrón no es ni una onda, ni una partícula, sino que es otra cosa que aún no sabemos muy bien cómo definir ni observar. Esto está siendo resuelto en el marco teórico de la mecánica cuántica, que es complejo y contraintuitivo, dado que nuestra intuición del mundo físico está basada en lo que nuestros sentidos son capaces de percibir y que muy marginalmente dan cuenta de los efectos cuánticos.
2. La mirada dicotómica (el reino del “O”)
El marco cultural vigente que condiciona lo que se denomina “sentido común” nos ha habituado a describir el mundo sobre dicotomías. Por ejemplo, en algunas disciplinas del conocimiento:
- La noción “alternativa” [2] no tiene plural, sólo acepta una dicotomía
- En botánica, se habla de separación dicotómica cuando el tallo original se ramifica en dos partes casi iguales.
- En anatomía, se utiliza el concepto para distinguir los pares de órganos y de funcionalidades
- En lingüística estructural, se distinguen varias dicotomías, Langue y Parole; sincronía y diacronía; significante y significado; entre, por un lado, la morfología, el léxico, la gramática, la semántica, etc., y, por otro, la proxémica, la entonación, etc. y participantes, situación, contexto, canal etc.
- En estadística se denominan variables binarias a aquéllas de estructura dicotómica
- En la teoría de los test se usan formas de respuesta dicotómicas (Ej.: «sí» o «no») y también graduadas entre extremos.
- En economía. se distingue magnitudes nominales y reales
- En Psicología se diferencia la simplicidad y la complejidad.
En política las dicotomías son muy frecuentes: gobierno u oposición, mercado o Estado, ciudadano o consumidor, persona o individuo, competencia o colaboración, violencia o paz, etc. Al adoptar una u otra de estas definiciones se define también el tipo de regímenes y de políticas que se quiere implementar.
3. La mirada de la dualidad (el reino del “Y”)
La dualidad onda-corpúsculo que presentamos más arriba se configura como una paradoja,[3] es decir como una declaración en apariencia verdadera que conlleva a una auto – contradicción lógica que fácilmente puede contradecir el “sentido común”. En palabras simples, una paradoja es casi “lo opuesto a lo que uno considera cierto”. Es una figura del pensamiento que permite vincular significados contrarios en un mismo tiempo y espacio, que puede integrar a su opuesto lógico, que incluye a su propia negación y que acoge la coexistencia con su sombra. Esta tensión indefinida hace que las palabras realicen un movimiento inesperado y articulen significados opuestos, influenciándose recíprocamente y alcanzando una amplitud conceptual inusual o más amplia
Al asociar, en un mismo contexto espacio-temporal, expresiones que supuestamente se enfrentan o repelen surge una complementariedad escondida: Dejan de ser partes aisladas y fragmentarias para ser partes de un todo interrelacionado que hacen de la paradoja una totalidad.
“Contrariamente a nuestras frecuentes complicaciones nos muestran puertas abiertas allí donde sólo veíamos aprisionamiento. Nos invitan a madurar nuestra facultad de discernimiento considerando, ampliando y vinculando experiencias aparentemente incompatibles o rivales entre sí, permitiendo que los más diversos conocimientos se interrelacionen” [4]
La paradoja es una configuración abierta, integradora, cambiante y transformadora. En ella dialogan los extremos en lugar de que un extremo ordene o mande al otro, ambos se organizan y enriquecen mutuamente desarrollando una armonía solidaria que no pertenece ni a uno ni a otro exclusivamente.
Por ejemplo, si a la dicotomía mercado o Estado la tratáramos como paradoja mediante el simple expediente de reemplazar la “o” por una “y”, lo que nos daría una dualidad mercado y Estado, la que nos induciría naturalmente a cambiar la pregunta dicotómica ¿Cuál elijo”? por otra: ¿Cómo integro? La primera pregunta nos conduce casi automáticamente a separar algo “ganador” de algo “perdedor”, es decir, nos refiere al mundo de la competencia. La segunda pregunta, en cambio, nos sugiere espontáneamente la búsqueda de un acuerdoy, por lo tanto, nos refiere al mundo de la colaboración.
Tomemos otra dicotomía: gobierno u oposición. Si nuestro afán fuese elegir sólo lo que propone el gobierno o sólo lo que propone la oposición, necesariamente nos estaríamos inclinando por lograr que la alternativa que elegimos triunfe o se imponga sobre la otra (por las razones que sean). Nuevamente la lógica ganadores o perdedores; nuevamente la competencia. En cambio, si pensamos en una dualidad gobierno y oposición, se abre naturalmente la posibilidad de una colaboración y que permita construir los acuerdos requeridos.
Sin
embargo, en estos dos ejemplos hay un cuestión o pregunta previa: ¿Qué sentido
tiene para nosotros y para los otros resolver juntos estas
paradojas?
[1] En la lógica tradicional, una dicotomía es el fraccionamiento de un concepto genérico en uno de sus conceptos específicos y su negación. El concepto se refiere asimismo a la ley que establece que ninguna proposición puede ser verdadera y falsa al mismo tiempo.
[2] Viene de “alter” que significa otro, el sufijo “anus” que señala
“origen” y el sufijo “iva” que indica relación
[3] Noción que proviene de la filosofía clásica y está compuesta por el prefijo “para”, que significa contrario o alterado, en conjunción con el sufijo “doxa”, que significa opinión
[4] Dr. José Rodríguez de Rivera / CEPADE, Univ. Politécnica de Madrid
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