El Espejo Trizado: Territorio, ciudades y la gente de la región del Biobío (Parte II de III)
NOTA DE LOS EDITORES Este 2° artículo, de una serie de tres, de nuestro colaborador-columnista Antonio Zelada ya había sido publicado en este semanario el 26.06.2017. Sin embargo, conversando con Antonio estuvimos de acuerdo con él y su idea. En las circunstancias en que estamos en la región del Biobío, en el país y en todo el mundo, en cuanto a la cosa política, social y ambiental, es recomendable republicarlo, por cuanto es posible que contribuya, en alguna medida, a reflexionar sobre cómo podríamos zafar del estado de marasmo en que nos encontramos como región, país y humanidad. |
El siguiente texto reconfigurado en 2017, fue una síntesis de análisis anteriores que se escribieron hace ya 13 años a 2017 (nota actual a 2023: desde 2004, año que se publicó originalmente, ahora, en 2023 han transcurridos 23 años desde la publicación inicial); el sentido de publicarlo ahora sin cambios es para constatar que lo que pensábamos hace ya tanto tiempo permanece casi invariable, con muy escasos o pocos cambios notorios. Eso significa que, a ese ritmo, gente como yo no alcanzará a disfrutar de un verdadero desarrollo en el país y en las regiones, y que nuestra trayectoria vital profesional en la periferia santiaguina puede parecernos, si no infructuosa, casi una desilusión. Cuando recién egresados de la Universidad de Chile nos anclamos en la provincia, entonces tan prometedora (1964), el mundo, el país, y la región nos eran anchos y prometedores, y en ese contexto desarrollamos nuestra vida profesional, siempre con la gran ilusión de un desarrollo integral. Y si en verdad ha habido cambios, queríamos mayor celeridad. No ha sido fácil, no ha sido rápido; aún nos queda ilusión. Para eso, esta es una suerte de ‘crónicas de la contingencia’ a los ojos de un arquitecto con ya muchos años de “navegación” territorial y urbana, en el sur de Chile, al sur del mundo. Nuestra idea es que después de republicado este “espejo”, redactemos en contrapunto para aproximarnos a la actualidad. |
II. LA IMAGEN URBANA (Parte II de III)
Las ciudades de la región del Biobío eran, hasta algunos años atrás, ciudades provincianas, con casi toda la carga semántica positiva que esta palabra trae. Quizás si la excepción fue siempre Talcahuano, ciudad emproblemada desde siempre por circunstancias telúricas, por su geografía, por sus carencias, por el uso presionado de su territorio; y por ser ciudad-puerto, lo que siempre da a esas ciudades una connotación singular. Pero Concepción, Chillán y Los Ángeles, eran ciudades muy “vivibles” y de un «buen pasar», no obstante que sus carencias, como en todas las ciudades de las provincias chilenas, predominaban siempre sobre sus abundancias.
Pero, aparte de esa especie de «trauma urbano» que es hoy la capital Santiago, las ciudades chilenas de las regiones «dinámicas», como la conciencia colectiva se imagina que es ésta del Biobío, han entrado en una crisis de crecimiento que, a los que aquí vivimos, nos va pareciendo ya irrecuperable.
Las grandes carencias de infraestructura vial para el desplazamiento y el transporte son la punta más visible de esta crisis, pero también lo son otras circunstancias o conflictos, como la polución de las aguas dulces y marinas, la del aire que cubre las ciudades y también ¡los campos!, quien lo iba a pensar… A ojos de cualquier observador foráneo, nuestras ciudades no están enfrentando ni resolviendo bien sus problemas como los antes dichos, ligados siempre a las actividades económicas y productivas. Pero tampoco los de otro tipo, como la expansión urbana, como el nivel de equipamiento, ni los sistemas y edificios para la salud básica y tampoco la calidad de la educación formal. Por momentos (cuando no está la crisis en pleno) pareciera que solo el comercio ilegal floreciera en campos fecundos, hasta en calles y paseos, además de hacerlo formalmente y ‘a toda vela’ en los templos específicos como los llamados malls.
