EL GRAN DESTRUCTOR
Se han dicho muchas cosas sobre el nuevo presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, pero pocas han sido las veces que se han presentado evidencias sobre su forma de ser como persona. En esta ocasión, les conversaré sobre algo que tal vez ustedes ignoraban de este individuo, que a decir verdad, es necesario conocer, antes de dar una opinión negativa sobre él.-
El presupuesto fiscal nacional para el año 2018, presentado por el presidente de esta nación, va a eliminar totalmente los fondos de la Organización de Donaciones Nacionales para la Humanidad, como también el de la Donaciones Nacionales para las Artes, además del Instituto de Museos y Servicios Bibliotecarios, y la Corporación de Radioemisoras Públicas. También cortará los fondos de los Servicios para los Parques Nacionales. No sólo eso. Tampoco aportará incentivos económicos para que los inversionistas interesados puedan rehabilitar los edificios con valores históricos, a través de los créditos otorgados en los pagos de sus impuestos, tal como Donald J. Trump lo ha estado recibiendo por tener un hotel en la ciudad de Washington, D.C.-
La actitud de Trump contra todos estos programas, está iluminada por sus acciones relacionadas con su hotel ubicado en el área conocida como el «Triángulo Federal» en pleno centro de la ciudad de Washington. En vez de mantener el carácter, el estilo, y las cualidades irremplazables de lo que fuera el edificio del Departamento de Correos, que tenía un estilo “romanesco”, donde había un lugar para la Oficina de Registro Nacional de Lugares Históricos, Trump ahora lo ha transformado en un lugar ostentoso.
Comprensivamente, esa transformación no fue lo que muchos esperaban. El arquitecto John Cullinane se lamentó, señalando: «Trump no se merece ese edificio», y luego renunció a su posición como arquitecto de preservación, porque los que comenzaron a desarrollar ese edificio, estaban «cubriendo y demoliendo todo lo que ese edificio tenía de histórico», terminó diciendo.
Los expertos en preservaciones criticaron seriamente los planes de Trump, por violar abiertamente los estándares de preservación histórica. De acuerdo con las actas escritas en las reuniones del año 2013, todos «estaban de acuerdo que no había precedentes para que el edificio tuviera hojas de oro en su interior, por lo tanto no debían ser colocadas». Pero estos expertos fueron aplastados por Trump, quien siempre piensa que una acción viene primero, y una explicación después.
Todo esto, es parte de un patrón de toda la vida de Donald J. Trump, uno que provee la perspicacia que lo capacita para obturar las agencias gubernamentales devotas en la estética, ya sea natural o hecha por el hombre. El presidente parece ser una persona que rompe todas las cosas hermosas, las cosas que han hecho América Grande Otra Vez, sin una percepción ni una presciencia para reconocer el peligro existente al hacerlo.
En el mes de marzo del 2016, un artículo en el periódico The New York Times ofreció una visión momentánea de la vida de Donald J. Trump, sobre lo que es hoy «La Casa Blanca del Sur», refiriéndose a la propiedad que él tiene en Mar-a-Lago, ubicada en la ciudad de Palm Beach del Estado de Florida. En ese artículo se dieron a conocer las perspectivas del que fuera un mayordomo de Trump por casi tres décadas, de nombre Anthony Senecal, quien presentó una idea muy perspicaz sobre la indiferencia del presidente hacia los valores históricos y culturales.
Construido en los años de 1920’s bajo la dirección de la heredera de los cereales, Marjorie Merriweather Post, Mar-a-Lago subsecuentemente fue adquirido y renovado por Donald J. Trump en los años de 1980’s. Cuando la familia Trump se quedaba vacacionando ahí, Ivanka dormía en una pieza que contenía un tema pintado, según Trump, por Walt Disney. De acuerdo al artículo del New York Times, Trump le decía a su mayordomo Senecal: «No te gusta que yo diga eso ¿Verdad?», cada vez que el mayordomo escuchaba esa declaración a los invitados, y él sólo volteaba los ojos. Senecal dijo: «Eso de que Walt Disney lo haya diseñado y pintado es una gran mentira». Pero Trump le decía sonriendo: «¿A quién le importa?».
