«Aquellos o aquellas que creen que la política se desarrolla través del espectáculo o del escándalo o que la ven como una empresa familiar hereditaria, están traicionando a la ciudadanía que espera de sus líderes capacidad y generosidad para dar solución efectiva sus problemas.»

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Editorial: La danza de los irresponsables.

Ha transcurrido más de una década desde que el movimiento de los alumnos secundarios pusiera sus demandas fundamentales en un lugar destacado de la agenda política y social. Con el transcurso del tiempo, los estudiantes de la educación superior sumaron sus propios planteamientos generándose una  fuerte demanda colectiva    que no solo incluía un variado petitorio sino que formulaba graves denuncias en contra de universidades privadas que, en abierta violación de normas expresas de la ley, transformaron la educación que entregaban en un comercio cuyas utilidades eran extraídas sibilinamente a través de resquicios tales como inmobiliarias, asesorías, contratación de licencias, etc. Lo grave fue constatar que altos personeros públicos, entre ellos varios ministros de Estado, tomaban parte del negocio y hoy se pasean cínicamente campantes como si aquí no hubiera pasado nada.

La sociedad chilena procuró dar una respuesta a sus jóvenes con una fuerte inversión de recursos, a los niveles en que es posible hacerlo en un país de ingresos medios. Los sucesivos gobiernos, sin embargo, cometieron errores graves en el manejo del problema, entre los cuales deben anotarse la falta de coraje para hacer efectivas sus responsabilidades personales e institucionales a los traficantes de la enseñanza universitaria;  el otorgar financiamiento con el aval del Estado a través de los Bancos que también vieron aquí una oportunidad   estupenda de negocios sin riesgo; la carencia del criterio necesario para priorizar las demandas con énfasis en el fortalecimiento de la educación pública y en la atención de los grupos más vulnerables; y, por último,  pero sin duda lo más importante, en imponer a los beneficiarios un compromiso de do ut des para que se tomara clara conciencia de que los recursos que se  les estaban asignando implicaban que la sociedad hiciera sacrificios y postergaciones  en salud, vivienda, pensiones y otras demandas tanto o más urgentes y legítimas que las suyas.

Esto, al parecer,  los líderes juveniles no lo han entendido. Embriagados por las huelgas, las tomas, los eslóganes vacuos, permanecen en el mundo del sinsentido, mostrando incapacidad para deslindar sus requerimientos, para racionalizarlos, para dialogar.

Salvo que sufran de problemas de comprensión, se supone que tienen claro que ya no sólo dejaron de tener el apoyo y la adhesión de la comunidad sino, y esto sí que es muy grave, que constituyen una ínfima minoría en el ámbito de sus propios compañeros a los cuales manejan mediante el recurso a la intimidación y la agresión. . Resulta grotesco ver que en facultades de mil o mil quinientos alumnos, poco más de un centenar concurran a las asambleas y ahí, en votación a mano alzada una mayoría decida el retorno a clases para que, acto seguido los seudo dirigentes desconozcan el acuerdo argumentando que tal mayoría carece de una clara comprensión de los problemas.

Encerrados en un callejón sin salida, movidos por motivos espurios, ahogados en pretensiones rupturistas, el único recurso que les queda es el de apelar a la violencia. No logran entender que sus conductas, sean éstas académicas o delictivas, tienen consecuencias que se niegan a asumir. La encerrona agresiva al rector de la Universidad Alberto Hurtado es un ejemplo palpable.

La tonta y torpe destrucción de bienes que forman el patrimonio del plantel en que estudian, es la muestra de la sinrazón.

Encapucharse para dañar, pretender lavarse las manos en materia de responsabilidad, no son sino testimonios de una cobardía moral impensada en jóvenes que ignoran que otros jóvenes ( sus padres)  lucharon en su tiempo  a cara descubierta por sus ideales. Mientras sus almas sigan alimentadas de amargura, odio y resentimiento, poco puede esperarse de ellos.

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1 Comentario en Editorial: La danza de los irresponsables.

  1. Buen artículo. Las asambleas en la U se han transformado en foros esmirriados del denuesto la grosería y la cohesión sobre quienes disienten de la estrechas opiniones de líderes de pacotila

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