«Somos naturaleza. Poner al dinero como bien supremo nos conduce a la catástrofe»

José Luis Sampedro

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Do you speak english?

En los tiempos que corren, cada día se hace más difícil poder subsistir si no se habla un mínimo de inglés. Nuestras vidas se enfrentan a un mundo en que se canta en inglés, se compra y se vende en inglés, se comunica en inglés, y aunque se conozcan unas pocas palabras y se pronuncien bastante mal, todo sirve para mostrar que “estamos al día”. Cuando llega el momento de rendir algún examen, nos encontramos con una triste realidad: nuestra ignorancia efectiva del idioma de Shakespeare camina a la par con nuestra pobreza en el uso del idioma de Cervantes. La vieja revista “Selecciones” aportaba con una sección denominada “Enriquezca su vocabulario”. Durante la semana que termina,  la prensa ha hecho posible que aprendamos más inglés. Anote: “DOING BUSINESS”. Es muy simple: quiere decir “HACIENDO NEGOCIOS”.

Un poco de historia, para que nos ubiquemos en el tiempo y en el espacio. En 1944, cuando era inminente la derrota del Eje en la Segunda Guerra Mundial, representantes de  los países aliados se reunieron en el complejo hotelero de “Bretton Woods”, en Estados Unidos,  y tomaron una serie de acuerdos dirigidos a enfrentar la dura tarea de la reconstrucción. Entre las guaguas que vieron la luz en esa oportunidad, se encontraba una hermosa criatura: la bautizaron World Bank (WB), lo que en español, por supuesto,  significa “Banco Mundial”.  El Banco tenía por fin otorgar créditos de largo plazo, a tasas reducidas e incluso a tasa cero. El infante se desarrolló vigorosamente, se puso como tarea ser una fuente de asistencia técnica y financiera a países en desarrollo para contribuir a reducir la pobreza en el “tercer mundo” y llegó a tener, al día de hoy, nada menos que 189 países accionistas. El control de la entidad, lo tienen sus principales accionistas: Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Alemania, Francia, Australia, Canadá entre otros, factor que define la orientación de las políticas del Banco.

Así, mantiene el programa “Doing Bussiness” que estudia las facilidades (o dificultades) para hacer negocios en cada país. El sábado 13 de enero, el diario The Wall Street Journal sorprendió con  un destacado artículo que informaba que el economista jefe del Banco Mundial Paul Romer, había admitido que la institución en los últimos años  había cambiado sus metodologías de trabajo, perjudicando específicamente la posición chilena en el ranking de los negocios durante el gobierno de Bachelet.

Concretamente Romer (que no es un cualquiera sino un permanente candidato al Premio Nobel de Economía), declaraba: “Quiero pedir una disculpa personal a Chile  y a cualquier otro país en el que transmitamos una impresión equivocada”; “Con base en las cosas que estábamos midiendo antes, las condiciones comerciales en Chile no empeoraron bajo la administración de Bachelet”, al tiempo que The Wall Street Journal comentaba: “Las (eventuales ) revisiones podrían ser particularmente relevantes para Chile, cuya clasificación ha sido especialmente volátil para Chile en los últimos años y potencialmente contaminadas por las motivaciones políticas del personal del Banco Mundial”.

El problema práctico radica en que un descenso en este ranking “de facilidad para los negocios”, respaldado por un ente de la talla del Banco Mundial, contribuye a crear un clima que desincentiva las opciones de invertir en el país por parte de los grandes grupos económicos y, además, dado ese ambiente desfavorable,  eleva  los intereses de las operaciones de públicos y privados a nivel internacional, con costos  innegables para la economía nacional.

Los hechos dejan claro que hubo en el caso una sistemática  campaña “de demolición”, destinada a demostrar que la economía chilena “se estaba cayendo a pedazos”. El solo hecho de que ahora, tras las elecciones, se haga público que factores como la evolución de los precios de la Bolsa, la rentabilidad de los Fondos de Pensiones y de los fondos de inversión en general,  han alcanzado en el último tiempo elevados niveles, muestran palmariamente que la pertinaz información negativa de los grandes medios de comunicación chilenos formaban parte de una acción orquestada. El responsable de los estudios, Augusto López-Claros, curiosamente mantiene vínculos académicos y personales con “expertos” criollos como Cristián Larroulet y Tomás Flores.

Es legítimo que la prensa critique las “políticas económicas” de un Gobierno. Es legítimo, y conveniente además, que se denuncien los errores, las torpezas  y las fallas que se cometen en su implementación. Pero, hacerse partícipe de campañas de esta naturaleza, constituye una actitud que raya en la inmoralidad.

Al cierre de este comentario, y mientras el escándalo escalaba,  Paul Romer se ha dado una vuelta de carnero y, como ha sucedido en tantas otros casos, ha señalado, con absoluto desenfado, que no dijo lo que había dicho.

Un consejo para nuestros lectores: Para mentir, comer pescado y leer la prensa, hay que tener mucho, pero mucho cuidado. Casi siempre, hay una hachita bajo el poncho.

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1 Comentario en Do you speak english?

  1. Do you speak English? Es el mejor título para un artículo economista chileno, especialmente cuando una persona como Paul Romer, quien criticó abiertamente a la administración de la Presidente Michelle Bachelet, y luego señala: «Yo no he dicho eso». Es como si estuviera fielmente imitando al racista homofóbico y mentiroso Donald John Trump, quien, cada vez que se le critica a través de los medios de comunicación, él señala: «That’s a fake news» (Esa es una falsa noticia). Del mismo modo, el Banco Mundial está actuando con Chile, y mientras tanto, se aprovecha de la ciudadanía, especialmente de los inversionistas chilenos.

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