Y las ciudades, en la teoría, tienen todo un sistema para su administración: el municipio; o en el lenguaje más formal, las ilustres municipalidades. Pero si, como en un juego de contrapunto, en un ejercicio técnico se contrastan los problemas urbanos antes dichos con las atribuciones legales, financieras y administrativas que la institución municipal tiene para resolverlos, resulta simplemente imposible que el Estado chileno asegure a los habitantes de las ciudades que el municipio, por ilustre que este sea, vaya a resolver el adecuado desarrollo de la forma de vida urbana: no hay manera. Pero por otro lado aparece siempre el gobierno central, con sus ministerios o plataformas sectoriales, para resolver o al menos subsidiar las carencias. El resultado no es de los mejores, visto en la perspectiva local que es la real. Y, no obstante, lo que se proclame respecto a aperturas descentralizadoras, en la práctica la centralización en las decisiones (de las ideas, de los proyectos, de las inversiones) es casi brutal.
¿Por qué hoy en Chile no es el municipio quién tiene las facultades y los medios para resolver la vida urbana? Quizás si es porque por tradición la comuna, el territorio tradicional del municipio, fue siempre más rural que urbano: su estructura entonces, no fue pensada en función de ciudades. Quizás si porque el Estado (centralizado), que es ¡unitario! como recalcan siempre los políticos del poder (central), tiene un poder omnímodo actuante y resolviente de todo y a lo largo y ancho de todo el territorio; lo que funciona en el papel nomás… Y en la gran ciudad capital, ahí sí que actúa, aunque no siempre resuelve, por lo que vemos.
En un análisis ni siquiera riguroso se concluye que en toda esta cuestión planteada hay, justamente, una ecuación mal armada y sin solución: habría entonces que replantear las cosas. Ni el municipio actual ni el estado centralizado actual van a resolver nada en las ciudades de este país, no en el corto plazo ni con las políticas subsidiarias que están sobre el tapete, menos si son manejadas desde un poder centralizado y centralista política, administrativa y geográficamente.
Por lo tanto, nosotros los provincianos (los de la periferia), deberíamos gritar y exigir el cambio. Y el cambio es estructural: estructuras políticas, administrativas, legales, financieras nuevas. Nos hablan de modernidad. ¿Y qué significa ello sino la contraposición a lo antiguo o clásico, es decir, la innovación? Las principales ciudades chilenas (que van en muchos casos siendo una sumatoria física de ciudades y comunas, sin pensar siquiera en Santiago) deberían ser administradas y, más que eso gobernadas, con estructuras modernas, diferentes hasta lo ahora probado y ya fracasado.
En 1991, a poco de reasumir Chile la democracia, visitaron la Universidad de Concepción y nuestras ciudades una comisión de planificadores y políticos de las regiones francesas. Dieron un par de clases de cómo administrar las metrópolis regionales, y tal vez ingenuamente creyeron que habíamos captado algo. Volvieron en 1994 y se fueron casi enojados. Los sistemas urbanos chilenos seguían en las mismas, le pareció que no se aprendía nada y no había ni brisas de un posible cambio. Es que ellos, los de los viejos y clásicos países de la antigua, pero no vieja Europa, son los que tienen los más jóvenes, vitales y modernos gobiernos urbanos. Nosotros, los de los jóvenes e imberbes países americanos somos los que tenemos las más viejas y anticuadas estructuras administrativas (no podemos hablar de gobiernos) para las nuevas ciudades, que ya están en crisis.
Quizás sí, más que nosotros, desde el Estado abstracto, en el gobierno (menos abstracto) creen que nuestras ciudades son modernas, dinámicas y que las instituciones políticas democráticas son un modelo de gestión. Pero no es más que la imagen que la clase política quiere ver. Pues, el espejo de la realidad refleja otra vez una imagen trizada, incongruente con la idea de un Estado moderno que es pura teoría, abstracción y buenas intenciones. Otra vez, no es el espejo el que está trizado: imagen abstracta y realidad, una vez más, no coinciden para nada.
Referencia:
EL ESPEJO TRIZADO: TERRITORIO, CIUDADES Y LA GENTE DE LA REGION DEL BIOBIO
PARTE I DE III, 19.06.2017, republicado el 15.10.2023.
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