
Ganan los neoliberales en EEUU
Para no creer ilusiones Biden…ienses
¿Una segunda ola neoliberal? Sin duda, pero no es 1990. El mundo cambió, y la facción que ha estado en la Casablanca los últimos cuatro años se ocuparon de hacerlo cambiar aún más, desmantelando lo que han podido de la globalización neoliberal.
Vuelven los grandes promotores del “Consenso de Washington”, los que desmontaron las leyes del New Deal de Roosevelt, creadas para contener la voracidad de los intereses financieros que precipitaron la debacle de 1929; vuelven los que en 1992 proclamaron soberbiamente “es la economía, estúpido” (the economy, stupid), para marcar la diferencia entre el hegemonismo republicano anclado a la Guerra Fría y la nueva visión de un mundo abierto definitivamente al liberalismo económico pos Guerra Fría como proclamó Fukuyama; vuelven los que han representado más fielmente los intereses del gran capital financiero defendiendo los derechos del capital e individuales como la esencia de la democracia; vuelven los globalistas neoliberales, los mismos que destruyeron el país más igualitario de África, los que apoyan la expansión de la OTAN a límites peligrosos, los que durante el último mandato demócrata batieron el record de mantener su país en guerra permanente durante ocho años; los que en 2008 optaron por salvar a los bancos que provocaron la crisis y condenar a millones de familias estadounidenses a perder sus casas obtenidas con créditos blandos y usureros; vuelven los que hicieron todo por incorporar a China a la OMC, creyendo que ese gigante se conformaría con proveer producción y mano de obra barata, en tanto el capital y el crédito seguiría siendo privilegio occidental; vuelven los que en su programa no han querido proteger el interés general y la soberanía popular, promoviendo intervenciones en los asuntos internos de otros países; vuelven los que impusieron tratados de libre comercio en desmedro de la soberanía nacional, y que ahora intentarán profundizarlos con un TPP 2.0; vuelven a la cúspide los que insistirán en mantener una divisa de reserva respaldada solo en la fuerza militar de EEUU.
En fin, vuelven a la Casa Blanca los neoliberales con un problema no resuelto: la facción hoy derrotada no ha perdido estrepitosamente porque los demócratas no han ganado abrumadoramente. La promesa excesiva de “hacer otra vez grande a América” era imposible de lograr en cuatro años, pero, el fondo de esa promesa ha quedado pendiente, o a lo menos está empatada. La camarilla derrotada fue la más peligrosa desde la camarilla nazi. La camarilla que se reinstalará en la Casablanca no es menos peligrosa. El neoliberalismo ha derivado irrefutablemente en un totalitarismo extremo que no reconoce derechos más que los del capital y de quienes lo poseen.
¿Qué podría venir?
En primer lugar, no hay ninguna certeza que Biden privilegiará la democracia como medio para un mundo mejor. En las últimas décadas la elite Demócrata, y también Republicana, se caracterizan por no reconocer la democracia como valor universal y menos una conquista civilizacional. Pero la promueven bien anclada al interés del capital financiero, la ganancia garantizada de los grandes inversores y la constante concentración de la riqueza como parámetros de una democracia sana, según ellos. Esa visión fracasó y no es viable. Sobran ejemplos: la intervención de EEUU en Ucrania contra la voluntad popular mayoritaria, el apoyo de EEUU al ISIS para derrocar al legítimo gobierno Sirio, el respaldo al golpe de estado en Bolivia y la ausencia de felicitaciones al MAS por recuperarla de forma impecable, y la radiante Hillary que se congratuló de la destrucción de Libia.
No es confiable la democracia estadounidense.
¿Y Bernie? A no dudar que es un genuino representante de la izquierda estadounidense, pero su tendencia es incapaz de derrotar la elite neoliberal que lo basureó en las primarias del 2016. Hoy Sanders aceptó que un segundo mandato de Trump era más grotesco que una nueva derrota Demócrata. La declinación de su candidatura y la nominación de Kamala, hoy vicepresidenta electa, no es garantía de nada para el interés de los pueblos y estados que no poseen fuerza para participar de las decisiones ineludibles que las grandes potencias negociarán e impactarán toda la humanidad.
En segundo lugar, el problema es efectivamente la economía, la democracia para esta nueva administración es acaso secundaria. Desde hace años y décadas hay disponibles análisis sobre la inviabilidad del actual modelo hegemónico del comercio mundial, conocido como neoliberalismo o globalización neoliberal. Trump representó el intento de reeditar un neo-mercantilismo cuyo eje era volver a hacer de EEUU el taller del mundo, proyecto por ahora postergado aunque objetivamente inviable en cualquier escenario futuro.
¿Qué harán los Demócratas? Intentarán una nueva negociación como Bretton Woods en 1944, pero en un contexto muy distinto y para otra etapa del posible desarrollo capitalista. Esa negociación es ineludible pero esta vez China será actor principal junto a su principal aliado: Rusia.
Los Demócratas fracasaron en su intento por aislar a Rusia e impedir que vuelva a ocupar un lugar preponderante en la política internacional. No es posible pensar un nuevo Bretton Woods sin China, Rusia, también la India y quizás otros. Por su parte Europa espera un acuerdo del cual participar sin comprometer su soberanía como sistemáticamente lo han vapuleado tanto Republicanos como Demócratas.
De Japón, ¿Qué esperar de una economía estancada por décadas? Entonces, ¿quién abogará por el interés del resto de las naciones?
En tercer lugar, la elite económica y política chilena es pro estadounidense en su más amplio espectro. Su posicionamiento en el proceso constituyente en curso no está en función de imaginar nuestro país actuando en contra del interés del capital financiero, las definiciones que adopten el FMI, BM o Reserva Federal, mucho menos de ir en contra de lo que diga el Departamento de Estado. De una u otra forma es más probable que la tendencia a una economía mundial neo mercantilista efectivamente se imponga, sea como etapa a un modelo distinto de relaciones económicas internacionales o como un intento de regular intereses que el poder militar estadounidense ya no puede dominar a riesgo de una guerra total. En ese escenario el progresismo anti-neoliberal y la izquierda tendrán la opción de actuar con extremo criterio de autonomía respecto de posiciones socialdemócratas de derecha y la necesaria distancia de propuestas integristas de izquierda sin viabilidad histórica posible, o podrán suponer que el triunfo Demócrata es la esperanza recuperada.
La realidad es más simple. Estamos comparativamente como en 1971, para la UNCTAD III: toda una nueva economía para imaginar, soberana y por lo mismo profundamente democrática.
El problema es la Economía, para lo cual la izquierda no tiene una propuesta sostenible, solo un collage de buenas ideas y nostalgias. El medio es la Democracia, para lo cual la izquierda puede tener plena convicción.
Fuente de figura:
https://mamvas.blogspot.com/2019/09/deterioros-neoliberales-en-america.html
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