
GNL ¿Es un gas limpio?
Se oye y se lee que el GNL, o Gas Natural Licuado, que químicamente se llama metano con fórmula CH4, es un “gas limpio”. ¿Es esta aseveración verdadera o es una forma de pos verdad? Analicemos.
La combustión del metano produce al quemarse, es decir, al combinarse con el oxígeno en reacción química, dióxido de carbono (CO2) y agua (H2O) como todos los hidrocarburos y, a diferencia del petróleo y también el carbón, prácticamente no genera partículas contaminantes; solo contamina con la emisión del dióxido de carbono, gas de “efecto invernadero”.
Pero la calificación de gas limpio no es válida para todo GNL pues ello depende de cómo se obtenga. Si se obtiene de yacimientos petroleros o gasíferos convencionales desde bolsones anticlinales de acumulación a grandes profundidades (típicamente de 1.500 a 6.000 m de profundidad) de la corteza terrestre podríamos calificarlo como “gas limpio”.
Veamos qué sucede si se extrae del suelo por el método de la “fracturación hidráulica” (o “fracking”, en idioma inglés). Esta técnica consiste en la perforación de un pozo vertical hasta alcanzar unas formaciones geológicas rocosas de baja permeabilidad llamadas lutitas (o esquistos) que contienen gas o petróleo. Seguidamente, se realizan una serie de perforaciones horizontales dentro de la formación, que pueden extenderse por varios kilómetros en diversas direcciones. A través de estas perforaciones se fractura (de aquí el nombre del método) la roca mediante la inyección de una mezcla de agua, arena y sustancias químicas a elevada presión que fuerza un flujo y salida de los hidrocarburos de los poros. Este flujo disminuye al poco tiempo, por lo cual es necesario perforar nuevos pozos para mantener la producción de los yacimientos. Así, la fracturación hidráulica lleva a ocupar vastas extensiones de terreno.
La obtención de GNL con la técnica descrita conlleva la generación de graves impactos socio-ambientales, a saber:
- Disminución de disponibilidad del agua: La fracturación de un solo pozo requiere entre 9 y 29 millones de litros de agua. Ello acarrea la disminución del volumen de agua disponible, lo que pone en peligro los ecosistemas y el derecho humano al agua y a la alimentación. Sabemos que la escasez de aumenta año a año en todo el mundo.
- Contaminación de fuentes de agua: Existen numerosos casos documentados de contaminación de fuentes de agua relacionados con el uso de la fracturación hidráulica. Se han identificado más de 200 productos químicos en los líquidos de fracturación analizados, entre ellos sustancias de gran toxicidad como el metanol, benceno, tolueno, etil-benceno y xileno. Además, el agua de desecho que retorna no sólo contiene los químicos y la arena que originalmente se introdujeron, sino también metales pesados, hidrocarburos e incluso elementos radioactivos, como el radón, que se encuentran en el subsuelo. No existe tratamiento efectivo para la misma, dejando el agua inutilizable para otros usos y fuera del ciclo hidrológico. Para su manejo se busca aislarla e inyectarla en ‘pozos letrina’, una mala solución ya que se ha comprobado que estos pozos filtran y contaminan acuíferos.
- Daños a la salud: Las sustancias utilizadas en las mezclas de perforación pueden causar cáncer y mutaciones, afectar al sistema endocrino, provocar alergias y dañar el sistema nervioso. Los pozos de agua potable que abastecen a la población situados en las cercanías de las zonas donde se aplica la fracturación hidráulica tienen altos niveles de metano y sustancias cancerígenas y neurotóxicas. Por otro lado, la población que habita cerca de los pozos tiene altas de probabilidad de padecer cáncer asociado a la contaminación. Asimismo, la toxicidad y los riesgos de accidentes asociados a esta actividad repercute en la salud y la vida de las y los trabajadores de la industria.
- Emisión de gases y su contribución al calentamiento global: El 90% de las emisiones en el proceso de obtención del gas es metano aunque también se emite dióxido de azufre (SO2), óxido de nitrógeno (NO) y compuestos orgánicos volátiles. Aunque la quema del gas natural emite menos dióxido de carbono (CO2) que otros hidrocarburos, el proceso completo de su explotación contribuye en mayor medida a la aceleración del cambio climático debido a las fugas de metano producidas durante su extracción. Estas emisiones pueden alcanzar 8% de la producción total de un pozo, un 30% más que en la extracción convencional. El metano es un gas de efecto invernadero con un potencial de calentamiento 86 veces superior al CO2 en el corto plazo, por lo que en 20 años el impacto de la extracción de gas de lutitas sobre el cambio climático puede superar en 20% al del carbón.