Anteriormente, Marjorie Merriweather había adornado Mar-a-Lago con piedras italianas, con pisos cubiertos de alfombras del Siglo XVI, pero Trump no estuvo impresionado con eso y cambió todo. El mayordomo Senecal también declara que lo que un día fuera la biblioteca, que contenía libros muy valiosos, por tratarse de primeras ediciones nunca leídas, Trump la transformó en un bar, a pesar de que el presidente no bebe alcohol, y en vez de los estantes donde se mantenían los libros, ahora sólo hay un enorme retrato de Trump en traje de tenis y con zapatillas blancas, con rayos de sol iluminando su cabello.
Mar-a-Lago, tal como también el Hotel Internacional de Trump en la ciudad de Washington, D.C., se mantienen en el Registro Nacional de Lugares Históricos, según la Ley de Preservación Histórica Nacional de 1966, cuyo registro es administrado por el Servicio de Parques Nacionales, el cual identifica las organizaciones que pueden reunir fondos para los lugares de valores históricos, culturales y estéticos que necesiten ser arreglados.
Mientras tanto, en el Noreste de Escocia, en Balmedie, Trump prometió construir «la cancha de golf más grande del mundo». En vez de esto, su proyecto en Escocia se transformó en una guerra con los dueños de las propiedades y terrenos adyacentes, debido a la denigración estética que le causaría esa cancha de golf. Uno de los vecinos más importantes en esa área, el señor David Milne, señaló: «Antes de que esa cancha de golf llegara acá, todo este lugar era primitivo y hermoso por lo natural y silvestre en su máxima expresión. Hoy, es solamente una cancha de golf».
Tanto el señor Milne como otros vecinos de la región han sido presionados por Trump y sus abogados, para que vendan sus casas. Uno de estos vecinos ha sido Michael Forbes, quien, de acuerdo con lo que ha dicho Trump, «vivía como un chancho»; y otra familia, la de John y Susan Munro, cada amanecer, ahora debe encarar una muralla de 5 metros de alto, construida por la gente de Trump en la parte Este de 2 lados de la propiedad de la familia Munro. Esto significa que ya no pueden apreciar la línea costera escocesa, que era parte del ambiente protegido, con dunas desde la época del Rey King Tut. Y ahora, además, está causando irreparable daño, de acuerdo a serias denuncias de organizaciones científicas, a la vida silvestre de la fauna aledaña a la cancha de golf, debido a los efectos relacionados con los pesticidas para mantener el pasto verde, a lo que se agregan las consecuencias que sufrirán los peces de toda esa parte del mar que le queda cerca.
Trump se llama a sí mismo «La Máquina de las Valorizaciones DJT», y cree que lo sabe todo, y se ríe cuando dice: «Cuando yo estaba estudiando en el segundo año de la escuela primaria, le pegué un puñetazp a mi profesor de música, porque yo pensaba que él no sabía nada de música». Con esto demuestra que su abuso viene desde niño, al igual que su completo desapego de las artes, la cultura y la estética.
Si Donald J. Trump necesita obtener una «mejor comprensión del pasado, un mejor análisis del presente y una mejor vista hacia el futuro», como lo señala la Ley de las Artes y la Humanidad de 1965, él necesita un ancla histórica. El escritor David McCullough, que escribió las biografías del presidente Truman en 1992, y de John Adams en el año 2001, llama a la historia una «ayuda para la investigación», y un «antídoto para mucha de la desafortunada vida humana que tiene la tendencia a hacer decaer su propia importancia».
No existiendo este trasfondo histórico y cultural, se debilitará y dañará la imagen de cualquier presidente en cualquiera nación. Lastimosamente, el presidente estadounidense actual, ni se preocupa de esto.
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