
Editorial: Por el desarrollo libre del espíritu
La Universidad de Concepción cumple un siglo de vida.
Bajo la guía de un grupo de connotados ciudadanos, surgió el que sería el primer plantel de educación superior del sur del país.
Su camino, que siempre fue mirado con paternal desconfianza por las elites capitalinas, quedó delimitado por un ideario enmarcado en dos lemas que han orientado el accionar de sus autoridades y de su cuerpo académico y al cual se han integrado sus estamentos administrativo y auxiliar, y la vigorosa comunidad estudiantil llamada a ser la savia vital que corre por sus venas: “Sin verdad y esfuerzo no hay progreso” y “Por el desarrollo libre del espíritu”.
El largo rectorado de más de cuatro décadas de don Enrique Molina Garmendia, hizo posible concretar esta utopía que nació de lo más profundo de la comunidad penquista. Al tiempo que se consolidaba el incipiente proyecto académico se empezó a hacer realidad el disparatado sueño del Rector: Crear un Barrio Universitario que tuviese en su corazón un símbolo, tal como él había observado en los grandes planteles estadounidenses de estudios superiores. De esta forma, naturalmente se produjo una profunda integración entre la ciudad y el emergente plantel, de tal manera que ya nunca más fue posible concebir ni imaginar la ciudad de Concepción sin su Universidad y su Universidad sin la ciudad de Concepción que la acoge.
En este breve espacio es imposible pretender resumir la historia de esta Casa de Estudios ya secular y cuya vida ha estado plagada de retos y desafíos, de tragedias y vicisitudes, y que la han llevado a posicionarse al más alto nivel dentro de la comunidad haciendo realidad la utopía de sus fundadores.
La Universidad de Concepción, junto con cumplir a plenitud sus responsabilidades como centro académico y docente, formador de profesionales de excelencia, ha asumido un rol fundamental como centro de investigación y desarrollo tecnológico, y su vasta labor de extensión y relación con el medio ha hecho que en todos los ámbitos de sociedad se la reconozca.
En la historia del plantel, un hito significativo lo constituyó la asunción de la Rectoría por el abogado David Stitchkin Branover. Su gestión, que estuvo marcada por la dolorosa época post terremoto de 1960, hizo posible el gran salto hacia adelante que, a través de un convenio con la UNESCO, llevó a la creación de los Institutos Centrales de Química, Física, Biología y Matemáticas, experiencia pionera a nivel mundial que posicionó al plantel en un rango superior en materia de investigación.
Sin embargo, en los estudiantes y académicos de ese entonces lo que más fuertemente quedó grabado en sus conciencias fue la inolvidable clase de magistral con que el nuevo rector recibió a los nuevos estudiantes en la Casa del Deporte: “El entierro del Conde de Orgaz”.
A partir de esta célebre obra de Doménico Theotocopuli, “el Greco”, el nuevo Rector entregó un mensaje inapreciable para quienes llegan a la Universidad en busca de una verdad reflexiva, abierta y tolerante, invitándolos a caminar conforme a pautas que constituyen lo esencial del método de trabajo de la educación a nivel superior: Honestidad en la Proposición, Dignidad en la Expresión y Respeto en la Convivencia.
Stitchkin, en la ocasión, relevó críticamente nuestra tendencia a confundir “nuestros” intereses con “los” intereses de la comunidad; “nuestras pretensiones” con lo que es objetivamente justo; “nuestras ambiciones” con lo que le conviene a la sociedad en general. Llamó la atención sobre la necesidad de mantener la “dignidad en la expresión”, haciendo evidente que en el respeto, en la cortesía en el trato con los demás incluso con quienes piensan distinto a nosotros, hacemos posible el florecimiento de la cultura ya que cuando abandonamos las normas básicas de interrelación entre las personas hacemos posible que comience la regresión de la especie humana y de la civilización. Por último, pidió respeto por la convivencia. “Mi pensamiento es imperfecto; es imposible que yo posea la verdad total. Solo tengo atisbos. Puedo tratar de convencer respecto de una proposición pero jamás imponer. Huid del juicio ligero. No juzguéis. Entrad primero en conocimiento acabado de las cosas y después emitid vuestro juicio”
“Convivir en paz no es tarea fácil”. El Greco abogó por los ideales de paz y en contra de la segregación y la exclusión.
“Cuando nace un niño y lanza su primer llanto, todos los que le rodean se miran gozosos y sonríen. Procura conducir tu vida de tal modo que al morir, tú puedas sonreír mientras los demás lloran”.
La tarea universitaria es un constructo permanentemente inacabado. Solo en la medida en que seamos capaces de acoger a quienes buscan la verdad por senderos diversos a los nuestros, podremos aportar al surgimiento de una sociedad más humana.
La Universidad de Concepción, en este campo, tiene una historia de la cual puede legítimamente enorgullecerse. Pero, también, una responsabilidad que, por ningún motivo puede abandonar.
Qué buena editorial !
Una editorial impecable sobrio gran homenaje!
Felicitaciones.
Del editorial de esta semana cabe extraer una situación preocupante, al verificarse que los principios éticos y morales tan bien expuestos por el ex Rector David Stitchkin en su famoso y transcendental discurso, no se están respetando en la Universidad actual.
En efecto, observo cómo, en los comunicados de prensa y los reportajes sobre el proyecto Pacyt, personeros de la UdeC comparan la loable “audacia” de los fundadores de nuestra universidad con la que fue posible su creación a pesar de las piedras en el camino del centralismo capitalino, con una pretenciosa “nueva audacia” al proponer ese proyecto de parque científico, de dudosa sostenibilidad, en un lugar de gran valor como reserva natural urbana.
Estimados, excelente articulo que rescata y pone en relieve el espíritu original que guió este potente proyecto, la Visión de quienes lo implementaron , y el desafío permanente que esto representa en el caminar de la Udec. Orgullosa de pertenecer a esta Alma mater ! Gracias !
Muy buena editorial René, felicitaciones a Mario y Joseth , bién logrado lo del Himno…