- Sismos inducidos: Las aguas de desecho reinyectadas pueden desestabilizar fallas geológicas y provocar sismos superiores a los 3 grados de Richter. Los epicentros de estos sismos coinciden con la localización de los pozos de inyección.
- Otros impactos: Debido al deterioro ambiental que provoca, la explotación del gas de lutitas es incompatible con otras actividades económicas como la ganadería, la agricultura y el turismo. A ello se suma el deterioro de la infraestructura carretera por el impacto de la gran cantidad de viajes diarios por pozo, de camiones de gran tonelaje.
La industria gasífera de Estados Unidos ha reconocido que 80% de los pozos fracturados no son económicamente viables. Ello debido a: i) tasas de declinación de situadas entre 29% y 52% anual, que hacen necesario seguir invirtiendo grandes sumas de dinero cada año para mantener la producción; ii) baja recuperación de los hidrocarburos presentes en los yacimientos, situada en el caso del gas entre 4,7%-10% frente al 75%-80% de los proyectos convencionales; y, iii) un deficiente rendimiento energético. Mientras los proyectos tradicionales obtienen 20 unidades de energía por cada unidad invertida, los de fracturación hidráulica sólo generan 5.
Por todas las razones expuestas, la explotación de hidrocarburos mediante esta técnica no es una opción para producir energía de modo sostenible, mientras que su uso desvía recursos que deberían dirigirse a las energías renovables y sostenibles, obstaculizando su desarrollo.
Como conclusión y en respuesta a la pregunta del título, podemos afirmar que el GNL obtenido por la técnica de ‘fracturación hidráulica’, no es un gas limpio -como lo asegura generalizando sin especificar su origen- la propaganda, el ‘marketing’ y el “loby” que practican las empresas involucradas en importarlo y distribuirlo en Chile. Lo que se dice en este sentido entonces, es una forma de ‘pos verdad’.
Lectura relacionada:
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/10/131017_ciencia_especial_fracking_abc_am
Muchas gracias por vuestros comentarios, Paulina y Nelson.
Qué buen artículo, gran forma de develar una gran verdad oculta bajo intereses puramente económicos.
Paulina.
Carlos, el fracking al ser un método de de extracción de hidrocarburos tan contaminante por los quimicos empleados para generar la presión requerida en la faena, es prácticamente una aberración que propagandas (marketing), lo denominen un gas limpio.
Como señalas en el artículo, puede que el GNL genere menos CO2 que otros gases utilizados comúnmente, pero igual produce CO2, además del dado ecológico y geológico que causa en las áreas perforadas.
Lo interesante sería que los países logren invetir en Investigación y Desarrollo de busqueda de fuentes energéticas realmente limpias, o que el impacto de producción se menor, que no dañen el ecosistema. De este modo, lograr el «desarrollo sustentable» es una tarea ardua que debemos lograr todos (gobiernos, empresarios y población).
Saludos
Completamente de acuerdo Nelson. La propaganda sobre el GNL, con la que somos bombardeados por la radio y otros medios, es mentirosa (la actual ‘pos verdad’). Sabemos como lograr un desarrollo sustentable pero no nos toman en cuenta porque resultamos ‘incómodos’ para muchos conciudadanos que para los gobiernos que pretenden continuar con ‘más de lo mismo’: más centralismo, más carreteras, más enormes edificios, más contaminación, más ‘ghetos’, más pesca de arrastre, más puentes truchos y más chambonadas, en este Reino de la Chapuza. Todo ello sumado al abandono de las segregadas provincias y comunas y de mayor ruralidad, lejanas del ‘centro político’.
Carlos, uno de los problemas de la sociedad postmoderna, es el empleo constante de eufemismos, con el fin de maquillar o hacer ver la realidad no tal como es, poniendo un velo a la verdad y a lo que las personas son y deben ser.
El desarrollo sostenible es una opción al deterioro ambiental, pero la producción de hidrocarburos mediante el franking no tiene nada de sostenible, por tanto todo lo que se produzca mediante esta técnica no puede llamarse «limpio».
Políticamente todos los gobiernos no han realizado nada concreto y real por reducir el centralismo, en el que las regiones y provincias estamos fuera de las políticas publicas de importancia.
Saludos